La tarde del jueves 19 de octubre de 2017 todo era fanfarria en el Estadio Nacional, que a partir de ese momento pasaría a llamarse oficialmente Estadio Nacional Dennis Martínez. Juegos pirotécnicos, música, flores, discursos, abrazos y sonrisas.
A la ceremonia, llegaron, entre otros, Daniel Ortega acompañado de su esposa, Rosario Murillo, el cardenal Miguel Obando y, por supuesto, el homenajeado del momento, el beisbolista nicaragüense, estrella de Grandes Ligas, Dennis Martínez.
Dennis Martínez, 68 años, es el primer nicaragüense que llegó a la Major League Baseball (MLB), de Estados Unidos, en 1976, tras ser reclutado por el equipo Orioles de Baltimore. El 28 de julio de 1991 se consagró como el lanzador número 13 y primer latinoamericano en la historia de esas ligas en lograr un juego perfecto, al dominar a los Dodgers de Los Ángeles mientras militaba en el equipo Expos de Montreal.
“Qué sueño más grande, quién podría incluso soñarlo, alguien nos lo dirá después, que un nicaragüense, de esta combinación mestiza que trae la sangre indígena, por eso decía que reencarna a Diriangén, iba a alcanzar una victoria que llenaría de gloria a toda Nicaragua, que nos llenaría de orgullo a todos los nicaragüenses, el juego perfecto de Dennis Martínez allá en las Grandes Ligas”, expresó Daniel Ortega en su discurso durante la inauguración del edificio.
Este miércoles, sin embargo, el estadio apareció sin el nombre con que tan pomposamente fue inaugurado. El nombre Dennis Martínez fue borrado de su frontispicio, de la página web oficial y de la publicidad deportiva, como en aquel pasaje bíblico donde el faraón de Egipto manda a borrar el nombre de Moisés, tras el inicio de su éxodo.
El Estadio Nacional Dennis Martínez se levantó en el centro de Managua y es el estadio más grande de Nicaragua y el quinto más grande de Centroamérica y el Caribe. Tiene capacidad para 15 mil espectadores. Su construcción fue supervisada por la Major League Baseball.
Para su construcción Taiwán donó 34 millones de dólares que luego fueron desviados a la construcción de viviendas populares, por lo que se terminó construyendo a través de una oscura operación financiera con un préstamo que hizo el Estado a un banco local. Se calcula que el estadio costó finalmente 50 millones de dólares.
Un año después de su inauguración, el estadio fue utilizado como centro de operaciones de fuerzas paramilitares que reprimieron las protestas, y el 30 de mayo de 2018, francotiradores paramilitares y de la Policía se posicionaron en las alturas del edificio para disparar contra una multitudinaria manifestación de protesta, en una jornada sangrienta que dejó al menos 19 personas asesinadas.
Al día siguiente, Martínez, quien hasta entonces evitaba hacer comentarios políticos y vive en Estados Unidos, lamentó lo hechos a través de un comunicado. “Quiero expresar mis condolencias a todas las madres de Nicaragua en el día de ayer y en especial a las que han perdido un ser querido, por lo trágico y doloroso de la situación de mi país”.
“Me duele saber que el Estadio Nacional que lleva mi nombre se esté ocupando para fines de violencia afectando a mis hermanos nicaragüenses”, añadió. “Espero que comprendan que yo no tengo ninguna injerencia para que lo usen de la manera que quieran usarlo las autoridades de Nicaragua, pero sí les pediría que por respeto a mi persona, que me esforcé y llevé por muchos años sobre mis hombros representando a mi país con mucho orgullo, dejen de usarlo para esos fines. Porque esos no son los valores y principios de mi persona”.
Desde entonces, Dennis Martínez tomó una actitud más activa en la búsqueda de una solución pacífica a la crisis que vive Nicaragua. Se pronunció a favor de un diálogo, e integró un grupo de notables bautizado como “Comisión de Buena Voluntad”, para acercar a diferentes grupos de la oposición. También inició la publicación de una columna de opinión semanal en el diario La Prensa, desde donde critica muchas de las acciones del régimen de Daniel Ortega.
A raíz de posicionamiento crítico de Martínez, diferentes comentaristas afines al régimen de Ortega pidieron quitarle el nombre del exjugador de grandes ligas por “malagradecido” y “vendepatria”. Oficialmente no se ha explicado la razón del cambio del nombre. Sin embargo, desde programas oficialistas se respalda la acción.
“Dennis Martínez, específicamente en el deporte, es indudablemente una vieja gloria de nuestro beisbol, fue una celebridad”, reconoce el periodista oficialista Moisés Absalón Pastora en su programa Detalles del Momento, para a continuación apuñalar: “Desde el 2018 Dennis Martínez dejó de ser el deportista y se convirtió en politiquero y no cualquier politiquero, sino en uno oportunista, mal agradecido, estafador, ladrón y terrorista que llegó a celebrar que el estadio, que llevaba su nombre, fuera incendiado por las hordas que él apoyó”.
Desde la víspera de la inauguración, hubo presión entre los sandinistas apara que se escogiera el nombre de un beisbolista afín al régimen, pero la carrera de Dennis Martínez se impuso por mucho.
Después de militar en la selección nacional de beisbol de Nicaragua, Dennis Martínez debutó en Grandes Ligas en 14 de septiembre de 1976 con los Orioles de Baltimore, a los 22 años.
Su carrera sufrió un traspié por el alcoholismo, y en 1983 fue arrestado por conducir en estado de ebriedad. Sin embargo se sobrepuso y el 28 de julio de 1991 se consagró como el lanzador número 13 y primer latinoamericano en la historia en lograr un juego perfecto en Grandes Ligas, la más grande proeza que un pitcher puede lograr en este deporte.
En su honor el estadio Nacional fue bautizado con su nombre y se le llamó “La casa del juego perfecto”.
Un juego perfecto en beisbol es aquel en el que un lanzador recorre las nueve o más entradas sin permitir que ningún bateador se embase, es decir, no permite hit, base por bola o golpe directo al bateador.
Martínez se retiró de su carrera en 1988, a los 43 años de edad, con un récord de 245 victorias, cuatro participaciones en Juegos de Estrellas, 100 juegos ganados en cada liga, 30 blanqueadas, 122 juegos completos y un juego perfecto.
Seguir leyendo: