“Cuando uno se va de Cuba, uno no está muerto. Yo no estoy muerta, yo estoy viva y libre (...) Basta de secretismo”.
Alainne Pelletier es una de las tantas cubanas y cubanos que decidieron emigrar de la isla. En 2009 llegó a la Argentina para seguir desarrollando su gran pasión: la actuación. Vivió en la provincia de Neuquén, en el sur del país, y a fines de 2019, en plena pandemia, se mudó a La Plata, en la provincia de Buenos Aires.
En 2011 nació su hijo Antón. Dos años después, en 2013, decidió viajar a Cuba para que su familia lo conociera. Pese a la alegría de haber compartido momentos de felicidad con su mamá y sus abuelas, describe aquel viaje como “un viaje de dolor”: “Por la situación social, por ver la tristeza que había, y por ver a mi mamá todavía sometida con este señor”.
Alainne se contactó con este medio para contar la dolorosa historia de la muerte de Dora Felipe Martínez, su mamá. Una muerte, según describe ella, signada por el “secretismo” del régimen cubano y el misterioso papel de “este señor”. Durante la entrevista apenas en dos oportunidades pronuncia su nombre; en todo momento se refiere a él como “este señor”. Se trata de Aníbal Alonso Ameijeiras, un ex militar que era pareja de Dora.
El 4 de marzo de 2021, pasado el mediodía, Alainne recibió un llamado que nunca esperó. Del otro lado del teléfono, su primo le dio la noticia de que su madre había fallecido. La comunicación fue escueta, sin mayores detalles. Dora había muerto cerca de las 6 de la mañana. Con ella estaba Ameijeiras, quien la llevó hasta el Policlínico Universitario, en el barrio Vedado, de La Habana.
Ya pasaron más de dos años y Alainne sigue exigiendo información sobre la muerte de su madre. Hasta el día de hoy no sabe el motivo del deceso y tampoco puede acceder al acta de defunción. Todos los contactos que hizo con diferentes autoridades fueron en vano. De acuerdo a su versión, el Policlínico no le puede facilitar la historia clínica de su madre; el Ministerio de Relaciones Exteriores cubano nunca respondió sus solicitudes; y en Vivienda tampoco le dan garantías de las propiedades a su nombre.
Desesperada por saber qué pasó con su madre, recurrió a los vecinos. Gente que conocía a la familia de toda la vida. Pero tampoco logró mucho. “No quiero que me vayan a meter preso por esto”, le respondió un vecino. Otra mujer, en tanto, se limitó a reconocer que en los últimos tiempos habían notado mucho “secretismo” en la pareja. Según le relató, su madre sólo salía para hacer las compras y volvía a la casa; prácticamente ya no socializaba como antes. “Nadie sabe nada, todo el mundo se calla. Yo puedo pensar cualquier cosa, y es enloquecedor, a lo mejor no es como yo pienso, ¿pero qué sentido tiene tanto secretismo?”, sostiene Alianne.
-Te pediría que cuentes en detalle en qué consiste tu denuncia
-Mi mamá fallece el 4 de marzo de 2021, yo me entero por una llamada telefónica, donde escuetamente se me dice así de la manera más fría que había fallecido. Estábamos en plena pandemia, no se podía viajar en ese momento. Lo primero que hago es preguntar qué fue lo que pasó. Que le subió la presión, que un paro… Primero me dijeron una cosa, después me dijeron otra. A las 6 de la mañana la llevaron al Policlínico que queda en la esquina, mi madre vivía en el barrio del Vedado, es un barrio céntrico en plena Habana, y el Policlínico queda a una cuadra. Supuestamente la llevó su pareja, no estaban casados. Mi abuelita tenía 99 años, tenía demencia senil. Él a las 6 de la mañana la llevó, no se enteró ningún vecino, nadie supo nada.
En Cuba somos bastante solidarios. Mi mamá vivió 50 años en el mismo lugar. Pasa cualquier cosa y se llama a los vecinos a la hora que sea, más en una situación así. El tema es que los vecinos no sabían nada de eso. Yo te estoy transmitiendo lo que a mí se me dijo, más todo lo que yo he podido averiguar del 2021 hasta acá por pedacitos, porque nadie quiere hablar.
Fallece mi mamá y yo me pongo a preguntar qué fue lo que pasó. Una gente me decía una cosa, de pronto una sola vecina de enfrente en la esquina, que logro contactarme con ella, me dice “Ah, pero falleció tu mamá”. Mi mamá conocía esa vecina desde que nació. Me dice: “Mira, es que había mucho secretismo, él entraba, salía, ella nada más salía cuando iba al mercado”. ¿Cómo es posible que los vecinos se vayan a enterar por mí? Aunque sea los que viven al lado tienen que saber. Para esto pasaron uno o dos días. Le pregunta a los vecinos que viven al lado y le dijeron que sí, que se habían enterado al otro día porque este señor estaba sacando unas cosas, entonces vieron algo extraño.
