El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, se refirió a la transparencia que requiere ejercer un cargo público y destacó que si hay una profesión “honesta”, “es la de político”.
“A veces pienso que si hay una profesión honesta, esa es la de político. Puede llegar a ser ladrón porque es ladrón pero esta profesión es la única que es reelegida cada cuatro años”, comenzó diciendo Lula en su alocución este viernes.
A continuación, el mandatario comentó que, a pesar de la transparencia que sostiene que existe, hay que reconocer que gran parte de la sociedad descree de la honestidad de quienes ocupan estos cargos . “Es normal crear la imagen de que los políticos son todos unos ladrones. Eso está muy extendido entre la gente”, dijo. Es por ello que resaltó la importancia de que los funcionarios “aprendan a defenderse” de estas acusaciones.
“Hombre, el ciudadano que se presenta a una elección en Petrobras se quedará allí hasta que se muera. El que concursa en el Banco do Brasil se quedará allí hasta que se muera. El que concursa en una oficina de seguridad social se quedará allí hasta que te muera. El que se postula en una universidad se quedará allí hasta que se muera; a no ser que cometa algo muy grave que lo aparte de la función pública. Pero no los políticos”, explicó en línea con este aspecto que diferencia a su profesión de otras y que, asegura, la vuelven más honorable.
Por otro lado, habló del lado B de la exposición de los funcionarios y las acusaciones que se hacen en su contra. Así, mencionó la condena a la que son sometidos junto con sus familias al ser juzgados y considerados “ladrones”.
Mientras los ciudadanos en general mantienen sus asuntos en privado -o por lo menos en un perfil más bajo-, “el político sale a la calle”, siguió. “Le gritan a su madre. Su hijo es insultado en la escuela. Lo insultan de todas las maneras”, dijo.
De todas formas, Lula no desconoció que sí existan casos en los que “el político merece que le griten”. “Muchas veces, todo el mundo lo sabe”, retrucó pero retomó rápidamente su idea anterior y subrayó que “cuando metes a todo el mundo en una caja y no puedes diferenciar quién es quién, ocurre algo malo”.
Las declaraciones del Presidente llegaron a casi cinco meses de que asumiera por tercera vez el mando de Brasil, y tras haber admitido, meses atrás, que hubo corrupción durante sus gestiones pasadas.
Durante su campaña que lo llevó al Palacio del Planalto, el líder del Partido de los Trabajadores reconoció que “no puedo decir que no hubo corrupción” durante su anterior gobierno pero resaltó que ésta “sólo aparece cuando permites que se investigue”.
“Si alguien se equivoca, alguien comete un delito, se investiga, se juzga, se condena o se absuelve. Y problema resuelto”, dijo en un intento por minimizar su declaración.
A continuación, como de costumbre, criticó el Lava Jato, y explicó que el error en ese caso fue que se “tomó un camino político delicado”. Lava Jato rebasó los límites de la investigación y entró en los de la política”. “El objetivo era condenar a Lula”, sentenció.
Con el precedente de esta postura adoptada durante su campaña, en marzo una investigación periodística del diario O Estado de Sao Paulo expuso que el diputado federal licenciado -ahora a cargo de la cartera de Comunicaciones-, Juscelino Filho, usó un avión de la Fuerza Aérea Brasileña (FAB), así como dietas pagadas con fondos públicos para participar en subastas de caballos en San Pablo.
Tras conocerse la noticia, el líder izquierdista citó al Ministro para que pruebe su inocencia y, así, poder continuar en el Gobierno.
“Él tiene derecho a probar su inocencia pero, si no lo consigue, no puede quedarse”, aseveró en una entrevista a la emisora BandNews.
A pesar de que Filho aseguró haber devuelto el dinero, ésta no es la primera sospecha por uso irregular del dinero público en beneficio personal que pesa sobre su figura.
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