Este lunes la Policía paraguaya detuvo a Carlos César Pereyra Cardozo, un narco uruguayo que cargaba con una orden de captura internacional tras intentar traficar 417 kilos de cocaína desde Montevideo hacia Amberes (Bélgica), informó ABC.
La incautación había sido realizada en el marco del operativo “Amberes”, llevado a cabo en el año 2018. En esa instancia se incautó un contenedor de 40 pies que declaraba llevar fardos de lana hacia Bélgica.
Sin embargo, entre la Dirección Nacional de Aduanas (DNA) y la División de Investigaciones (Divin) de la Prefectura Nacional Naval detectaron que, en realidad, lo que ese contenedor llevaba era casi medio tonelada de cocaína camuflada en lana.
El cargamento estaba fraccionado en 368 paquetes y, tras su hallazgo, la fiscal Mónica Ferrero dispuso la detención de dos personas. Según pudo saber El País, uno de los dueños de la empresa era César Pereyra Cardozo, un residente de Montevideo de 58 años. Pero no era Pereyra quien aparecía como titular, sino que en su lugar había un adicto a la pasta base que cobró USD 1.000 para simular ser exportador. Este hombre habría recibido ropa nueva a cambio de firmar varios documentos.
En tanto, Pereyra Cardozo escapó de Uruguay y, posteriormente, Interpol Uruguay emitió una alerta roja para su captura. Según el jefe de Interpol Paraguay, Carlos Duré, esta detención que se da cuatro años después de la operación Amberes representa “una mano importante a Uruguay”.
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La captura fue fruto de un trabajo colaborativo entre Paraguay y Uruguay, y su detención ocurrió en la “vía pública”: “Estaba desarrollando actividades de comercio. Lo que hay que preguntarse es por qué eligió Paraguay para esconderse”, declaró Duré.
Por el caso ya habían sido condenados un despachante de aduana, un camionero, una funcionaria encargada de controlar los cargamentos y el hombre que firmó como titular de la empresa.
Uruguay como país clave en la entrada y salida de drogas
Según explicó días atrás Nicolás Centurión, un analista de crimen en Uruguay para el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE), “la atención de los narcos se focalizó en Uruguay, sobre todo en el puerto de Montevideo”.
Para explicar los motivos, el especialista señaló distintos factores como la ubicación, el interés en Uruguay de la organización criminal más grande de Sudamérica, y el aumento de la violencia.
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La geografía uruguaya, libre de grandes montañas y selvas, se presenta como un espacio propicio para que avionetas sobrevuelen el territorio y puedan dejar caer cargamentos de droga. Además, también resulta favorable para aquellos que quieren descender: “En 2018 se detectaron entre 700 y 800 pistas irregulares de aterrizaje”, explicó.
En ese sentido, la pequeña capacidad logística como también los escasos controles en los puertos se transforman en grandes impedimentos para el control del narcotráfico. “El principal puerto, el de Montevideo, un día sí y otro también se queda sin escáner o falla. El puerto de Nueva Palmira carece de escáner y, para sumar una cuestión más, la DEA le ha retirado la confianza a la Prefectura de Uruguay y tampoco tiene las mejores referencias de la Aduana”, señaló Centurión
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