-¿Este señor quién es?
-La pareja de mi mamá. Le preguntaron y él les dijo que sí, que había fallecido. Empiezo a intentar llamar al fijo de Cuba de mi mamá, no me comunicaba, no me comunicaba, por fin me logro comunicar. En Cuba las comunicaciones al fijo son terribles. Yo dije por si hay algún tío, alguien que esté recogiendo cosas. Llamé a un primo, al que me dio la noticia, nada… Le pregunté si le habían hecho autopsia, le pregunté si la estaban velando, y no te voy a decir la frase que me respondió porque es muy cruda.
-¿Tenes otra familia directa allá?
-Ese primo, el hermano de ese primo, mi tío, y unos tíos que no saben nada, que viven lejos, en otro lugar. Conclusión: me desespero, eran las tres de la mañana, y logro comunicarme. Esas cosas que la tristeza y la angustia te da, aunque sea por sentir el sonido del silencio de la casa donde vivió tu mamá. ¿Quién crees que me sale al teléfono? Me sale ese señor, como medio dormido, me dice “hola”. Cuelgo el teléfono, además la comunicación se cayó. Llamo por teléfono a ese primo, que de él sí tengo el Whatsapp, y cuando me sale le digo quién está en la casa de mi madre. “No, está mi abuelita”. Ya le había preguntado y no me había respondido; ahí me respondió porque eran como las tres y algo de la mañana. Le digo dónde está mi abuelita, la mamá de mi mamá. “Está acá con nosotros”.
-¿Ella con quién vivía en ese entonces?
-Con mi mamá y la pareja. Le digo quién está en la casa si mi abuelita está con ustedes. “Está Aníbal”. ¿Por qué está ese señor ahí? Y ahí voy con esto. Mi madre en cartas me escribía, me lo decía por teléfono, que quería que esa casa fuera para mí. En ese momento yo no pensaba en eso, porque en ese momento estaba con el dolor y la angustia de que quería saber qué había pasado. Pero sí me dio mucha bronca saber que este señor seguía ahí después de haber muerto mi mamá, por quién fue este señor.
-¿Quién fue este señor?
-Fue un señor muy maltratador.
-¿Con quién?
-Conmigo. Me hizo muchísimo daño a mí desde mi adolescencia. Fue mi segundo padrastro y el peor; el anterior era un amor y bueno, mi padre era un amor también. Este señor era un señor maltratador, homofóbico, ex militar, con un apellido reconocido en Cuba: Ameijeiras. En Cuba hay hasta un hospital que se llama Hermanos Ameijeiras. Luchadores de cuando la Revolución… Este señor no leyó nunca nada. Él sencilla y llanamente tiene un apellido, y se vale de ese apellido porque después fue militar y todo eso, para hacer y deshacer. Conmigo se cometieron muchísimas arbitrariedades y fue él el responsable.
-¿A qué te refieres con arbitrariedades?
-Cosas mías en la adolescencia. Yo abandoné esa casa donde nací y me crié, en el Vedado, cuando ese señor llegó. Era imposible convivir con él.
-¿Por esta violencia de la que hablas?
-Violencia de casi todo: violencia física, violencia verbal. Pero conmigo, al menos con mi mamá nunca lo vi, porque además no lo iba a permitir, ni con mi abuelita tampoco. Aunque de cierta manera creo al estarla ejerciendo conmigo, la estaba ejerciendo con ellas también. Ahí no quiero entrar en más detalles porque yo acepté a mi mamá, me costó mucho. La traté de convencer. Ella no reaccionaba y así yo la seguía amando, nos veíamos, nos queríamos, ella me visitaba, pero yo no frecuentaba ahí mientras ese señor estuviera.
-Antes decías que los vecinos te hablaban de “secretismo”...
-Eso fue en los últimos tiempos.
-¿Pero esto que me cuentas lo atribuyes a la figura de este señor?
-Obvio. Porque mi mamá era una mujer súper sociable, muy cariñosa, muy querida por todo el mundo, y ella tenía vecinos muy queridos también. Entonces obviamente esto es por ese señor.
-¿Pero qué es lo que podía generar? ¿Miedo por su condición de ex militar?
