El 28 de enero pasado, Francisco Javier Téllez, de 22 años, salió de Nicaragua rumbo a Estados Unidos, sin avisarle a muchos. Un mes después una hermana recibió una última llamada de él, cuando estaba a punto de cruzar el Río Bravo, que sirve de frontera entre México y Estados Unidos.
Después de eso no se supo más de Téllez hasta que el 27 de agosto, la organización Texas Nicaraguan Community informó a la familia en Nicaragua que su cuerpo estaba en la Morgue de Webb Country Medical Exam, de la ciudad de Laredo, Texas, en el borde sur de Estados Unidos.
“Desde esa fecha nosotros hemos estado en una batalla para repatriar el cuerpo de mi sobrino y ha sido imposible”, dice Oscar Navarrete, tío del migrante muerto. “El consulado solo nos ha respondido a una llamada que le hizo mi sobrina, donde ellos se lavan las manos y dicen que no tienen nada que ver, que ellos no han recibido nada de la morgue”.
Texas Nicaraguan Community, una organización de nicaragüenses fundada en 2018 para ayudar a los migrantes, ha denunciado que el consulado nicaragüense en Texas es uno de los principales obstáculos que encuentran los nicaragüenses cuando enfrentan la dolorosa necesidad de repatriar el cuerpo de un familiar que murió intentado llegar a Estados Unidos.
“Hay una crisis enorme en Estados Unidos”, dice una vocera de organización humanitaria durante una conferencia virtual, después de hacer un recorrido por morgues buscando los cuerpos de nicaragüenses dados por desaparecidos en la frontera mexicana-estadounidense. “Hay una cantidad aún desconocida de cuerpos que se encuentran en estado de anonimato, no identificados, específicamente en la morgue de Laredo, Texas. Hay más de 300 cuerpos en esa morgue que están en un estado de no identificado”.
Según esta organización, una vez que se pierde el contacto con un migrante en la frontera estadounidense, un familiar debe ir al Ministerio de Gobernación a reportar la desaparición, Gobernación pasa ese reporte al consulado o a la embajada que le corresponda, y el consulado se lo tiene que pasar a la morgue para que avance el proceso de repatriación del cadáver.
Cuando el cadáver queda del lado mexicano, el proceso de repatriación resulta menos engorroso, que cuando queda del lado estadounidense, dice Texas Nicaraguan Community. “A final es una suerte si el cuerpo se recupera del lado mexicano”, dice una vocera de la organización.
“Los procesos son lentos del lado de Estados Unidos porque, con nombre y apellido lo voy a decir, el cónsul de Houston, Samuel Ramón Trejos Córdoba, no está colaborando en el proceso”, agrega. “El proceso está siendo lento y lastimosamente hay un cuerpo de un muchacho que se llama Kelvin Antonio Torres que desde el 16 de mayo quedó del lado de Estados Unidos y hasta la fecha necesita una prueba de ADN y la familia no ha podido hacerla porque no hay ninguna comunicación del consulado que haya mandado el caso oficialmente a Nicaragua”.
Unos cincuenta nicaragüenses han muerto en lo que va de este año, buscando llegar a Estados Unidos. La mayoría de ellos fallecieron por ahogamiento cuando intentaron cruzar el río Bravo. En el último año Texas Nicaraguan Community ha repatriado, desde México a Nicaragua, 31 cuerpos.
La muerte de un migrante representa una tragedia mayúscula para la familia que deja en Nicaragua. Al dolor de la propia muerte se le añaden los grandes costos de repatriación del cadáver, los engorrosos trámites legales, el acecho de los estafadores y, en el caso de Texas, la indolencia del consulado nicaragüense.
La repatriación de un cadáver desde México hacia Nicaragua cuesta entre tres mil y cuatro mil dólares Desde Estados Unidos la cifra sube a entre cinco mil y hasta 12 mil dólares, según la funeraria que haga el trámite y en lugar en que se encuentre el cuerpo.
La familia Téllez está dispuesta a pagar los 5,500 dólares que cobra una funeraria para llevar el cuerpo de Francisco Javier hasta el aeropuerto de Managua. Sin embargo el proceso no avanza porque debe ser identificado legalmente y para ello es necesario el aval del consulado de Nicaragua en Houston.
“Cuando mi sobrino entró a México le tomaron las huellas dactilares, y esas huellas las recuperó la Texas Nicaraguan Community y se las pasó a la gente de la morgue para hacer la comparación y ellos gentilmente cooperaron. Hicieron dos intentos. No sabemos científicamente qué ocurrió. Probablemente, especulando, tal vez el cuerpo de mi sobrino estaba en avanzado estado de descomposición y no se pudieron tomar bien las huellas”, dice Navarrete.
“Ahora nos están pidiendo que hay que hacer una prueba de ADN, pero el problema es que necesitamos el aval del consulado para esas muestras de ADN. Mientras el consulado no las apruebe no son oficiales y no pueden ser válidas. Igualmente para la repatriación del cadáver ellos tiene que tomar cartas en el asunto y decirle a la gente de la morgue que procedan. Es un trámite burocrático que no dura nada, que solo es un correo electrónico, una llamada pero ellos no tienen la voluntad de ayudar”, añade.
Ni siquiera se sabe en Nicaragua de qué murió Francisco Javier Téllez. “No tenemos un parte médico que diga que se murió ahogado, le dio un infarto o lo asesinaron. Nada de eso sabemos porque la morgue no nos puede dar eso sin el consentimiento del consulado”, afirma Navarrete que calcula que su sobrino tiene ya unos ocho meses de muerto.
Por ahora solo van guardando cada comunicación con el Consulado de Houston para demostrar que sí se hizo la gestión que la sede diplomática niega. “La misma gente de Texas Nicaraguan Community nos sugirió que todo comunicación que tuviéramos con ellos fuera grabada para dejar constancia porque ellos acostumbraban a lavarse las manos y no asumir sus responsabilidades o sus culpas”, dice.
SEGUIR LEYENDO: