El dictador de Nicaragua, Daniel Ortega, arremetió este miércoles contra la Iglesia Católica, a la que acusó de no practicar la democracia, y de ser una “dictadura perfecta”.
Durante un acto en ocasión del 43 aniversario de la Policía Nacional y transmitido en cadena de radio y televisión, Ortega también acusó a la Iglesia Católica que dirige el papa Francisco de haber utilizado “a sus obispos en Nicaragua para dar un golpe de Estado” a su régimen en el marco de las manifestaciones que estallaron en abril de 2018 por unas controvertidas reformas a la seguridad social.
“¿Desde cuándo los curas están para dar golpe de Estado y desde cuándo tienen autoridad para hablar de democracia?”, cuestionó el líder sandinista.
“¿Quién elige a los curas, a los obispos, al papa, a los cardenales?, ¿Cuántos votos?, ¿Quién se los da?”, continuó.
Ortega dijo que si la Iglesia Católica quiere hablar de democracia, debería empezar “por elegir con el voto de los católicos al papa, a los cardenales, a los obispos, a los sacerdotes, sino que todo es impuesto, es una dictadura, la dictadura perfecta, es una tiranía, la tiranía perfecta”.
Para el antiguo guerrillero marxista, que ahora se define como católico, la Iglesia Católica no tiene autoridad para hablar de democracia, porque “los obispos son nombrados de dedo de parte de alguien que no ha sido electo por el pueblo, sino por un grupo de cardenales”.
“Le diría a su santidad, el papa, con todo respeto, a las autoridades de la Iglesia Católica, yo soy católico, que como católico no me siento representado por todo lo que conocemos de esa historia terrible, pero también por el hecho que lo oímos hablar de democracia y no practican la democracia”, alegó.
A juicio de Ortega, “sería una revolución que al papa lo eligiera el pueblo católico del mundo”.
ACUSÓ A JERARCAS DE PEDIR SU MUERTE
Asimismo, el líder sandinista volvió a tildar de “golpistas” a “algunos obispos” de Nicaragua y los acusó de encubrir a una “banda de asesinos” que, según dijo, intentaron derrocarlo y asesinarlo en el marco de las manifestaciones antigubernamentales de hace cuatro años, en la que se pidió su dimisión por responder con la fuerza.
Según el dictador, “algunos curas, algunos obispos, llamaron a la gente a que me metieran plomo (balas), qué esperaban para matarme”, aunque no ofreció pruebas.
Es decir, agregó, era “una banda de asesinos encubierta con la Iglesia Católica” de Nicaragua.
El obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Managua, Silvio Báez, calificó de mentiroso y cínico a Ortega por los señalamientos a la Iglesia Católica y a los religiosos nicaragüenses.
“¡Cuánta ignorancia, cuánta mentira y cuánto cinismo! Un dictador dando lecciones de democracia; alguien que ejerce en forma ilegítima el poder, criticando la autoridad que Jesús otorgó a su Iglesia; alguien que es ateo, lamentándose de no sentirse representado por la Iglesia”, escribió en un tuit el obispo, quien se encuentra fuera del país desde hace 41 meses por decisión del papa Francisco por motivos de seguridad.
IGLESIA-ESTADO: UN AÑO CONVULSO
El discurso de este miércoles del líder sandinista es el capítulo más reciente de un último año especialmente convulso para la Iglesia Católica de Nicaragua con el régimen de Ortega, quien ha tildado de “golpistas” y “terroristas” a los religiosos.
Este año, el sandinismo expulsó del país al nuncio apostólico Waldemar Stanislaw Sommertag y a 18 monjas de la orden Misioneras de la Caridad, fundada por la Madre Teresa de Calcuta.
También mantiene bajo arresto a ocho sacerdotes, incluyendo al obispo Rolando Álvarez, quien fue sustraído por agentes policiales la madrugada del viernes 19 de agosto, junto a otros cuatro presbíteros, dos seminaristas y un camarógrafo del palacio episcopal de la diócesis de Matagalpa, después de haber estado 15 días confinados.
Además, el Ejecutivo cerró nueve estaciones de radio católicas y sacó de la programación de la televisión por suscripción a tres canales católicos.
La Policía Nacional, que dirige Francisco Díaz, consuegro de Ortega, además ingresó por la fuerza y allanó una parroquia, impidiendo a los feligreses recibir la eucaristía dentro del templo y sitiando a otros sacerdotes en sus iglesias, prohibido procesiones con imágenes de los santos, entre otros.
Las relaciones entre los sandinistas y la Iglesia Católica de Nicaragua han estado marcadas por roces y desconfianzas en los últimos 43 años.
(Con información de EFE)
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