-Yo pienso que quizás sea eso, y por eso estoy acá también. Porque yo necesito desentrañar muchas cosas acá. Este señor llegó a detenerme, a hacer que me detuvieran. Por un cargo que la verdad a mí me suena bastante homofóbico y bastante arbitrario. Ese cargo se llamaba, a mí no se me va a olvidar nunca, “ostentación de la homosexualidad”. ¿Sabes por qué? Ostentación de la homosexualidad porque, la habitación que me correspondía en esa casa la iba a independizar y ya había hablado con albañiles y todo para que sacara una entrada aparte, ya que con ese señor no se podía convivir, para hacer un departamentito para mí, y había una amiga que me estaba ayudando. Esa amiga que me estaba ayudando era lesbiana. Entonces sencilla y llanamente como me acompañaba, me ayudaba, yo estaba ostentando de la homosexualidad.
-¿Ella también fue presa?
-A ambas.
-¿Cuánto tiempo estuvieron en la cárcel?
-Una noche, y casi un día. Para personas que francamente no habían hecho absolutamente nada. Te estacionan un camión de la brigada especial lleno de militares en la puerta de tu casa, con todo el mundo mirando y me meten presa a mí con ella. Nos metieron a las dos y nos llevaron a un calabozo.
-Desde que él llega a la vida tuya y de tu mamá, ¿por qué piensas que tiene esas actitudes hacia ti y no hacia ella o hacia tu abuela?
-Yo le molestaba. Yo siempre pensé que yo le molestaba porque él tenía esa cosa patriarcal, de ser el patriarca de la casa. Pero conmigo no podía ser un patriarca. Lo que yo no tenía claro era hasta qué punto le podía interesar los bienes de mi mamá, de quedarse con la casa o algo así, porque supuestamente esto a mí no me consta, pero en la esquina tiene una propiedad tremenda que es de su familia, es inmensa. Pero por ahí quería quedarse también con la casa para él solo, digo yo, eso es lo que me vengo a saber ahora porque cuando yo pedí que lo sacaran de ahí entonces fue ese tío con ese primo y lo sacaron. Pero lo sacaron para meter a mí primo en la casa.
-¿Qué hiciste con el tema de las propiedades a tu nombre?
-Lo primero que hice fue venir al consulado, a la embajada de Cuba. Me atendieron muy bien, me contuvieron bastante, me orientaron en lo que era la parte de pasaporte. Lo primero que hice fue actualizar el pasaporte, porque de última apodero a alguien para hacer un montón de trámites por poder desde acá. Cuando hablé con dos personas en Cuba para apoderar… Los que quedan, porque del 2009 al 2021 de Cuba se ha ido muchísima gente; ha habido un éxodo tremendo. Cuando hablé con dos de los que quedaban, personas de confianza, empezaron muy bien, y los entiendo, pero llegó un momento en el que me dijeron “no nos queremos meter en problemas”. Uno me dijo así: “No me quiero meter en problemas”. Y el otro fue más categórico. Me dijo: “Cuando fui a buscar las llaves, donde estaba tu tío, me dijeron que tenía que llevar el carnet de identidad y que tenía que aportar datos, y yo lo que no quiero es que me vayan a meter preso por esto”. Entonces yo no sé hasta qué punto el régimen de Cuba se haya puesto más feroz todavía con esta situación. Yo estuve en Cuba en 2013; mi hijo nace en el 2011 y yo voy en el 2013 para que conozcan a mi hijo. Y vine muy herida, muy defraudada. Fue un viaje de dolor, más allá que vi a mi madre y a mis abuelitas.
-¿Un viaje de dolor por la situación social?
-Por la situación social, por ver la tristeza que había, y por ver a mi mamá todavía sometida con este señor, donde yo no me pude ni siquiera quedar esos días en la casa de mi mamá. Yo tenía que ir casi que a escondidas y ella hacía señas como que él estaba llegando y yo tenía que irme.
-¿Estás al tanto de si este señor tiene algún nexo o vínculo con algún alto funcionario?
-Se pasaba la vida amenazando. Algún vínculo tiene que tener…
-¿Amenazando a quién?
-A mí por ejemplo.
-¿Pero al resto de la gente también o sólo a ti?
