Estas elecciones presidenciales serán recordadas por el cara a cara entre el presidente Jair Messias Bolsonaro y el aspirante Luiz Inácio Lula da Silva, tenso como la final de un Mundial. Pero también pasarán a la historia por su poder comunicacional, que utilizó todas las armas posibles, incluso las más sucias, para intentar convencer al votante más remoto. Y la mayor sorpresa, en medio de tanta tecnología y medios sociales, es que las cartas abiertas y los manifiestos vuelven a estar de actualidad.
La carta de Lula a los evangélicos, en la que el candidato presidencial resumió su visión del mundo en unas pocas frases para conquistarlos, ha provocado un debate en los últimos días. “La vida es sagrada”, escribe Lula, “es obra de las manos del Creador. Personalmente estoy en contra del aborto”. Y también pone en blanco y negro que está en contra del “baño unisex” y de los “pastores evangélicos que mienten”, refiriéndose a los evangélicos que en su mayoría son pro Bolsonaro. Parece muy lejano aquel 2002 en el que Lula, en su famosa carta al pueblo brasileño, no sólo decía cómo iba a montar su primer gobierno, que además resultó ser un éxito económico, sino que ofrecía a los votantes una versión noble de la política. “Brasil debe navegar en el mar abierto del desarrollo económico y social”, decía la carta, que realmente representaba un punto de inflexión para el país, “es con esta convicción que llamo a todos los que quieren el bien de Brasil a unirse en torno a un programa de transformaciones valientes y responsables”.
Pero Lula no es el único que escribe cartas abiertas en esta campaña electoral. Muchos otros sectores de la sociedad se han unido para hacer oír su voz o para apoyar a uno de los dos candidatos. Ayer fue la carta en apoyo a Lula de la comunidad japonesa que vive en Brasil. La firmaron 2.300 personas en un país que alberga la mayor comunidad japonesa fuera de Japón, con más de 1,6 millones de personas. “Jair Bolsonaro”, dice la carta, “no honra la democracia brasileña y debilita a las minorías”. Entre los firmantes se encontraba también Rodrigo Ohtake, hijo del famoso arquitecto Ruy Ohtake, fallecido el año pasado. Como reacción, otros miembros de la misma comunidad escribieron una carta de apoyo a Bolsonaro criticando a la otra. “Por respeto a nosotros y a nuestros antepasados, no podemos apoyar a un candidato líder de un grupo que ha malversado la mayor cantidad de dinero de todos los tiempos, ha saqueado Petrobras y ahora intenta volver al poder, es una afrenta a los brasileños y a todos nosotros”. Entre los firmantes se encuentran dos concejales de San Pablo, Aurélio Nomura, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), y George Hato, del Movimiento Democrático Brasileño (MDB).
Los alcaldes también han expresado su opinión. El miércoles, una representación de ellos, unas 500 personas, presentó a Bolsonaro y a Lula una carta abierta presionando para que se acelere la aprobación de las medidas para financiar los salarios de las enfermeras, una propuesta actualmente bloqueada por el Supremo Tribunal Federal (STF). En las mismas horas, dos ex jueces del STF, Carlos Ayres Britto y Sepúlveda Pertence, firmaron un manifiesto a favor de la elección de Lula, elaborado por los “Juristas en Defensa de la Democracia”, grupo liderado, entre otros, por el abogado Jorge Messias, ex asesor de la ex presidenta petista Dilma Rousseff. Firmado por unas 7.000 personas, entre ellas abogados, juristas, profesores y estudiantes de derecho, el texto es un rechazo “a las mentiras, las amenazas y la violencia. Estamos a favor de la democracia, de la justicia y de la vida. Votar por Lula en este momento significa defender el estado de derecho democrático”.
