Un incendio en la parte superior de una de las carrozas de la ‘escola de samba’ Beija Flor se registró en la madrugada de este martes en el sambódromo de Río de Janeiro en el segundo y último día de desfiles del carnaval.
Aunque el fuego causó pánico entre el público y alcanzó a asustar a los integrantes, la pronta actuación de los bomberos logró contener las llamas en el “carro alegórico” y nadie salió herido.
La carroza afectada, conocida como abre alas por encabezar el desfile, acababa de entrar a la pista para iniciar el recorrido de más de 700 metros cuando las llamas aparecieron por sorpresa en la parte más alta de la estructura.
Los bomberos, además de apagar el fuego rápidamente, sacaron a una persona que estaba ubicada cerca del lugar del incendio, quien salió ilesa.
La ‘escola’ de samba Beija Flor fue la penúltima de las 12 escuelas de samba del Grupo Especial en desfilar este año.
El desfile de las doce compañías de samba del llamado Grupo Especial, una especie de primera categoría entre las cerca de 100 que se presentarán este año, es la principal atracción del carnaval carioca.
En los dos días de desfiles del Grupo Especial pasan por el Sambódromo cerca de 35.000 sambistas, 1.200 percusionistas y unas 70 carrozas alegóricas para un público de unas 200.000 personas, incluyendo los asistentes de los espacios especiales montados en las tribunas (camarotes).
El carnaval de las escuelas de samba de Rio de Janeiro llegó a su fin este lunes, tras dos noches de exultantes desfiles repletos de creatividad, esplendor y la alegría por el regreso pleno de los festejos tras la pandemia.
Guiados por el ritmo frenético de la samba ante más de 70.000 espectadores, seis agrupaciones coronaron la madrugada del martes los espectáculos en el Sambódromo.
Y no escatimaron osadía: en el segundo día de desfiles exhibieron animales amazónicos y personajes mitológicos a escala gigante, un show de luces con drones en el cielo, y hasta una carroza con fuentes de las que brotaba vino a borbotones entre decenas de parejas poliamorosas de la antigua Roma.
“Está siendo la mejor experiencia de mi vida”, dijo a la AFP la fisioterapeuta inglesa Bethany Robson, de 32 años, que viajó desde Melbourne, Australia, donde vive, para bailar en el Sambódromo.
Este año, los brasileños celebran con especial entusiasmo su fiesta favorita, después de que la pandemia de COVID-19 forzara la anulación de la edición de 2021 y restringiera la de 2022, celebrada excepcionalmente en abril.
“El carnaval es sobre resistencia, después de todo lo que Brasil ha pasado. Es increíble formar parte de esto”, dice Robson, que lleva un enorme sombrero con una cesta cargada de mangos.
Muchos amantes del carnaval también festejan el fin del mandato del presidente ultraderechista Jair Bolsonaro, que recortó fondos para la cultura y menospreció esta fiesta popular.
Su sucesor, el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, ha prometido valorizar la clase artística del país, empezando por la restitución del Ministerio de Cultura, que había sido reducido a una secretaría de menor rango.
“La cultura de todo un pueblo”
“El carnaval representa la cultura de todo un pueblo, y en el último tiempo, la libertad de expresión de nuestra cultura estuvo reprimida”, dijo la vestuarista Carla Andrea Barbosa, poco antes de salir a desfilar.
En total, 12 “escolas” se presentaron entre domingo y lunes, cada una con varios miles de integrantes, incluidos decenas de turistas que pagan varios cientos de dólares para formar parte del delirio carnavalesco.
Las agrupaciones tienen entre 60 y 70 minutos para seducir al jurado y obtener puntos en categorías como tema del desfile, letra, percusión, trajes, carrozas y puesta en escena en general, en un concurso cuyo vencedor se conocerá este miércoles.
Uno de los destaques de la noche fue Portela, la escuela de samba en actividad más antigua de Rio, que está cumpliendo 100 años y lo celebró con un desfile sobre su propia historia.
La popular agrupación maravilló al público exhibiendo trajes de época de los años 1920, un show de drones que escribieron “Portela 100 años” en el cielo, e imponentes carrozas en forma de águila, símbolo de la “escola”.
Celebrando las fiestas religiosas y populares del mundo a lo largo de la historia, Vila Isabel llamó la atención con una imponente escultura articulada del caballero y santo católico San Jorge, de estética futurística y cuyo dragón soltaba humo por la boca.
Y Beija-Flor reivindicó a los negros, mujeres e indígenas como “verdaderos protagonistas” de la independencia brasileña.
La primera noche de desfiles ya había sido un baño de brillo, plumas y homenajes a baluartes de la samba como Zeca Pagodinho y Arlindo Cruz, así como al estado de Bahia y las raíces africanas que influenciaron el carnaval de Brasil.
La alcaldía de Rio estima que el carnaval atraerá en total a cinco millones de personas a la ciudad, incluido el callejero que volvió a celebrarse plenamente en los barrios de la ciudad por primera vez en tres años.
En términos económicos, esto supondrá 4.500 millones de reales (USD 880 millones), con una ocupación hotelera prevista superior al 95%.
En el estado de Sao Paulo (sureste), la fiesta se vio ensombrecida por la tragedia: al menos 40 personas murieron el fin de semana y decenas continuaban desaparecidas tras fuertes lluvias en el litoral norte, que acoge a miles de visitantes durante estas fechas festivas.
(Con información de EFE y AFP)
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