Las formas del fraude electoral en Bolivia reveladas por el conflicto del censo

El debate permitió a los bolivianos enterarse de las diferentes variantes que tienen las trampas en las elecciones

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Vista de un ciudadano boliviano mientras emitía su voto en un colegio electoral de El Alto (Bolivia), en las elecciones de 2019 (EFE/Martin Alipaz/Archivo)
Vista de un ciudadano boliviano mientras emitía su voto en un colegio electoral de El Alto (Bolivia), en las elecciones de 2019 (EFE/Martin Alipaz/Archivo)

El debate sobre la fecha del censo permitió a los bolivianos enterarse de las diferentes formas que tiene el fraude en las elecciones en que gana inevitablemente el Movimiento al Socialismo (MAS).

La sospecha generalizada es que el censo permitirá saber que en Bolivia hay más votantes que habitantes como consecuencia de un complejo sistema de fraude, cuyos detalles van saliendo a la luz poco a poco.

Por esa razón, el MAS se opone a que el censo se haga en los plazos que permitan identificar las irregularidades demográficas sobre las cuales se asienta el fraude.

Para comenzar el recuento del fraude, está la opinión de Rosario Baptista, que fue vocal del Tribunal Supremo Electoral (TSE): “Con el actual sistema electoral, el MAS no puede perder ninguna elección”. Después de decir eso, tuvo que salir al exilio y ahora vive en Argentina.

Los expertos de la OEA que observaron las elecciones de 2019 detectaron 27 formas del fraude y dijeron que había que anularlas, lo que hizo que Evo Morales presentara su renuncia y se embarcara en un avión mexicano junto a su vicepresidente.

El TSE nunca informó cómo había subsanado aquellas fallas, si las subsanó, pero luego organizó las elecciones de 2020 en que el candidato del MAS, Luis Arce Catacora, obtuvo 55% de los votos. En esa elección no podía participar Evo Morales y por eso, desde Buenos Aires, decidió que el candidato de su partido fuera Arce.

La primera forma del fraude que se conoce es la que surgió como una ayuda de Hugo Chávez a Morales en 2009, cuando le envió una delegación de jóvenes expertos que le debían ayudar para que ganase las elecciones del año siguiente.

Fotografía tomada el 27 de mayo de 2019 en la que se registró a la entonces presidente del Tribunal Supremo Electoral (TSE), María Eugenia Choque, en La Paz (EFE/Martín Alipaz/Archivo)
Fotografía tomada el 27 de mayo de 2019 en la que se registró a la entonces presidente del Tribunal Supremo Electoral (TSE), María Eugenia Choque, en La Paz (EFE/Martín Alipaz/Archivo)

La ayuda hizo necesaria una hazaña: los venezolanos lograron inscribir en el padrón electoral a 1.200.000 nuevos votantes en solamente diez días. La “carnetización” acelerada llevó a que los habilitados para votar superaran cinco millones primero y luego siete millones, que participaron en las elecciones de 2010, 2014, 2019 y 2020.

Todas esas elecciones dieron el triunfo al MAS con mayorías que llegaron a superar el nivel de 60% de los votos.

Las protestas que se produjeron después de las elecciones de 2019 reflejaron el disgusto de los electores por las formas groseras del fraude usadas en el conteo de los votos y la sorpresiva interrupción del registro rápido.

Y se sabe que en Bolivia se dan diferencias en el valor de los votos: los de las ciudades valen menos que los de áreas rurales para la elección de diputados nacionales. Hay “pueblos originarios” que eligen a un diputado con 300 votos, mientras que en las ciudades se requieren hasta 180.000.

Luego de la ayuda venezolana llegó la cubana. La fórmula es sencilla. En las elecciones votan no solamente los vivos y los muertos, sino también los ciudadanos que viven en el exterior y que no se anotaron en los consulados para votar. Aquellos que no se anotaron votan de todos modos en Bolivia, sin saberlo y algunos más de una vez.

Un ciudadano boliviano que vive en Londres tuvo que llegar para renovar su pasaporte y se enteró que, estando en esa ciudad, había votado en Bolivia en la última elección, y que lo había hecho tres veces, por lo que le cobraron una multa. No se atrevió a preguntar a quién había votado, para no molestar.

El método es usado, por supuesto, en Cuba y Venezuela, donde los ciudadanos que emigraron son tantos que permiten al partido de gobierno tener enormes ventajas, que rozan el nivel de 100%.

Las lecciones llegaron de dos dictaduras muy eficientes en el arte de permanecer gobernando sus países.

Por último, ahora ha quedado claro que el MAS no quiere que el censo revele cuánta migración interna existe, sobre todo de gente que parte del altiplano hacia Santa Cruz y que se refleje en la cantidad de diputados que tiene cada departamento. Esto es también una forma de fraude.

Y así se entiende por qué los bolivianos mantienen protestas durante más de un mes por la fecha del censo.

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