Tras el debate del pasado domingo, al estilo de una final del Mundial, el candidato Luiz Inácio Lula da Silva ha decidido que hasta el ballotage del 30 de octubre hablará solo. Apenas aceptará enfrentarse con el presidente Jair Messias Bolsonaro en el debate organizado el 28 en los estudios de la TV Globo.
El actual mandatario, por tanto, hablará solo en el debate televisado del viernes 21 promovido por el diario Estado de São Paulo, Rádio Eldorado, la televisión SBT, CNN Brasil, la revista Veja, el portal Terra y Rádio Nova Brasil. Bolsonaro hablará solo también el domingo 23 de octubre, en la TV Record, y muchos se preguntan si estas dos renuncias de Lula no acabarán beneficiando a su rival, que tendrá las cámaras para él durante más de una hora en ambos casos.
La estrategia del ex presidente es ahora correr en solitario entregándose a soliloquios online. El martes, el podcast Flow que le acogió durante más de una hora y media registró un millón de oyentes, el doble de los que Bolsonaro consiguió antes de la campaña electoral, también en el mismo podcast. Sin embargo, incluso el presidente en funciones ha sucumbido al encanto de los podcasts, y en el organizado anoche por “o Antagonista” llegó a casi 550.000 visualizaciones en YouTube.
Pero, ¿qué más puede dar un podcast que un debate ante la audiencia televisiva? Ciertamente, la ausencia de contradicción y tensión. Sin embargo, el pathos, aunque sea involuntario, está asegurado. Tanto Lula como Bolsonaro, relajados y galvanizados por el medio, sin darse cuenta, deslizaron una serie de declaraciones que por sí solas pondrían los pelos de punta a cualquiera.
Preguntado por su proyecto de regular los medios de comunicación, Lula respondió diciendo que “nadie quiere una regulación como la de Cuba”, y añadió que “estoy en contra de la censura, pero necesitamos una regulación que permita a la oposición y a los que se han sentido ofendidos tener un derecho de réplica”. Un derecho, el de réplica, que sin embargo ya existe ampliamente en la legislación brasileña con la Ley 13.188, de 2015. Además de la libertad de prensa, Lula también ha perdido sus inhibiciones en otro tema de vital importancia para miles de mujeres brasileñas pobres: el aborto. Dejando de lado cualquier progresismo y lo que dijo hace 5 meses, Lula declaró cándidamente que estaba en contra del aborto “porque no es bueno para nadie” y luego añadió que “quien debe decidir sobre el aborto es la ley” olvidando que el presidente en Brasil participa en el proceso legislativo.
Lula arremetió después contra el campeón de fútbol Neymar, que en los últimos días había expresado su apoyo a Bolsonaro. “Neymar tiene derecho a elegir al presidente que quiera. Creo que tiene miedo de que, si gano las elecciones, sepa que Bolsonaro le ha perdonado la deuda del impuesto sobre la renta. Creo que por eso me tiene miedo”. Neymar se enfrenta a un juicio en España por presuntas irregularidades fiscales cuando fue traspasado al equipo de esa ciudad, mientras que en Brasil la causa contra él por fraude fiscal ha beneficiado hasta ahora al jugador con “decisiones favorables”.
Por último, no faltó la acusación de pedofilia contra Bolsonaro. Bajo acusación estaba la frase “pintó un clima”, que el presidente suele utilizar para decir “se había creado una situación” pero sin ninguna connotación sexual, pronunciada el sábado para describir una reunión, inclusive transmitida en vivo por la CNN Brasil, que había tenido con adolescentes venezolanas refugiadas en Brasil. “Bolsonaro se está comportando como un pedófilo”, dijo Lula, “se dio cuenta de eso, se asustó y trató de justificarse lo antes posible”.
Más allá de las acusaciones e insultos, Lula no hizo ninguna mención a su plan económico en caso de victoria, a pesar de que en las mismas horas se publicó en la prensa brasileña la transcripción de una charla confidencial organizada por el think tank estadounidense Eurasia. En ella, el ex presidente del Banco Central de Brasil y ex ministro de Economía Henrique Meirelles, que apoya a Lula, reveló toda la incertidumbre en el frente económico de la estrategia del candidato y no descartó las posibilidades de Bolsonaro de ser reelegido.
