El fentanilo ha llegado a Brasil. El letal opiáceo producido sintéticamente en laboratorio, cincuenta veces más potente que la heroína y cien veces más que la morfina, ha entrado en el mercado brasileño de drogas. En Estados Unidos, donde en 2022 fue responsable de dos tercios de las 107.000 muertes causadas por drogas sintéticas, la epidemia de fentanilo había sido precedida por un uso médico poco prudente de esta sustancia para el tratamiento del dolor crónico a través de un medicamento, el OxyContin, que había creado un ejército de adictos que luego se convirtieron en clientes del mercado ilícito.
En Brasil, sin embargo, donde las drogas opiáceas sintéticas están muy controladas y su compra en las farmacias es dificultada por una burocracia afortunadamente estricta, es el propio narcotráfico el que ha empezado a crear su ejército de adictos, sin necesidad de dependencia farmacológica previa. De hecho, existe la sospecha de que los narcotraficantes la están introduciendo en el mercado como una nueva droga no especificada, sin que el consumidor lo sepa, como demuestran algunos episodios revelados por la prensa brasileña.
Según el sitio brasileño de noticias G1, a mediados de febrero, poco antes del inicio del Carnaval, un joven fue encontrado agonizante en la playa de Guarapari, en el estado de Espirito Santo, tras haber sido apuñalado. En el hospital, los médicos encontraron altas dosis de fentanilo en su sangre. El joven y su novia admitieron que habían tomado una droga “que les desconectó completamente del resto del mundo”, pero que no sabían que se trataba de fentanilo.
A esto se suma otra noticia revelada por G1 que tuvo lugar en el mismo estado y en la misma época. La policía descubrió un laboratorio de drogas en Cariacica, en las afueras de la ciudad de Vitória. Además de marihuana y cocaína, en el laboratorio se encontraron 31 ampollas de fentanilo.
En enero, en el estado de Minas Gerais, según informó el periódico Estado de Minas Gerais, la policía incautó una importante cantidad de drogas sintéticas que iban a venderse durante el Carnaval. Entre ellas había fentanilo. La peculiaridad de esta incautación es que las drogas se distribuían por correo desde pequeños pueblos de Minas Gerais.
Estas dos últimas operaciones revelan algunos hechos significativos: que el fentanilo se produce en laboratorios de Brasil y que ya existe una red logística inspirada en el precedente estadounidense, que utiliza el servicio postal como tapadera para el envío de esa droga letal. Hay que recordar que el fentanilo ha tenido éxito a escala internacional gracias a sus ventajas logísticas. Si el consumo final es de unos pocos miligramos, se pueden transportar enormes cantidades en poco espacio. Además, los costes de la cadena de producción se simplifican. No se necesitan plantaciones, agricultores ni temporadas de cosecha, como ocurre con la cocaína y la marihuana, sólo principios activos, laboratorios y un equipo profesional de químicos capaces de producirla.
Sí, pero ¿quién produce fentanilo en Brasil? Rumores investigativos fueron confirmados a Infobae por el centro de análisis Atlántico, que desde hace tiempo monitorea la producción y el mercado ilegal de fentanilo en América Latina. Según los analistas de Atlántico, el cártel mexicano de Sinaloa ha penetrado en el mercado brasileño.
“El Cártel de Sinaloa pone su dinero y facilidades de abastecimiento, mientras que el Primer Comando Capital (PCC), el mayor grupo criminal de Brasil, proporciona sus laboratorios y conejillos de indias”, es decir, su mercado de consumidores de cocaína y marihuana.
La presencia del Cártel de Sinaloa fuera de México ya se ha registrado en Chile, Ecuador, Argentina, Colombia, Paraguay, Bolivia y Surinam, lo que demuestra su estrategia de expansión de mercados y alianzas criminales en la región. Junto con el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) los narcotraficantes de Sinaloa manejan la producción y tráfico de fentanilo a Estados Unidos.
Con la detención en 2016 de su capo, Joaquín Guzmán conocido como El Chapo y el relevo en el cártel de los llamados ‘Chapitos’, empezando por su hijo Ovidio conocido como ‘El Ratón’, un ferviente patrocinador de las drogas sintéticas, la ruta del fentanilo fue la más rentable a tomar.