-Sí, cuando tenía discusiones. Que te meto preso, y que te pongo esto encima. No eran solamente amenazas. Eran amenazas que se llevaban a los hechos, porque para poder estacionar en la puerta de la casa de alguien un camión con 20 policías adentro para llevarse a dos mujeres que nunca en la vida han estado en una situación así, me parece que hay que tener algo de poder. Un poder nefasto, porque fue una injusticia tremenda; una injusticia que no llegó a mayores porque yo, aunque era muy jovencita, fui siempre muy firme de carácter y me negué a firmar el acta que me pusieron delante. Si yo llego a haber firmado esa acta por lo que después pude averiguar, yo hubiese firmado mi sentencia. Me provocaron de todas las maneras habidas y por haber. Cuando yo reaccioné y les dije voy a acudir a esto y esto, y si se tiene que enterar Fidel se va a enterar, ahí se dieron cuenta que ya no iba a firmar nada, que yo estaba bien plantada. Me decían que me fuera.
-Contabas que tu mamá estaba bien de salud, y después de fallecida todos los sucesos que narras. ¿Cuál es, ante la falta de información que tienes, tu principal sospecha sobre lo que ocurrió?
-Yo pedí a las personas que en ese momento estaban que me dijera si le hicieron la autopsia, y no me responden. Que quiero el acta de defunción y no me la dan. Ni siquiera la buscan, le hacen una captura y me la mandan, que es lo más natural. Porque si las cosas pasaron así, tristemente le puede pasar a cualquier persona. Pero también lo más lógico es que no haya ningún problema en enviar esas cosas. Yo me puse a averiguar, con lo difícil que es en Cuba, porque en Cuba hay muchas instituciones que no tienen habilitado WhatsApp. Entonces, al no tener habilitado WhatsApp, te tienes que comunicar a través de un fijo, los correos electrónicos cuando escribes dicen “muchas gracias, pero no se puede, no hay conexión”, teniendo Internet, teniendo todo.
-¿Específicamente con qué autoridades te contactaste?
-Me contacté con la directora del Policlínico donde mi mamá falleció. Le pedí la hoja de guardia de esa noche para ver qué había pasado. Le pregunté si habían hecho autopsia, sobre el tema del acta de defunción, que si quería yo le enviaba una copia de mi certificación de nacimiento para que ella viera que soy la única hija. Lo primero que me dice cuando logré comunicarme con ella, es que ella empezó nueva ahí porque el que era director del hospital renunció. Pero bueno, buscá en las historias, eso tiene que estar. Bueno, sí, yo te averiguo. Pasaron un día, dos, tres, cuatro, y le volví a preguntar. Me mandó audios donde decía que eso había que ir con un consultorio de la familia, porque ella no podía, que no sabía que si el acta, en fin… Nada concreto. Cuando le volví a preguntar, me bloqueó. Habiéndole llegado al alma cuando hablé con ella la primera vez. Mínimamente, por amor a su profesión, porque es médica, por humanismo, por empatía, de la manera como yo le hablé, haberme bloqueado y dejarme con este nivel de angustia y de desesperación, es terrible… Si no hay nada turbio en esta situación, ¿por qué a mí, que soy la única hija de mi madre, se me niega tener acceso al acta de defunción?
Infobae contactó con el Policlínico. En un escueto descargo, indicaron que un solicitante de este tipo de información, en este caso Alainne, debe hacerlo ante un consultorio de familia a través de un abogado, un familiar o un médico de familia. Comentaron, además, que no cuentan con historial clínico: “Eso se solicita de forma particular”.
Alainne contó que, al comunicarse con diferentes abogados de la isla, recibió diferentes respuestas: “En un lugar me decían una cosa, en otro lugar me decían otra. Llamaba a otro bufete de abogados y me salió con otra cosa completamente distinta. Me llegaron a decir desde que para dar un acta de defunción tenía que estar yo personalmente, hasta que no, que no hacía falta que estuviera yo personalmente, que cualquier persona podía ir y darle el acta de defunción. Como que no, que tampoco era cualquier persona, que tenía que ser un ser cercano. En fin, me dijeron tres cosas distintas cuando se supone que, aunque sean distintos lugares, tiene que haber un orden, tiene que haber una ley”. Tampoco tuvo suerte a la hora de gestionar con Vivienda el tema de las propiedades.
“El nivel de secretismo, el nivel de invisibilización… Como dije y lo vuelvo a repetir: cuando uno se va de Cuba uno no está muerto. Yo no estoy muerta, yo estoy viva y libre. Hablan en pasado, es como si no existieras, es como que perdiste”.
-¿Sientes que es como un castigo por haberte ido?
-Sí, es un castigo. Esto me da mucho dolor decirlo, pero sí, son muy solidarios en la isla, pero muy solidarios con los que están dentro de la isla y viven de la libreta de abastecimiento. Pero cuando tú te vas piensan como que no tienes problemas, que tienes de todo, y no es así. Basta de secretismo. No voy a parar. El objetivo de esta entrevista es que esto se conozca. Salir de ese secretismo.
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