Daniel Ortega, el dictador que gobierna con puño de hierro a Nicaragua, ha usado la religión como un traje de “quita y pon” según sus conveniencias. Un día se le ve contrito oyendo la misa o comulgando y al otro atacando de “mafia” a la iglesia, a sus obispos y hasta al Papa. Un día recibe con entusiasmo a la madre Teresa de Calcuta para instalar su orden en Nicaragua y años después echa violentamente del país a sus misioneras.
Ortega ejecuta ahora una feroz persecución contra la iglesia católica. Monseñor Rolando Álvarez, obispo de Matagalpa, está preso en condiciones de aislamiento, acusado de traidor a la patria y difusión de noticias falsas. Otros dos sacerdotes se mantienen prisioneros bajo cargos de delitos comunes, y 12 religiosos más fueron desterrados del país por órdenes del régimen.
Una investigación de la abogada Martha Patricia Molina Montenegro reveló que, entre abril de 2018 y octubre de 2022, el régimen nicaragüense realizó 396 ataques contra la Iglesia Católica de Nicaragua, que van desde pintas ofensivas en las iglesias, hasta agresiones físicas, destierros y apresamientos.
Este martes, durante un acto conmemorativo del 89 aniversario de la muerte de héroe nacional Augusto C. Sandino, el discurso de Ortega fue particularmente virulento contra la Iglesia Católica, sus obispos, el Vaticano y el papa Francisco, a quienes acusó de ser “una mafia”.
En su tradicional recorrido por la historia, Ortega señaló que la Iglesia Católica fue “cómplice de estos crímenes” durante la colonización de América, asimismo que fue aliada del fascismo y el nazismo durante la Segunda Guerra Mundial, y que muchos obispos que él conoció simpatizaban con la dictadura de Anastasio Somoza, derrocada en julio de 1979.
“¡Qué respeto les puedo tener yo a los obispos que conocí aquí en Nicaragua, si eran somocistas!”, dijo Ortega. “Yo era un niño cuando pasó el funeral de Somoza, yo estaba con mi padre, estaba con mis hermanos, con mi madre, viendo pasar el funeral, y ahí iban los señores obispos enterrando a Somoza como Príncipe de la Iglesia. Es decir, como que era un cardenal de la Iglesia, simplemente porque Somoza era un esbirro que le daba todas las facilidades a la Iglesia, y era un servidor, un agente, un instrumento del Imperialismo yanqui”.
Tras estos ataques, sin embargo, está un hombre que de adolescente quiso ser sacerdote, que en su momento pidió perdón a la Iglesia Católica por la persecución que realizó en su contra durante los años 80, y que renovó votos matrimoniales con Rosario Murillo para congraciarse con los preceptos católicos.
Monaguillo
A los 16 años, Daniel Ortega viajó a El Salvador para internarse en el Colegio Salesiano de Santa Tecla, donde ofició de monaguillo y manifestó su intención de ser sacerdote, según expone el libro biográfico del periodista nicaragüense Fabián Medina, “El Preso 198″.
Aunque luego abandonó sus intenciones sacerdotales, la actitud del hoy dictador nicaragüense se explica por la religiosidad “sui generis”, dice Medina, que se vivía en la familia Ortega Saavedra.
“Todos los hermanos Ortega Saavedra fueron bautizados y confirmados en la fe católica. Daniel y Humberto estudiaron primero en el Calasanz, cuando la familia vivía en la Colonia Somoza. Daniel estudiaba en la modalidad pagada y Humberto en el Anexo, destinado a quienes no podían pagar la colegiatura. Cuando a don Daniel le comenzó a ir mejor en el comercio de importaciones, la familia se trasladó a la Avenida Roosevelt, frente a la Capilla del Colegio Pedagógico La Salle, y ya los tres varones, Daniel, Humberto y Camilo, se inscriben en el Pedagógico La Salle y Germania en el Colegio La Inmaculada. Siempre en colegios católicos”, relata el libro.
Pidió perdón
Durante los años 80, la Iglesia Católica en Nicaragua se dividió entre los partidarios de la “Teología de la liberación”, que apoyaban la revolución sandinista, y la Iglesia Católica tradicional, que fue perseguida. Agresiones, escarnio y expulsiones. Incluso el papa Juan Pablo II, fue irrespetado e interrumpido por una muchedumbre de simpatizantes sandinistas durante su visita a Nicaragua en marzo de 1983.
El domingo 4 de julio de 2006, en la víspera de las elecciones, Daniel Ortega pidió perdón por los vejámenes que infligió a la Iglesia Católica, particularmente uno contra monseñor Bismarck Carballo Madrigal, a quien agentes de seguridad sacaron y expusieron desnudo frente a cámaras de televisión en los años 80.
