Con el gobierno de Gabriel Boric sumergido en una constante pugna con la oposición y con dificultades para sacar adelante en el Congreso sus proyectos sociales más ambiciosos, el nombre de Ana Lya Uriarte surgió como una solución en septiembre de 2022 para el cargo de ministra de la Secretaría General de Gobierno. Reemplazó al entonces cuestionado Giorgio Jackson -cercano al mandatario- y comenzó a potenciar su labor como enlace entre La Moneda y el Parlamento. Su experiencia como colaboradora cercana y jefa de gabinete de la expresidenta Michelle Bachelet, le entregaron las credenciales para intentar reconducir una relación dañada.
Sin embargo, a los pocos meses su presencia se fue diluyendo. Desde el 3 de enero, día que recibió el primer hisopado positivo, la exsecretaria de Estado extendió por tres veces el permiso laboral, lo que la hizo ausentarse en momentos claves para el Ejecutivo, hasta finalmente renunciar. El gobierno indicó que la ministra atravesaba “una situación de salud que requiere reposo por tiempo aún indefinido” y afirmó que “seguirá vinculada al proyecto político cuando se recupere”. En su reemplazo fue designado el también socialista Álvaro Elizalde.
Así, la principal razón del alejamiento de Uriarte finalmente tuvo que ver con una enfermedad que la complicó y que tuvo relación con las secuelas del coronavirus que padeció y que incluso le provocaron una anemia. Conocido como covid prolongado o long covid, este síndrome post infeccioso se caracteriza por tener una frecuencia variable y sintomatología diversa y se estima que entre un 10% y un 30% de quienes han padecido Covid-19 han advertido síntomas a largo plazo como alteraciones del sueño, saturación baja, cansancio, fatiga y falta de aire, y algunos que son menos frecuentes, como alteraciones metabólicas o alteraciones cardiovasculares.
“Es uno de los nombres que se les da a las condiciones postcovid, que también se han denominado covid crónico o secuelas de covid”, indica el académico de la Facultad de Medicina de la Universidad de los Andes, David Torres.
“La definición es operativa, ya que no es clara: ya que incluye diferentes problemas de salud, signos o síntomas, que persistan después de una infección de covid o se hayan generado después de esta. Pero, al no tener una definición clara, el espectro de los síntomas y condiciones que pueden presentar los pacientes es prácticamente infinito”, añade el experto.
Por su parte, Mercedes López Nitsche, -directora del Programa de Inmunología de la Universidad de Chile y Doctora en Ciencias Biomédicas- , asegura que los síndromes post infecciosos o post virales no son algo nuevo. “En el caso del virus SARS-CoV-2, este síndrome post infeccioso ha sido caracterizado en estos dos a tres años de pandemia que tenemos, y todavía se desconoce mucho sobre esto. Pero se piensa que lo que se produciría, al menos, son dos cosas fundamentales: una desregulación de la respuesta inmune que produciría daño tisular -el daño de los tejidos- y/o autoinmunidad y/o un síndrome inflamatorio o subinflamatorio prolongado asociado o no a persistencia viral. En el fondo eso produciría una alteración en el sistema inmune producto de la infección viral, ya sea debido a la infección viral ya resuelta o porque efectivamente el virus se ha mantenido en los tejidos del individuo espacial”, explica.
Por cierto, las vacunas han ido disminuyendo la prevalencia del long covid y ciertamente una persona vacunada tiene menor posibilidad de padecerlo.
“El covid persistente, en general, es un cuadro de larga duración. Cuando ya empieza a estacionar sus síntomas, uno lo que ve es que a medida que pasa el tiempo, estoy hablando de meses, no de días, los pacientes empiezan a disminuir sus síntomas y al año o a los dos años hay una pequeña fracción de los pacientes que continúan con síntomas. Pero estamos hablando de varios meses, entonces no es rara la información en cuanto a la necesidad de licencias prolongada de estos pacientes, porque los síntomas son particularmente complejos para poder realizar trabajos de alta exigencia”, sentencia la doctora Mercedes López de la Universidad de Chile.
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