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Este regreso a las cartas abiertas y a los manifiestos se explica probablemente por la necesidad de la sociedad civil de hacer oír su voz y hacer valer sus reivindicaciones. Pero también es, quizás, una reacción a la proliferación de fake news por parte de ambos candidatos y al riesgo de censura denunciado con gran recelo por las distintas asociaciones brasileñas de periodistas. En un manifiesto de repudio publicado en las últimas horas, la Asociación Brasileña de Radios y Televisiones (ABERT) “considera preocupante la escalada de decisiones judiciales que interfieren en la programación de las emisoras, reduciendo la libre circulación de contenidos periodísticos, ideas y opiniones”. El artículo 220 de la Constitución brasileña prohíbe la censura, una herencia de la dictadura en la que cuando los periódicos censuraban la información ponían recetas de cocina en lugar de artículos. Recetas que han sido publicadas en protesta en los últimos días por algunos medios censurados como la emisora Jovem Pan y la productora de videos Brasil Parallelo. ABERT se refiere en su nota a la reciente decisión del Tribunal Superior Electoral (TSE), que a petición del Partido de los Trabajadores, el PT de Lula, prohibió a los periodistas de la emisora de radio y televisión Jovem Pan hablar de los juicios de Lula y del hecho de que “Lula en la primera vuelta fue el candidato más votado en las cárceles”. La sanción es de 25.000 reales, unos 5.000 dólares por día. Editores y periodistas se declararon víctimas “de la censura”. El PT había pedido el cierre completo de las emisiones de la Jovem Pan porque, en su opinión, el canal promueve una “información no igualitaria” entre los dos candidatos.
Para muchos expertos, esto de apretar el acelerador de la censura podría costarle caro a Lula y suicidarlo políticamente el 30 de octubre. “Nunca antes en la historia de las elecciones de este país había sucedido que un candidato utilizara tanto su posición de fuerza en el TSE para censurar lo que dice su adversario”, escribe José Roberto Guzzo en un mordaz editorial en el diario Estado de São Paulo. “Sin embargo, ahora Lula también quiere censurar lo que él mismo ha dicho en el pasado en público”, es decir que la naturaleza le había hecho un gran favor a Brasil cuando le envió el COVID-19. Guzzo también añade que “Lula cree que es más seguro para su candidatura no responder a las preguntas, no comprometerse a nada, repetir estupideces como ‘voy a devolver la felicidad a este país’. Dice que todo el mundo lo conoce y que no le debe explicaciones a nadie. Este es su proyecto de gobierno”.
El TSE, con su presidente Alexandre de Morães, también amplió ayer sus atribuciones para eliminar de las redes sociales los mensajes considerados “fraudulentos”, sin necesidad de consultar a otras partes. Este papel en los países democráticos lo desempeñan las propias plataformas, que cuentan con personal encargado de vigilar el cumplimiento de las normas. La novedad en Brasil es que si hasta hace unos días el TSE tenía que ser activado por los equipos de comunicación de los candidatos o por el Ministerio Público para actuar, ahora el TSE puede proceder por iniciativa propia, creándose la paradoja democrática de permitir que un tribunal decida lo que es merecedor de ser publicado y lo que no, y aplicar la censura preventiva.
Es el caso del documental de la productora Brasil Paralelo “¿Quién decidió matar a Jair Bolsonaro?” en el que se contaba la historia del apuñalamiento del presidente durante la campaña electoral de 2018, que fue prohibido antes incluso de ser distribuido. Fue precisamente en relación con la censura del documental que el tribunal del TSE ayer se dividió. El juez Raúl Araujo dijo que el TSE debe actuar con “parsimonia, cuidado y timidez” para no incurrir en “censura” o “activismo”. El argumentó que el tribunal debería anular la prohibición de exhibir el documental. El juez Carlos Horbach fue aún más rígido, y argumentó que las alegaciones presentadas por la Coalición del ex presidente Lula no son suficientes para autorizar la adopción de “medidas drásticas”. El veto puede ser un “veneno o una droga” según la jueza Carmen Lucia que, aunque admite que la censura “es inconstitucional”, consideró que “se trata de una situación muy excepcional” y abrió mano a la censura hasta el 30 de octubre.
Además, el TSE arremetió contra el llamado “gabinete del odio” supuestamente creado por los hijos de Bolsonaro y abrió una investigación al hijo del presidente, Carlos, acusado de crear un “ecosistema de informaciones falsas”. El TSE llegó a censurar una declaración de uno de los antiguos jueces del STF, Marco Aurélio Mello, a la cadena de televisión Band, en la que el magistrado decía que Lula no era inocente porque dos juicios contra él habían prescrito tras ser trasladados de Curitiba a Brasilia. El extracto, utilizado por la campaña de Bolsonaro, fue prohibido por el TSE porque “lleva el votante a la falsa información de que Lula no es inocente”.
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