Jair Bolsonaro, el mayor referente de la extrema derecha latinoamericana busca mantener viva la expectativa de una reelección

El presidente de Brasil llega a la primera vuelta electoral con todas las encuestas en contra pero lejos de mostrase intimidado, afima que todavía hay esperanzas “en la batalla contra el mal”

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El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, saluda a sus simpatizantes mientras es protegido por un guardia de seguridad en un acto de campaña en Belem, Brasil, el 22 de septiembre de 2022.
El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, saluda a sus simpatizantes mientras es protegido por un guardia de seguridad en un acto de campaña en Belem, Brasil, el 22 de septiembre de 2022.

El presidente de Brasil, el ultraderechista Jair Bolsonaro, llega a la primera vuelta del 2 de octubre con el desafío de mantener viva la expectativa de una reelección.

Este excapitán del ejército nostálgico de la dictadura militar (1964-1985), de 67 años, intentará el domingo garantizar una segunda vuelta, el 30 de octubre, con el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, favorito en los sondeos.

Según las últimas encuestas, el mandatario enfrenta un escenario adverso, inclusive con la posibilidad de ser derrotado por Lula en primera vuelta.

Bolsonaro pasó de advertir, en el comienzo de la campaña, que un posible fraude podría estar gestándose -alegando sin pruebas fallas en el sistema electrónico de votación-, a enfocarse en atacar las encuestas.

“Aquí no está la mentirosa Datafolha, aquí es nuestro +Datapueblo+”, dijo Bolsonaro el 7 de septiembre, en un acto ante una multitud en Brasilia.

El presidente ha planteado los comicios como una batalla entre “el bien y el mal”.

En sus casi cuatro años en el poder, Bolsonaro no ha alterado su gusto por los exabruptos, los desafíos a las instituciones y la polarización de la sociedad brasileña.

Admirador del expresidente estadounidense Donald Trump, Bolsonaro sigue contando con el apoyo de buena parte de quienes le auparon en 2018: los influyentes ‘lobbies’ de las armas y el agronegocio y el vasto electorado evangélico.

Al mismo tiempo, ha intentado atraer a la población más vulnerable con nuevas ayudas sociales.

REUTERS/Adriano Machado
REUTERS/Adriano Machado

Su mandato ha estado marcado por las crisis, empezando por la pandemia del covid-19, que definió de “gripecita”, al tiempo que criticó las vacunas, susceptibles de convertir a uno en “cocodrilo”.

Tras oponerse a las medidas de prevención y a la campaña de vacunación, Bolsonaro aseguró no ser “culpable de nada”, pese a que una comisión de investigación parlamentaria defendió su inculpación por “crímenes de lesa humanidad”. A día de hoy, 685.000 personas murieron en Brasil por covid.

Con la misma actitud desafiante enfrentó las cerca de 140 solicitudes de juicio político presentadas en el Parlamento y la apertura de varias investigaciones en su contra en el Supremo Tribunal Federal, en particular por desinformación.

Por este motivo, atacó frontalmente a la justicia, hasta el punto de amenazar con dejar de acatar las decisiones de la máxima corte.

Plataformas como YouTube y Facebook también tomaron medidas contra el ultraderechista retirando algunos de sus videos con declaraciones falsas.

Desdeñando los medios tradicionales, Bolsonaro se comunica directamente con sus millones de suscriptores en las redes sociales.

Desde la semana pasada, decidió hablar todos los días hasta el domingo de elección a través de transmisiones en vivo por internet.

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“Outsider”

En el plano internacional, criticó duramente a varios líderes extranjeros, a la vez que se mostró “neutral” sobre la invasión de Ucrania ordenada por el presidente ruso, Vladimir Putin, con quien se reunió en Moscú semanas antes de la guerra.

Una de las polémicas más violentas la protagonizó con el presidente francés, Emmanuel Macron, en 2019, cuando ardía la Amazonía, donde la deforestación batió récords bajo su mandato.

Bolsonaro llegó al poder con un discurso anticorrupción, presentándose como un “outsider”, aunque había sido diputado federal durante tres décadas.

Este hombre de ojos azules y sintaxis simple, a menudo vestido con una camisa por fuera del pantalón, sedujo al 55% de los brasileños, a pesar de sus declaraciones racistas, misóginas y homófobas.

Había prometido además acabar con la violencia, la izquierda “podrida” y la crisis económica, que la pandemia contribuyó no obstante a agravar.

Su gobierno, sujeto a múltiples remodelaciones, recayó en manos de varios militares, como el vicepresidente, Hamilton Mourao.

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“Dios por encima de todos”

Jair Messias Bolsonaro nació en 1955 en Glicério, un pequeño pueblo en el interior de Sao Paulo, en una familia de origen italiano. Aprendió a pescar y con su padre, Percy Geraldo Bolsonaro, ‘garimpeiro’ en la selva de Pará durante los años 1980, también a buscar oro.

Fue a la academia militar en Rio de Janeiro y entró a la vida castrense, salpicada de episodios de insubordinación.

En 27 años como diputado en Brasilia, fue autor de solo dos proyectos de ley que resultaron aprobados.

Este defensor de la familia que se define católico ha tenido cinco hijos de tres matrimonios.

Su esposa actual, Michelle, es una ferviente evangélica que ganó protagonismo en la campaña, en la que Bolsonaro ha vuelto a esgrimir su lema “Brasil por encima de todo. Dios por encima de todos”.

Bolsonaro está muy unido a sus tres hijos mayores, todos funcionarios electos, actualmente investigados por sospechas de corrupción o difusión de informaciones falsas. Después de sufrir un ataque con arma blanca en plena campaña electoral en 2018, Bolsonaro sufre problemas intestinales, posiblemente crónicos, que lo han llevado al hospital en varias ocasiones.

Con información de AFP

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