“Hemos ofrecido disculpas por esos errores, y ahora ante este pueblo que en su mayoría es católico, convencidos de que la reconciliación es el camino correcto, con toda humildad le pedimos a monseñor Carballo que nos perdone”, dijo Ortega con voz quejumbrosa.
En esa reconversión, Ortega hizo de su némesis, el cardenal Miguel Obando, un aliado para su causa. Después de una sorpresiva visita del líder sandinista, Obando apareció junto a Ortega en sus principales actos, aprobando con su presencia el actuar del régimen.
Fue Obando, quien renovó los votos matrimoniales de Daniel Ortega y Rosario Murillo en una controvertida ceremonia, con la que pretendía saltar un escollo que el mismo Obando había puesto a sus aspiraciones presidenciales.
Matrimonio electoral
Daniel Ortega se presentó a las elecciones de 2006 después de tres derrotas consecutivas. En las dos últimas, los sermones de Obando fueron decisivos para espantar el voto de la casilla sandinista. En 1996, Obando relató la “parábola de la víbora”, según la cual un buen samaritano acoge en su pecho a una serpiente que muere de frío en el camino. Tan pronto la víbora toma calor, clava sus colmillos en su salvador y lo mata. El mensaje era un dardo a la mansedumbre que mostraba Ortega.
Para las elecciones de 2001, Obando no habló de la víbora pero sí de la familia y los antecedentes morales de los candidatos. “Al votar, debemos preguntarnos —dijo— ¿da el candidato un apoyo decidido y claro al matrimonio y a la familia de fundación matrimonial, en contra de la tendencia de equiparar el verdadero matrimonio con otro tipo de uniones? El Estado vale lo que valgan las familias que lo forman”. Otro dardo contra Ortega, quien vivía en unión de hecho con Murillo desde 1978.
Para eludir el escollo, Ortega y Murillo aparecieron la tarde del sábado 3 de septiembre de 2005 renovando sus votos matrimoniales, aduciendo que estaban casados “por la iglesia” desde 1978 en una ceremonia clandestina que celebró en la montaña un sacerdote guerrillero ya fallecido.
En otro guiño a la Iglesia Católica, Ortega apoyó con los votos sandinistas en la Asamblea Nacional la prohibición total al llamado “aborto terapéutico”, en octubre de 2006.
En agosto 1988, cuando Ortega era presidente de Nicaragua, se fundó en el país la orden religiosa Asociación Misioneras de la Caridad, tras una visita que realizara a Nicaragua la Madre Teresa de Calcuta. En junio de 2022, el mismo Ortega canceló al organismo de caridad y echó a la misioneras del país, en medio de una ofensiva contra organismos no gubernamentales y contra la Iglesia católica.
Papa “bueno” y Papa “malo”
“Yo fui formado en el catolicismo, fui bautizado, di la Primera Comunión, fui confirmado, pero nunca le tuve ni cariño ni respeto a la mayoría de los sacerdotes y religiosos, con excepciones, siempre hay excepciones”, dijo Ortega el martes.
“Recordemos que Cristo nunca anduvo vistiéndose como se visten los obispos, hasta con gorros y todos los trajes lujosos. Mucho menos que se vistiera como se viste el Papa, mucho menos que viviera en palacios como los que vive el Papa, o en palacios donde viven los cardenales. Cristo nació pobre, vivió pobre, fue un ejemplo de humildad, y por eso lo asesinaron”, arengó.
Los ataques de Ortega al Vaticano son su respuesta a la “preocupación” y “tristeza” que manifestó el papa Francisco el domingo 12 de febrero pasado “por la situación de Nicaragua”, especialmente por el obispo Rolando Álvarez, condenado por el régimen de Ortega a 26 años de cárcel.
Antes, el trato del régimen nicaragüense era diferente, incluso para algunos exageradamente meloso, a tono con ese comportamiento de “quita y pon” que ha usado Ortega, tal como lo reflejan estas felicitaciones de cumpleaños al papa Francisco enviadas el 17 de diciembre de 2020.
“Usted merece toda la gloria, sencilla y alegre, de los pueblos del mundo. La gloria, como hijo de Dios. La gloria, como misionero cristiano, genuinamente comprometido con el amor, que es justicia, derechos y solidaridad. La gloria, como pacifista excelso que todos los días clama por concordia en este mundo, y entre todos los seres”, dice parte de la carta firmada por Daniel Ortega y Rosario Murillo.
“A los Ortega Murillo hay que comprenderle todo al revés”, dice la abogada Martha Patricia Molina, quien se ha especializado en investigación religiosa. “Cuando hablan de amor es porque están diciendo odio, y si hablan de paz alistémonos para ver sangre. Su discursos de amor y reconciliación al Vaticano es para demostrar que son buenos cristianos pero de nada sirve lo que ellos dicen en un papel porque a lo inmediato comienzan a estar vociferando y usando un lenguaje soez y ordinario en contra de los que representan a la iglesia Católica y su máximo representante, el papa Francisco”.
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