El Fondo Monetario Internacional dio este jueves sus previsiones sobre América Latina y el Caribe para el año en curso y resaltó los aspectos más preocupantes y los desafíos de los gobiernos.
En ese sentido, advirtieron de las consecuencias que puede tener el enquiste de la inflación en niveles “inaceptablemente” altos. “Las presiones de precios que acompañaron la pujante actividad económica el año pasado parecen ya haber alcanzado su nivel máximo pero la inflación subyacente -que excluye elementos volátiles como alimentos y la energía- se mantiene en niveles persistentemente elevados”, detallaron en un escrito Gustavo Adler y Nigel Chalk, del Departamento del FMI para las Américas.
Este escenario perjudica “de manera desproporcionada a los hogares de ingresos bajos”, lamentaron.
Es por ello que, para evitar este estancamiento, el organismo solicita la colaboración de la política fiscal para “ayudar a la política monetaria en la reducción de las presiones de demanda”.
Las estimaciones del FMI señalaron que la inflación general disminuyó del 10% a mediados de 2022 a 7% en marzo. Esta caída en las principales economías regionales se debe a la baja en los precios de las materias primas.
No obstante, en las previsiones para este año, las cifras en la región son variadas y van desde el 2,3% en Ecuador hasta el 8,4% en Colombia. Oscilando entre esos parámetros, el FMI vaticina 2,5% en El Salvador; 3% en Perú; 3,1% en Panamá; 3,6 en Bolivia; 3,9% en Costa Rica; 4,1% en Paraguay; 4,9% en República Dominicana; 5% en México y Chile; 5,4% en Brasil; 6,1% en Nicaragua; 6,4% en Guatemala y Honduras; y 7% en Uruguay.
Hay tres casos que merecen un análisis aparte dados sus delicados contextos sociales, políticos o económicos. Ellos son Argentina, Venezuela y Haití, donde las estimaciones son del 88%, el 250% y el 31,2%, respectivamente.
Argentina ya ha superado el 100% de inflación a 12 meses, según dio cuenta la mediación oficial de febrero.
En cuanto a los países caribeños que dependen del turismo, el FMI considera que enfrentarán una inflación del 4,3% mientras que los restantes deberán lidiar con el 13,6%.
Uno de los aspectos que llevaron al estancamiento de la inflación subyacente es la alta demanda laboral y un nivel de empleo que supera los niveles pre pandemia, continuó el documento.
“La fuerte demanda interna, el rápido aumento de los salarios y las presiones de precios generalizadas dejan entrever el riesgo de que la inflación se mantenga en niveles inaceptablemente elevados en la región”, continuaron los expertos y apuntaron a que ya no es necesario seguir apoyando con tanta fuerza la recuperación post-pandemia. En cambio, llamaron a “desacelerar la demanda” e “inevitablemente, enfriar el mercado laboral”.
En ese sentido, resaltaron el rol de los bancos centrales, que “ya han hecho la mayor parte del esfuerzo al subir con firmeza las tasas de interés” y que, inclusive, podrían aumentar más debido a las recientes “tensiones financieras” en algunas economías avanzadas. Entre estas destacan la quiebra de tres bancos regionales estadounidenses y la compra precipitada de Credit Suisse por su rival UBS.
Cabe resaltar que, debido al desfase habitual que existe entre el aumento de las tasas y su efecto sobre la actividad económica, el impacto “probablemente se materialice con mayor nitidez en el transcurso de este año, contribuyendo a un menor crecimiento”.
Así, considerando las presiones inflacionarias persistentes, las tasas “probablemente deberán permanecer en niveles altos” durante gran parte del 2023 y hasta en 2024, siguieron.
Por último, los expertos llamaron a los Ejecutivos a trabajar en forma conjunta con las entidades financieras de cada país. “La política fiscal podría asumir un mayor protagonismo mediante una orientación más contracíclica este año”, en otras palabras, ser más restrictiva para evitar tener que subir tanto las tasas.
“Una orientación más restrictiva ayudaría a desacelerar la demanda interna, permitiendo que las tasas de interés comiencen a bajar más pronto”, lo que reduciría posibles riesgos para la estabilidad financiera y los niveles de deuda pública.
Estas medidas deben aplicarse, no obstante, “sin recortar los principales programas sociales o el gasto en salud, educación e infraestructura pública”.
En cuanto al crecimiento en la región, este 2023 el FMI recortó sus perspectivas a 1,6% -0,2 puntos porcentuales menos que los pronósticos de enero-, cifra muy por debajo del 4% de 2022.
Puntualmente, se espera un 0,2% para Argentina; 0,3% para Haití; 0,9% para Brasil; 1% para Colombia; 1,8% para Bolivia y México; 2% para Uruguay; 2,4% para El Salvador y Perú; 2,7% para Costa Rica; 2,9% para Ecuador; 3% para Nicaragua; 3,4% para Guatemala; 3,7% para Honduras; 4,2% para República Dominicana; 4,5% para Paraguay; y 5% para Venezuela y Panamá.
Nuevamente, aquellos dependientes del turismo progresarán 3,2% y los restantes, 13,6%. Chile, por su parte, se contraerá un 1%.
(Con información de AFP)
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