Los dos candidatos que competirán en el ballotage en Brasil, el presidente, Jair Bolsonaro; y el ex mandatario Lula da Silva, intensifican sus campañas con vistas al próximo 30 de octubre. Bolsonaro recibió el apoyo de más líderes religiosos y Lula prometió recuperar las industrias naval y petrolera.
El actual presidente recibió este jueves en la ciudad de Recife el apoyo de varios líderes religiosos, principalmente de pastores evangélicos de la región noreste, la más pobre del país.
El Consejo de Ministros Evangélicos de Brasil (Cimeb), encabezado por el influyente pastor Silas Malafaia, fundador de la iglesia Asamblea de Dios Victoria en Cristo y fiel escudero de Bolsonaro, declaró el apoyo a la reelección del gobernante.
“Esta es una lucha del bien contra el mal y Bolsonaro es un ungido de Dios para gobernarnos y librarnos de comunismo”, declaró Malafaia, en un discurso prácticamente calcado por los otros presidentes de las entidades evangélicas que integran el Cimeb, que reúne 8.000 templos.
Además de los líderes evangélicos, Bolsonaro recibió en Recife el respaldo de algunas congregaciones de espiritistas del país y del arzobispo de la iglesia Episcopal Carismática de Brasil, Paulo Garcia.
Bolsonaro reafirmó ante los líderes religiosos su compromiso en defensa de los “valores de la familia” y su oposición radical contra el aborto y las drogas.
“Mientras salía de la Asamblea de la ONU ofreciendo asilo a los padres y monjas perseguidas por el Gobierno de Nicaragua, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, otro amigo de Lula, defendía la despenalización de drogas como la cocaína”, aseveró el mandatario.
La lucha por el voto religioso está siendo un tema central de la campaña electoral, hasta el punto que el Episcopado católico condenó el pasado martes el uso de la fe como una herramienta para captar votos.
Lula prometió recuperar las industrias naval y petrolera
El ex mandatario, favorito para la segunda vuelta electoral, prometió “recuperar” las industrias naval y petrolera como grandes generadores de empleo en el país.
Lula, candidato de un amplio frente progresista, insistió en una breve rueda de prensa en Aracaju, capital del estado de Sergipe, que, si vuelve al poder, la “prioridad máxima” será “combatir el hambre”, que hoy afecta a unos 33 millones de brasileños. Para ello, aseguró que impulsará un “conjunto de políticas” con la intención de “generar empleos inmediatamente”.
Hoy, el índice de desempleo en Brasil se ubica en el 8,9 %, lo equivale a casi 10 millones de personas en busca de trabajo.
Aunque se trata de la tasa más baja desde mediados de 2015, el número de trabajadores informales está en niveles récord al representar cerca del 40 % de la fuerza laboral del país.
En este contexto, Lula, que ganó la primera vuelta de las elecciones con un 48,4 % de los votos, unos cinco puntos más que Bolsonaro, afirmó que quiere crear empleo a través de la construcción civil.
En la misma dirección, también prometió “recuperar” las industrias naval y petrolera, y “crear políticas de incentivo al pequeño y mediano emprendedor” por medio de “créditos” en condiciones favorables.
“El Gobierno tiene que ser el inductor” de “facilitar la vida de las personas para que tengan acceso a todo, incluido crédito”, indicó.
(Con información de EFE)
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