La escandalosa ingeniería de Luis Arce para apropiarse del dinero de las jubilaciones de los bolivianos

El actual presidente creó Gestora cuando era ministro de Economía de Evo Morales. Su objetivo era quedarse con los fondos de las AFP, el sistema jubilatorio que recaudó 24 mil millones de dólares desde 1997

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El presidente de Bolivia, Luis Arce, en una foto de archivo. El economista está desesperado por quedarse con los fondos de las AFP ante la angustiante situación que vive el país (AP Foto/Juan Karita)
El presidente de Bolivia, Luis Arce, en una foto de archivo. El economista está desesperado por quedarse con los fondos de las AFP ante la angustiante situación que vive el país (AP Foto/Juan Karita)

El final de la crónica se puede anticipar: el gobierno de Luis Arce Catacora se apropiará de los fondos de las jubilaciones futuras de los bolivianos. No habrá marcha atrás. Se trata del plan para quedarse definitivamente con el dinero de las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP). Es una bolsa de 24 mil millones de dólares que ya comenzó -años atrás- a sufrir un goteo permanente ordenado por la administración de Evo Morales para obras faraónicas -absurdas- y pago de gastos corrientes del estado.

Arce siempre tuvo un ojo -o ambos- en esos recursos. En 2010 impulsó una ley para crear una estructura que administrara ese tesoro mediante un ente autónomo que dependería enteramente de su voluntad: la bautizó Gestora Pública de la Seguridad Social de Largo Plazo, o Gestora, como la conocen todos en el país. Sería una oficina independiente -bajo su órbita, claro está-, con rango ministerial, que tendría como misión administrar los fondos que le serían arrebatados a las AFP. Pero su puesta en marcha demoraría más de lo esperado.

De acuerdo al plan del entonces referente económico del Movimiento al Socialismo (MAS), los ahorros de los bolivianos debían pasar a control estatal. El botín era demasiado grande para dejarlo en manos de extraños. Desde 1997, Bolivia cuenta con dos administradoras privadas de fondos de pensiones: BBVA Previsión -del grupo financiero español- y Futuro de Bolivia, perteneciente a la aseguradora suiza Zurich. Durante 17 años, estas empresas fueron el blanco preferido de la administración Morales/Arce. Pero no por cuestiones ideológicas, sino más rentables.

De acuerdo a datos de la Autoridad de Fiscalización y Control de Pensiones y Seguros (APS), a septiembre de 2022 el ahorro del Sistema Integrado de Pensiones (SIP) alcanzó una cifra más que tentadora para la voracidad estatal: 23.966 millones de dólares. De ese total, el gobierno del MAS ya sacó una gran tajada en bonos del Tesoro y Bonos de Deuda Soberana por 7.222 millones de dólares. Nadie cree que el estado vaya a cumplir con la obligación de devolver el total de esa deuda con el sistema jubilatorio, por lo que el fondo con el que hoy cuentan los futuros pensionados es de 16.744 millones de dólares. El manotazo fue amazónico.

Entre 2021 y lo que va de 2023, existe un acelerado endeudamiento del gobierno con los fondos de pensiones mediante Bonos Soberanos y Bonos del Tesoro General del Estado (TGN). La deuda del Estado con las AFP a diciembre de 2020 representaba el 24%, mientras que a septiembre de 2022 alcanzó el 30,4%. Este importante incremento de las deudas con estas empresas es una radiografía de las delicadas finanzas públicas: el TGN no tiene liquidez de recursos y no posee una fuente legítima de dónde obtenerlos. Y los intentos de Arce por financiarse en los mercados internacionales han fracasado recurrentemente. Nadie quiere prestarle a Bolivia a tasas razonables. La pregunta reflota: ¿y el “milagro económico”?

