El volcán Cotopaxi de Ecuador atraviesa un nuevo proceso eruptivo. Aunque la intensidad de este ha sido baja, según el Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional, el volcán volvió a emitir gases y ceniza.
De acuerdo con la entidad, encargada de monitorear todos los volcanes del país, desde el pasado martes “se han observado varios episodios de emisiones de gases con carga baja de ceniza”. Las columnas han alcanzado hasta los 900 metros sobre el cráter, según informó el instituto.
Desde octubre de este año, el volcán Cotopaxi inició con el nuevo proceso eruptivo que mantiene a las zonas aledañas al coloso en alerta amarilla.
Aunque la actividad volcánica del Cotopaxi ha sido categorizada como baja, las autoridades declararon la alerta amarilla, para incrementar los niveles de vigilancia del volcán y movilizar recursos en caso de una erupción o emisión alta de ceniza.
Esta alerta es previa a la de color naranja, que se activaría ante la sospecha de una erupción inminente. Finalmente, con una erupción en curso, se activaría la alerta roja.
El Cotopaxi tiene una altura de 5.897 metros sobre el nivel del mar y es uno de los volcanes más icónicos de la Sierra ecuatoriana. El volcán tiene forma cónica y un glaciar de 11 kilómetros cuadrados.
El Instituto Geofísico ha informado que el Cotopaxi ha tenido cinco erupciones importantes: en 1532, 1743, 1766, 1853 y 1877. En el 2015, el volcán erupcionó “aunque fue de baja magnitud, (la erupción) generó caídas de ceniza con fuerte afectación a las actividades económicas y agrícolas”.
Desde mediados de octubre de este año, el volcán inició un nuevo proceso eruptivo caracterizado por emisiones de gas y ceniza. En dos ocasiones, las columnas de ceniza llegaron a Quito, ubicada a 110 kilómetros del volcán.
La información del Instituto Geofísico señala que el Cotopaxi es peligroso por la formación de lahares primarios que son “gigantescos flujos de lodo y escombros que se producen en erupciones grandes cuando el material volcánico caliente derrite el hielo de los glaciares”. Según la entidad, si los lahares se formaran, estos podrían alcanzar a la ciudad de Latacunga, al Valle de los Chillos, ambos en la Sierra y a la ribera del Napo-Jatunyaku, en la Amazonía.
Sobre el Cotopaxi, una investigación realizada en el 2015 indica que, en caso de una erupción, 29 parroquias de dos provincias (Pichincha y Cotopaxi) serían las más afectadas. El estudio también indica que el 47 % de los habitantes estarían en peligro por el descenso de los lahares del volcán y 24 % de la población de esa zona se vería afectada por la caída de piedras y cenizas.
Uno de los principales problemas frente a una eventual erupción es la falta de educación en prevención y actuación durante un fenómeno natural como este. Apenas entre el 33% y el 48% de las personas que viven en las zonas de riesgo conocen alguna información sobre el caso.
Es por esto que el Instituto Geofísico constantemente invita a la ciudadanía, no solo a informarse por fuentes oficiales, sino a revisar el mapa de riesgos que está disponible en la web para identificar si sus domicilios están en la zona de influencia del volcán.
El Cotopaxi es uno de los 15 más peligrosos del mundo. La amenaza radica en el extenso glaciar que lo cubre y que puede derretirse, lo que afectaría a las poblaciones que se asientan cerca del volcán. De acuerdo con el Instituto Geofísico, por la frecuencia histórica de las erupciones del volcán, su estilo eruptivo, su relieve, su cobertura glaciar, en caso de una erupción la afectación sería significativa.
El Cotopaxi es el volcán mejor vigilado del país y uno de los más vigilados del mundo. Este volcán tiene más de 60 instrumentos, como sismógrafos, detectores de lahares, entre otros, instalados para monitorearlo.
Ecuador es parte del Cinturón de Fuego del Pacífico y mantiene una intensa actividad sísmica y volcánica. Según el Servicio Nacional de Gestión de Riesgos y Emergencias, de los 97 volcanes del país al menos 25 han presentado erupciones muy grandes durante los últimos 10 mil años.
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