El régimen de Cuba llevó a cabo las elecciones municipales el pasado 27 de noviembre, las cuales registraron la tasa de abstención más alta en la historia, con el 31,44 por ciento.
Esta cifra demostró, incluso, un aumento con respecto a los comicios municipales del 2017 -16,84%-, el referéndum sobre el Código de las Familias del pasado septiembre -con 26%- y el plebiscito constitucional del 2019 -con una abstención del 15,59%-.
De esta forma, un total de 5,7 millones de cubanos sobre los 8,3 millones totales -en 15 provincias- se acercaron a las urnas que cobraron especial interés dado que es el único nivel en el que los ciudadanos pueden incidir de manera directa en la designación de candidatos, informó este miércoles el Consejo Electoral Nacional (CEN).
Sin embargo, la baja presencia en estas elecciones se debió a un pedido de la oposición, quien denunció la imposibilidad de competir con los candidatos favorables al oficialismo y al Partido Comunista, que no postula pero sí supervisa el proceso.
La Habana fue la provincia con menor participación, con sólo el 57,11% de sus 2,1 millones de habitantes, mientras que en Pinar del Río se registró la mayor votación con 76,70 por ciento.
A pesar de estas cifras, el Consejo festejó los comicios y los calificó como una “victoria del pueblo”. Este miércoles, en una conferencia de prensa, la presidente del CEN, Alina Balseiro, dio a conocer los resultados definitivos que, de cualquier forma, no distan mucho de los preliminares difundidos el 28 de noviembre.
En su discurso, Balseiro consideró que la participación fue una “expresión clara de respaldo” y “mayoritaria” y señaló que a pesar de que “no es un resultado del 90%, sí tenemos un resultado de acuerdo con los tiempos que está viviendo el país”. Además, explicó que la cifra de abstención no es comparable con la de procesos anteriores dado que “esto es un proceso especial” que se enmarca en un difícil contexto y que son “de naturaleza distinta”.
Los comicios del pasado noviembre fueron los primeros desde que Miguel Díaz-Canel tomó la dirigencia del país, en 2018, y se dio en un delicado momento para los ciudadanos de la isla quienes luchan a diario con la profunda crisis social, económica y política que les dificulta el acceso a alimentos, salud y servicios básicos. A esto se le suman, también, los múltiples desastres que provocó en la isla el paso del huracán Ian meses atrás y que aún no se han logrado solucionar.
Por ejemplo, muchas zonas de Cuba aún enfrentan cortes diarios en el suministro eléctrico que, en muchos casos, se prolonga durante horas.
Estos hechos han derivado en masivas protestas que tomaron durante días las calles de múltiples ciudades en la isla y que fueron violentamente reprimidas por las fuerzas del régimen. También, procedieron al corte de Internet a fin de limitiar la difusión de noticias y prevenir una mejor organización de los manifestantes.
Estos problemas han derivado en un éxodo migratorio el cual Balseiro rechazó como otro desencadenante de la baja asistencia a las urnas.
Esta elección de delegados municipales dio inicio a un ciclo que seguirá con la renovación del Parlamento en marzo y que culminará en el segundo semestre de 2023 con la elección del Presidente. En esta instancia, Díaz-Canel podrá optar por la reelección, de cinco años.
Los 12.422 delegados electos tomarán posesión el 17 de diciembre para formar las Asambleas Municipales del Poder Popular -primer nivel administrativo del país-. Entre sus tareas principales estarán la gestión directa de problemas y quejas en sus comunidades.
(Con información de EFE y AFP)
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