Para el Cártel de Sinaloa haber llegado a Brasil podría significar también aprovechar la logística portuaria utilizada tanto por el PCC como por la mafia italiana ‘ndrangheta para conquistar a gran escala el mercado europeo, donde hasta ahora, excepto algunos casos puntuales, el fentanilo no ha logrado establecerse. En Italia, una dosis de heroína se vende actualmente a tres euros. El fentanilo producido por el PCC en gran escala en Brasil, transportado con la misma logística que la cocaína, permitiría abaratar los costes y reemplazar el mercado de la heroína en Europa.
En resumen, Brasil está siendo un laboratorio de la aplicación por parte de los narcotraficantes de nuevas estrategias de mercado. No es casualidad que las incautaciones del opioide sintético se produjeran justo en la época de un acontecimiento como el Carnaval, que en el país lleva a millones de personas a celebrar en las calles y sambódromos.
Eventos como estos suelen ser utilizados por los narcotraficantes para introducir nuevas drogas y probar las reacciones de los consumidores a gran escala. En particular, los analistas de Atlántico destacan el papel decisivo de la ciudad de San Pablo, donde nació el PCC y que representa la plaza más rica del país.
“Los barrios industriales de la ciudad son la máscara ideal para las producciones sintéticas de los narcos, en los últimos siete meses los alquileres han aumentado con la aparición también de testaferros colombianos y mexicanos”. Además, el PCC, según Atlántico, garantizaría “al cártel de Sinaloa en la Triple Frontera, la zona fronteriza entre Brasil, Argentina y Paraguay, los precursores necesarios para la producción no sólo de fentanilo sino también de otras drogas sintéticas”.
En Brasil, de hecho, incluso antes que el fentanilo, llegó otra droga devastadora que amenaza con dar lugar a una epidemia en gran escala en los próximos meses. Se trata de la K2, también llamada K9, Spice y también conocida en la calle como Zen o Crazy Monkey. Es una marihuana sintética con efectos devastadores como agitación psicótica y convulsiones. Es altamente adictiva, como demuestran las decenas de adolescentes que, en plena Avenida Paulista, símbolo de la ciudad de San Pablo, se reúnen en el espacio bajo el Museo de Arte, el celebre MASP, para consumirla. Puede añadirse en forma de spray sobre plantas naturales de marihuana, atrayendo así también a consumidores involuntarios, o en otras formas, incluso sellos como los utilizados para el LSD.
A pesar de que el PCC ha prohibido el K2 en las cárceles y barrios donde se fuma crack, la pasta básica de cocaína mezclada con amoníaco y otras sustancias, el consumo de K2 crece a pasos agigantados.
Como subraya un artículo del diario brasileño O Estado de São Paulo, el PCC hace tiempo que busca alternativas al crack, que se ha vuelto cada vez más difícil de manejar debido también a diversas operaciones policiales en las llamadas “cracolandias”. Pero renunciar al crack no significa renunciar al lucrativo mercado de la droga que hace ganar al PCC más de mil millones de reales al año, unos 200 millones de dólares.
La elección de las drogas sintéticas, sin embargo, corre el riesgo de ser catastrófica para Brasil. “El impacto negativo de estas drogas en la salud pública es muy alto”, explica a Infobae el psiquiatra brasileño Matheus Cheibub, experto en dependencias químicas. “Son drogas con un potencial letal muy grande. Además, hay que destacar que toda substancia nueva cuando llega a una población determinada se comporta como una epidemia, con un crecimiento muy rápido de casos”.
En Brasil, lamentablemente, no existe una campaña masiva de información pública - ni siquiera en las escuelas y en los medios de comunicación - sobre los enormes riesgos que estas nuevas drogas sintéticas implican para las personas y para la sociedad en su conjunto. “Este tipo de drogas también requieren más atención sanitaria pública y hospitalización”, añadió Cheibub, “que no son posibles porque no hay lugares suficientes”.
En resumen, Brasil no parece estar aún preparado para la tormenta que se avecina. El debate público se limita a declaraciones como la reciente del ministro de Derechos Humanos, Silvio Almeida, que propuso despenalizar los delitos de drogas para reducir la población carcelaria, pero sin ninguna visión del problema en su conjunto. Mientras tanto, los grupos criminales avanzan rápidamente, aprovechando la vulnerabilidad social del país.
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