Según Meirelles, si el primer mandato de Lula fue muy responsable desde el punto de vista fiscal, el segundo fue menos y más abierto a las exigencias de la política. El tercer gobierno del PT con Dilma Rousseff incluso terminó en recesión. “El problema es entender cuál de los tres modelos puede adoptar Lula si gana”, dijo Meireilles. “Si se considera el programa de gobierno insinuado por Lula, y que prevalece en este momento, tenemos malas noticias. El plan se elaboró con una visión similar a la del tercer gobierno del PT”. Tras el eco mediático de estas declaraciones, Meireilles volvió más tarde sobre sus pasos, diciendo que había sido “malinterpretado” y que no había dicho nada que no hubiera sido ya publicado en los diarios.
También en el podcast en el que participó Bolsonaro, él del sitio de noticias “O Antagonista” no faltaron declaraciones sorprendentes. Especialmente sobre el medio ambiente. Defendiendo a su ex ministro Ricardo Salles, Bolsonaro dijo: “Fui yo quién lo orientó a debilitar los poderes fiscales de los funcionarios encargados de controlar los delitos e infracciones ambientales”. Incluso añadió que fue él quien le dijo a Salles que “era necesario reducir las multas y el poder de los funcionarios para no multar en cualquier situación. No soy un experto en legislación medioambiental, pero sé que resolvió el asunto”. Salles tuvo que dimitir en junio de 2021 tras ser acusado de un delito medioambiental por favorecer a productores de madera ilegales.
Antes de llegar al estudio de “O Antagonista”, Bolsonaro se había reunido con 350 alcaldes que le entregaron una carta también presentada a Lula en la que exigían un aumento del 1,5% en el Fondo de Participación de los Municipios. “Quiero crear una secretaría de alcaldes”, dijo el presidente en el podcast, “para mejorar su relación con el gobierno federal” ya que “son el punto final de nuestra gestión política”.
Bolsonaro hizo un balance de su gobierno pero también una autocrítica. “Siempre hay que aprender. Cuando me equivoco casi no duermo”. Reconoció la dificultad para formar su equipo ministerial cuando fue elegido en 2018. “Desde el principio recibí presiones para los ministerios e indicaciones políticas para el Banco do Brasil, la Caixa Económica Federal y las empresas estatales. No hay que aceptar las presiones por indicación política aunque a veces tengo que ceder, no en su totalidad sino en parte”.
A continuación, el presidente se refirió a la cuestión, muy actual, de la censura ejercida por el Tribunal Superior Electoral y su presidente Alexandre de Morāes, y denunciada por las principales asociaciones de periodistas brasileñas. “Por lo que parece, pero no puedo decirlo, es que alguien del Poder Judicial tiene interés en un candidato. Tanto es así que la censura sólo existe para nosotros”. Sobre la posibilidad de una nueva ley de medios de comunicación, dijo que “ninguna ley puede poner un límite a la libertad de expresión”.
Inevitable además la alusión al voto evangélico muy buscado por Lula, que ayer mismo presentó una carta para ellos. “Lula escribe ahora que no está a favor del aborto”, dijo Bolsonaro, “¿y por qué se retracta de su posición? Porque quiere recuperar el apoyo perdido. Pero no tendrá éxito”. Finalmente sobre el ‘bolsonarismo’, el presidente niega su existencia, diciendo que sólo hay un movimiento organizado de derecha. “Los ‘tránsfugas’ de este movimiento se han distanciado por iniciativa personal. No he perseguido a nadie”.
Si bien los podcasts tienen la ventaja de atraer a grandes audiencias, aún no está claro cuántos votos desplazan realmente. Por el momento, la diferencia entre Lula y Bolsonaro se mantiene similar a la de las encuestas anteriores, con una ligera remontada del presidente, como revelan los dos últimos sondeos. Para Quest Lula lidera con el 53% de los votos válidos mientras que Bolsonaro le sigue con el 47%. Para Datafolha Lula va por delante con 52% de los votos válidos mientras que Bolsonaro le sigue con 48%.
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