¿Qué fue a hacer Celso Amorim a Rusia el 28 de marzo? El consejero especial de Política Exterior del presidente Luiz Inácio Lula da Silva fue recibido por Vladimir Putin en el Kremlin durante una hora, en una visita no oficial, calificada de “discreta” por la prensa brasileña y sólo revelada a su regreso gracias a una exclusiva del diario Valor.
El ex canciller, que dirigió el Itamaraty, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Brasil, en los dos mandatos anteriores de Lula (2003-2010), salió de Brasilia el 28 de marzo, aterrizó en Moscú el día 29 y luego se fue a Francia para un breve viaje antes de regresar a Brasil el 2 de abril.
Al ser preguntado por la prensa que se había enterado de su viaje, Amorim dijo que el objetivo de la reunión era hablar de una posible negociación de paz brasileña para poner fin al conflicto en Ucrania. “No hay una solución inmediata”, dijo Amorim, “hay que preparar un escenario para cuando se materialice la voluntad política y cuando esté claro para una parte y para la otra que el coste de la guerra es mayor que cualquier concesión podrán fluir las ideas de paz. Los rusos han dicho que aprecian los esfuerzos de Brasil tanto como los de China. Pekín presentó un plan de paz que fue desairado por ‘Occidente’”.
En los mismos días en Moscú, algunos dirigentes del Partido de los Trabajadores (PT) de Lula, como el secretario general Henrique Fontana y el secretario de Relaciones Internacionales Romênio Pereira, participaron a un evento del partido de Putin, Rusia Unida, sobre el tema del neocolonialismo. A la agencia rusa Tass, el portavoz de Putin, Dmitry Peskov, se limitó a afirmar que “la reunión con Amorim tuvo lugar para reafirmar la invitación previa a Lula a realizar una visita oficial a Rusia y para hablar de las relaciones bilaterales”.
Según los rusos, en resumen, Amorim fue recibido por Putin para confirmar la invitación a Lula y hablar de las relaciones bilaterales, mientras que, según los brasileños, fue para una posible negociación de paz en la que Putin, de hecho, no estaba interesado. Por esto, muchos empiezan a preguntarse si en esa reunión los dos hablaron también de otra cosa.
La idea del canje
Por ejemplo sobre Sergey Cherkasov, un ciudadano ruso con la falsa identidad brasileña de Victor Muller Ferreira acusado de espionaje al intentar infiltrarse como becario en el Tribunal de La Haya, en Holanda, donde, según las investigaciones, quería acceder a información sobre las investigaciones relacionadas con crímenes de guerra rusos.
Las autoridades holandesas lo deportaron a Brasil, donde fue detenido el 3 de abril de 2022 y condenado a 15 años de prisión por la Justicia Federal de San Pablo por uso continuado de documentación falsa. Desde diciembre, Cherkasov está en prisión en Brasilia y Moscú ha solicitado su extradición alegando, como es habitual cuando se trata de repatriar a sus propios operativos, que Cherkasov es un fugitivo, miembro de una organización de tráfico de heroína, y que sus crímenes fueron cometidos entre 2011 y 2013, aunque Rusia nunca lo había buscado antes de 2022. Más extraño aún cuando se considere que, según los registros de emigración brasileños, el espía ruso estaba en Brasil tanto en 2010 como en 2011.
Justo cuando Amorim aterrizaba en la capital rusa, el 29 de marzo, el corresponsal en Moscú del diario estadounidense Wall Street Journal, Evan Gershkovich, era detenido en Ekaterimburgo por el FSB, el Servicio Federal de Seguridad, sucesor del temido KGB. La acusación es de espionaje, algo que no se veía desde la Guerra Fría con la detención por los rusos, por los mismos cargos, en 1986, del periodista estadounidense Nicholas Daniloff.
Una semana antes de la prisión de Gershkovich, lo que demuestra cómo las fechas en esta historia también pueden indicar un camino geopolítico, el Departamento de Justicia de Estados Unidos había acusado de espionaje a Cherkasov, quien, siempre bajo la falsa identidad brasileña de Victor Muller Ferreira, tras estudiar Ciencias Políticas en el prestigioso Trinity College de Dublín, en Irlanda, había obtenido un máster en el programa de Relaciones Internacionales de la Universidad John Hopkins de Washington, especializándose en política exterior estadounidense. La acusación de las autoridades de la administración Biden es el requisito legal previo para un posible pedido de extradición por EEUU.
En el Wall Street Journal, John J. Sullivan, embajador de Estados Unidos en Moscú hasta el año pasado, afirmó que el hecho de que el periodista fuera acusado de espionaje y no de un delito común sugiere “que el Kremlin quiere un gran premio a cambio, un prisionero de alto perfil”. Como puede ser un espía. Nada que ver con los más recientes canjes de prisioneros entre Moscú y Washington, como el de abril de 2022 entre el ex marine Trevor Reed, acusado de agredir a dos oficiales rusos, y Konstantin Yaroshenko, condenado por tráfico de drogas en Estados Unidos. Y más recientemente, en diciembre, el canje entre la campeona de baloncesto Brittney Griner, detenida en Moscú con menos de un gramo de aceite de hachís, y el ruso Viktor Bout, notorio traficante de armas conocido como El Mercader de la Muerte.