Gestora, en tanto, recién vio la luz en 2015, cinco años después de que se hubiera promulgado la ley que la concebía, pero sin capacidad de reemplazar a las AFP. Faltaban “detalles” por resolver. Durante siete años, Arce hizo de esas oficinas un búnker propio e inexpugnable para otros poderosos: nombró allí a todos funcionarios de su confianza absoluta. Todos cargos políticos y casi ninguno de capacidad técnica. Fueron 260 los nombramientos ordenados por el que fuera catalogado como el autor intelectual del supusto“milagro económico” boliviano.

Pero pese a esa súper estructura ministerial, Gestora aún no comenzó a funcionar. Pospuso el inicio de sus operaciones en 2016, 2017, 2019 y 2021. Sin embargo, al parecer abriría sus puertas en mayo próximo. En La Paz cruzan los dedos. ¿Por qué aún está inoperativa? Lleva ocho años lidiando con softwares de costos millonarios.

En marzo de 2019, cuando Arce anunció la penúltima postergación le echó la culpa a la empresa Sysde, con sede en Panamá. De acuerdo al ex ministro de Economía de Evo esta compañía -que brinda “soluciones tecnológicas” a todo el mundo- no entregó el programa acordado por el que habían abonado 5 millones de dólares. Pero existe una minucia llamativa: Sysde nunca se dedicó a la venta de software. Su especialidad es el asesoramiento empresarial. No obstante ello, obtuvo un contrato directo, sin licitación. Exceso de lobby, dirán algunos, indulgentes. Desde el 2017 al 2019 esa empresa ya había cobrado el 82% de su contrato pero apenas había entregado 28 de los 83 productos que se había comprometido.

Este incumplimiento le valió a Arce para realizar en Gestora una nueva contratación. Esta vez la afortunada fue una firma colombiana: Heinsohn Business Technology. Pero ahora el acuerdo fue un poco más sustancioso elevándose a 11 millones de dólares. Tampoco cumplió.

Cuando Gestora comenzó sus funciones burocráticas se le asignó un presupuesto de alrededor de 30 millones de dólares. Pero para 2019 ya había gastado casi la mitad de esos fondos. Fue por eso que ese mismo año se le hizo un reajuste en sus cuentas de otros 15 millones de dólares. Para que estén todos tranquilos. Pero el despilfarro de esta entidad administradora de los futuros fondos de pensión de Bolivia no terminaron. Además de las dos empresas contratadas para un mismo software fantasma, y de los centenares de salarios que pagan mensualmente, sus directivos ordenaron la compra de tres pisos en el edificio Gundlach por más de 2,4 millones de dólares.

Fue hasta ahora una de las cajas de Arce”, cuenta un confidente que prefiere mantener su identidad a resguardo por temor a las represalias que pudiera recibir por parte del Palacio Quemado, la sede gubernamental. “Allí hay funcionarios que cobran incluso más que el presidente, con sueldos de 5.000 dólares”, agrega. Se refiere al gerente general de Gestora, el fiel Jaime Durán Chuquimia.

Hay más: entre los contratos figura uno para el diseño e implementación de un centro de procesamiento de datos por 400 mil dólares. Otro, por 2 millones de dólares para un servidor y licencias Oracle. En 2017, Gestora -que todavía no administra ni un peso de los aportes de los bolivianos- contrató por 24 meses a tres consultores por un millón de dólares. Y entre los años 2017 y 2019 destinó otros 808 mil dólares para el item de consultorías. Una fiesta interminable... y carísima para el pueblo boliviano.

No se sabe si por vergüenza, pudor u oportunidad sólo a partir de 2018 Arce dispuso que Gestora al menos tuviera alguna tarea específica. Le transfirió recursos para que abonara la Renta Dignidad, un subsidio a mayores de 60 años. Junto a la caja para pagar estos beneficios, el entonces ministro de Economía dispuso que se sumaran 169 empleados al ente autónomo.

