La reaparición del cólera en Haití, que ha detectado sus primeros casos de esta enfermedad en tres años, pone en peligro el bienestar y la salud de 1,2 millones de niños que viven en la capital, Puerto Príncipe, y su área metropolitana, ha alertado el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).
La agencia entronca esta emergencia sanitaria, que suma ya al menos siete muertos, con la incertidumbre y la inseguridad en que vive sumido Haití. El representante de UNICEF, Bruno Maes, ha señalado que “muchas de las familias haitianas más pobres no tienen otra opción que beber y usar agua no potable”, un factor de riesgo para el contagio.
“Las familias no pueden comprar jabón para lavarse las manos, no se recoge la basura en las calles, los hospitales están cerrados o no pueden operar. Todos estos ingredientes han convertido a Haití en una bomba de relojería para el cólera. Ahora ha explotado”, ha agregado.
Los casos, las primeras muertes por cólera reportadas en tres años, se produjeron en una comunidad llamada Dekayet en el sur de Puerto Príncipe y en el barrio marginal costero de Cite de Soleil, controlado por pandillas, donde miles de personas viven en condiciones de hacinamiento e insalubridad.
En el epicentro del brote de cólera, una quinta parte de los niños menores de cinco años sufren desnutrición y UNICEF no descarta que, hambrientos y sin atención, “muchos” menores puedan morir víctimas de la enfermedad. El anterior brote, concluido en 2018, dejó casi 10.000 fallecidos en total.
En el ámbito estrictamente sanitario, 17 de los 22 grandes centros médicos pueden terminar cerrando por falta de combustible y unos 50.000 niños y niñas y recién nacidos podrían no recibir atención médica en las próximas semanas. Además, los grupos armados controlan el puerto de la capital, lo que lasta el reparto de suministros.
Maes ha advertido de que “el cólera puede propagarse fácilmente como un reguero de pólvora por todo Haití si las personas siguen sin tener acceso a los servicios básicos de salud, agua e higiene, o estos tienen un acceso limitado debido a la inseguridad”. Por ello, ha planteado como prioridad adquirir y repartir agua potable, cloro y jabón, pero también “encontrar formas de llegar a las familias más pobres en las áreas controladas por las pandillas”.
El domingo, Caribbean Bottling Company dijo que ya no podía producir ni distribuir agua potable porque sus reservas de diesel estaban “completamente agotadas”, y agregó que la falta de un recurso tan vital afectaría a “todos los sectores de la sociedad”.
La última epidemia de cólera en Haití enfermó a más de 850.000 personas en un país de más de 11 millones, marcando uno de los peores brotes mundiales de la enfermedad prevenible en la historia reciente.
Se culpó a las fuerzas de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas de Nepal por introducir el cólera en el río más grande de Haití en octubre de 2010 a través de las aguas residuales. Desde entonces, la ONU ha reconocido que desempeñó un papel en la epidemia y que no ha hecho lo suficiente para ayudar a combatirla, pero no ha dicho específicamente que introdujo la enfermedad.
Haití habría sido declarado libre de cólera por la Organización Mundial de la Salud solo después de alcanzar tres años consecutivos sin nuevos casos.
(con información de EP y AP)
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