Desde noviembre de 2021, cuando el Congreso peruano declaró “persona non grata” al expresidente Evo Morales, el ahora depuesto presidente Pedro Castillo dejó de recibir los consejos del cocalero boliviano, al que consideraba su maestro.
De todos modos, Castillo logró, en los 16 meses que estuvo como presidente de su país, poner en práctica las recomendaciones que había recibido de Morales para el caso del tratamiento de las plantaciones de coca.
Como había hecho Morales en Chapare cuando llegó al gobierno de Bolivia en 2006, Castillo dispuso en 2021 que las plantaciones ilegales de coca en la región peruana del VRAEM se conviertan en legales.
De esa manera hizo que cesaran las operaciones de destrucción de cocales por parte de la policía peruana y también que la Fuerza Aérea del Perú dejara de bombardear las pistas clandestinas que usan los narcotraficantes para llevar la pasta base (sulfato de cocaína) hacia las fábricas de clorhidrato.
Además, cesaron las operaciones militares contra las dragas de la minería ilegal en los mismos ríos peruanos, generalmente a cargo de empresas chinas, lo que provocó observaciones de militares retirados.
Las avionetas que usan esas pistas clandestinas llevan la droga a territorio boliviano, donde existen más de mil pistas similares que no son bombardeadas ni vigiladas debido a que el gobierno boliviano decidió no usar los trece radares comprados en 2017 para controlar el espacio aéreo.
Desde las modernas fábricas que han sido instaladas en parques nacionales bolivianos, no son protegidos por el gobierno, la droga, ya convertida en clorhidrato, la “diosa blanca”, parte en otras avionetas a Brasil, Argentina y Paraguay, para el consumo de esos países y para que sea reenviada a Europa, lo que está a cargo de la eficiente mafia calabresa Ndrangheta.
Lo que no pudo hacer Castillo en Perú fue usar a los cocaleros que había ayudado como base política de su gobierno, porque esas plantaciones de coca están muy lejos de Lima, en el extremo sur peruano, en la selva amazónica, mientras que las plantaciones de Chapare están en el centro geográfico de Bolivia, con posibilidad de cortar carreteras esenciales para el comercio exterior boliviano, lo que hizo Morales durante años.
La injerencia de Morales en Perú era muy intensa, según los congresistas de ese país. Cuando fue declarado persona non grata por el congreso peruano, Morales dijo que se trataba de un prejuicio racista, pero tuvo que poner fin a sus visitas a ese país. La Comisión parlamentaria logró que el congreso reconozca el “negativo activismo político (de Morales) en Perú y su evidente injerencia e intromisión en la agenda política, social y económica del Gobierno”.
El documento firmado por la Comisión de Relaciones Exteriores cuestionó que Morales ingrese en Perú para participar en “reuniones proselitistas” y que “sea resguardado por (la) seguridad del Estado, además de facilitarle vehículos oficiales” cuando el exmandatario boliviano lanza “declaraciones ingratas que advierten sobre una agenda propia de acuerdo a intereses extranjeros”. “En suelo peruano, (Morales) presta declaraciones respecto a temas sensibles que dividen a la población peruana”.
Lo que no pudo hacer Morales fue aconsejar a Castillo la manera más eficiente de conseguir el apoyo de los militares, algo que hubiera sido muy útil para su intento de dar un golpe a la democracia.
Morales ha conseguido la fidelidad de los militares bolivianos entregándoles el control de las aduanas, un modo de seducción inventado por Alfredo Stroessner en Paraguay, donde permaneció 32 años en el poder.
A Castillo le hubieran hecho falta también en los momentos dramáticos que vivió algunos consejos sobre cómo manejar a la policía, pero sobre todo otros consejos para conseguir el apoyo de los parlamentarios para cualquier cosa que se propusiera hacer desde el Congreso.
El MAS ha logrado, con contantes y sonantes argumentos, que decenas de parlamentarios de la oposición se le sumen para lograr mayorías aplastantes en el parlamento boliviano.
Y si hubiera necesitado manejar la justicia, su maestro tenía las mejores fórmulas, que no le fallan nunca, pero no fue el caso.
Castillo necesitaba muchos más consejos de Morales.
Los parlamentarios que lo destituyeron incluyeron entre los cargos para declararlo vacante el que Castillo hubiera ofrecido dar a Bolivia una salida al mar. El deseo del pupilo de agradecer a su maestro había llegado demasiado lejos.