Sostener el “milagro” con los jubilados

El primer manotazo a esa caja de ahorros de los jubilados bolivianos se dio durante la administración de Morales. Fueron 7 mil millones de dólares que el Estado le obligó a las AFP a canjear por bonos soberanos y letras del tesoro. Una parte de los recursos que se utilizaron para solventar la imagen de la “economía milagrosa” que el gobierno mostraba al mundo.

No obstante ello, mientras que el destino de esa montaña de dinero debía ser obras de infraestructura, esos montos se utilizaron mayormente para gastos corrientes: sueldos del estado y cobertura de baches en empresas estatales, como Yacimientos Petrolíferos Fiscales de Bolivia (YPFB), una compañía energética en quiebra. También se destinó una grandísima suma a un destino absurdo: el faraónico teleférico de La Paz -Mi Telesférico, de diez líneas interconectadas- que pretendía resolver el tortuoso problema de transporte que tiene la capital boliviana.

Ese transporte colgante costó 900 millones de dólares y sólo lo utiliza un 5 por ciento de la población trabajadora que recurre al transporte público como único medio para movilizarse. ¿Quién realizó el estudio de mercado? Un iluminado, seguramente. Incluso se siguió adelante con la monumental obra pese a que auditorías indicaban que no era sustentable económicamente y que se había detectado un sobreprecio del 30% en su construcción.

Pero la historia de Mi Telesférico no termina allí: este año deberán pagarse obras de reparación y mantenimiento por millones de dólares. El dinero -de los jubilados- estará disponible a partir de mayo gracias a Gestora. Similar situación se repite con el Tren Metropolitano de Cochabamba: fondos de pensionados a disposición de una caja negra incontrolable.

Este mayo, las AFP deberán pasar a Economía toda la cartera de inversiones que hicieron hasta el momento. Una desesperante maniobra de Arce para mantener la ilusión del “milagro económico” de Bolivia. Seguramente hará un uso discrecional de esas inversiones. ¿En qué gastará Gestora los más de 16 mil millones de dólares de los futuros jubilados bolivianos? ¿Habrá protestas en Bolivia por el embargo de esas pensiones? Francia está en llamas por una reforma previsional más racional propuesta por Emmanuel Macron.

Este traspaso multimillonario que planifica el presidente boliviano se da en un momento de vacas flacas en el país. Muy flacas. El Banco Central se desangra: en 2015 las reservas eran de más de 15 mil millones; hoy se desvanecieron a 3 mil millones. Los dólares escasean y hay colas cada vez más largas para sacar los pocos dólares que existen en los bancos nacionales por temor a una corrida. Incluso el gobierno pretende establecer restricciones para su compra. Ve fantasmas en cada esquina. “La situación económica es desesperante”, señala un conocedor de las cuentas públicas y añade: “Sólo queda oro por dos mil quinientos millones de dólares... que será la próxima caja que quiere Arce, además de las jubilaciones que administrará Gestora”. A todo esto, el déficit fiscal está disparado: Bolivia lleva una década con índices superiores al 7 por ciento.

Evo Morales, por su parte, mira de reojo la situación. Le preocupa que Arce tenga el tiempo suficiente para utilizar esos fondos de los jubilados y reflotar la economía y así aspirar a un nuevo mandato presidencial, lo que podría sepultarlo políticamente. Prefiere, en cambio, que el reloj camine y sea él quien pueda asumir la primera magistratura del país para utilizar ese tesoro millonario y mantener la ilusión del “milagro económico boliviano”.

En tanto, Jaime Durán Chuquimia, gerente general de Gestora, se muestra ansioso. Será el encargado de responder a Arce por lo que haga con esos fondos jubilatorios de cara a las elecciones. Se pondrán de acuerdo de inmediato. Como se dice en el fútbol: juegan de memoria. Fue su viceministro de Presupuesto cuando el actual presidente conducía Economía durante los años de Evo. Siempre le cerraron los números y la caja. Lo más importante.

Twitter: @TotiPI

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