Daniel Hoffman, ex funcionario de la CIA en Moscú, declaró al Wall Street Journal que “el momento de la detención de Gershkovich no es probablemente una coincidencia” y que el Kremlin “está tratando de impulsar un canje de prisioneros”, señalando que la acusación de Cherkasov por parte de EEUU precedió de una semana a la detención del periodista. Para el ex embajador Sullivan, sin embargo, no está claro que Washington tenga bajo custodia a un espía ruso de alto nivel. Y, añade el Wall Street Journal, “un canje con Gershkovich puede ser más difícil hoy debido a las actuales relaciones entre EEUU y Rusia”.
Aquí es donde Brasil podría, por tanto, entrar en juego. Porque tiene un espía ruso que puede ofrecer como moneda de cambio - el Supremo Tribunal Federal ha autorizado su extradición a Rusia cuando acabe la investigación en Brasil - y porque tendría una pretensión de cobro tanto en el Kremlin como en la Casa Blanca que daría a Lula, y menos al país, una gran ventaja política en su ambigua política exterior, en la que se da la mano con Biden y abraza el mundo multipolar de China, Rusia e Irán.
Cherkasov, que no está acusado de espionaje en Brasil, también ejercía su oficio de espía en el país latinoamericano. Utilizaba escondites para dejar dispositivos electrónicos y mensajes, que luego eran captados por otros miembros de la organización. Uno de estos escondites fue descubierto en medio de un bosque de Cotia, en el estado de San Pablo. El documento falso con el que ocultó su identidad durante años en Brasil declaraba su nacimiento el 4 de abril de 1989 en Niteroi, Río de Janeiro. Fue precisamente en Niteroi donde la justicia brasileña descubrió y clausuró tras 10 años de proceso penal un registro civil que era una fábrica de partidas de nacimiento falsas utilizadas también por una red de libaneses condenados por obtener la nacionalidad brasileña con documentos falsos.
Además de Cherkasov, en los últimos meses se han descubierto al menos otros dos espías rusos con falsas identidades brasileñas. En octubre, el servicio secreto noruego detuvo a Mikhail Valeryevich Mikushin. Se había presentado como el investigador José Assis Giammaria en la Universidad de Tromsø. Gerhard Daniel Campos Wittich era el nombre falso de otro espía ruso, cuyo verdadero apellido según las autoridades griegas es Shmyrev, que vivió en Río de Janeiro durante cinco años bajo una identidad brasileña con ascendencia austriaca. Fue descubierto por los servicios secretos griegos porque su esposa, la también espía Irina Romanova bajo su alias de Maria Tsalla, operaba en Atenas. La pareja huyó supuestamente a Moscú en enero.
En Río de Janeiro, el presunto Daniel Campos había alquilado recientemente una vivienda cerca del consulado estadounidense y era propietario de una empresa de 3D que producía, entre otras cosas, esculturas de resina y vendía sus productos tanto al Ejército como a la Marina y al Ministerio de Cultura de Brasil. Quien dio la voz de alarma de su desaparición en enero fue la novia brasileña de Daniel Campos, que desconocía la verdadera identidad del joven y denunció su desaparición durante un viaje a Malasia.
El gran misterio sigue siendo por qué los espías rusos utilizan tanto Brasil. Las explicaciones pueden ser múltiples. Desde la facilidad para conectarse a redes ilegales que proporcionan identidades falsas hasta la riqueza del país y su papel estratégico en el continente americano. Bajo los más de 7.000 kilómetros de costa atlántica de Brasil hay kilómetros de cables submarinos que conectan la infraestructura de Internet del país con redes de todo el mundo. Fortaleza, en Ceará, alberga el segundo mayor centro de cables submarinos del mundo (12 en total), con conexiones a Estados Unidos (incluidos los cables Monet en Boca Ratón, Florida), África y Europa. Nadie ha investigado, por ejemplo, si había espías a bordo del buque ruso Akademik Boris Petrov.
El Gobierno del ex presidente Jair Messias Bolsonaro autorizó una expedición científica de este navío en aguas amazónicas tras reunirse con Putin el año pasado, pocos días antes del estallido de la guerra en Ucrania. La zona donde el Akademik Boris Petrov llevó a cabo su exploración en Brasil el pasado noviembre tiene importancia geopolítica. La compañía petrolera nacional brasileña Petrobras está investigando la región en busca de sus recursos petrolíferos. Además, el Akademik Boris Petrov habría virado hacia la costa británica en su ruta hacia Brasil. Según el blog Plentyofships y algunos medios británicos, su paso coincidió con un accidente que dañó la infraestructura del cable submarino entre las Islas Feroe y Shetland. La primera ministra escocesa, Nicola Sturgeon, habló de una “situación de emergencia” para las islas.
Por último, cabe mencionar que si la guerra en Ucrania fracasa, Vladimir Putin podría huir a América Latina, según ha informado Abbas Gallyamov, antiguo portavoz de Putin. El canal de Telegram Mozhem Obyasnit afirma que funcionarios rusos de alto rango supuestamente han empezado a comprar propiedades y a solicitar el estatus de residentes en Venezuela, Ecuador, Paraguay y Argentina.
Además, diplomáticos rusos habrían comprado propiedades en la Isla Margarita de Venezuela para escapar de la detención en caso de que la guerra conduzca a un cambio de régimen en Rusia. Mientras tanto, Lula se prepara para recibir en visita oficial al ministro ruso de Asuntos Exteriores, Sergei Lavrov, que llegará a Brasilia el 17 de abril tras el viaje de Lula a China y podría allanar el camino para el canje de Cherkasov por Gershkovich.
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