Las elecciones brasileñas de 2022 serán recordadas no sólo por la polarización entre Lula y Bolsonaro, sino también por el alto número de mujeres entre los candidatos. Más de 9.000 de ellas, es decir, el 33,81% de los candidatos, se presentan este año a un cargo público. Es la cifra más alta de la historia. A esto hay que añadir el peso de las mujeres también como votantes, ya que el 52% de los votos son femeninos. Después de Dilma Rousseff, la primera presidenta de Brasil, al frente de un gobierno que fue muy criticado sobre todo por su política económica, hasta cuatro candidatas aparecen en la disputa por el Palacio del Planalto este año. Dos de ellas, Simone Tebet, del Movimiento Democrático Brasileño (MDB), y Soraya Thronicke, de la Unión Brasil, participaron en todos los debates televisados, incluso en el único en el que estuvieron presentes tanto el actual presidente Jair Messias Bolsonaro como su gran contendiente Luiz Inácio Lula da Silva.
Las otras dos, Vera Lúcia, del Partido Socialista de los Trabajadores Unificado (PSTU), y Sofía Manzano, del Partido Comunista de Brasil (PCB), son menos mediáticas pero igualmente conocidas. La primera es una veterana militante del PSTU de casi treinta años y ya se había presentado a las elecciones de 2018. La segunda ya fue candidata a la vicepresidencia en 2014 junto a su compañero de partido Mauro Iasi, tras una militancia política también en su caso de unos treinta años.
El hecho de que sean mujeres, sin embargo, no amortigua los enfrentamientos electorales y no faltan las críticas de una a otra. Para Sofía Manzano, “algunas candidatas se aprovechan más del hecho de ser mujeres que de situar la lucha feminista en las elecciones”, dijo. Vera Lúcia se hizo eco de sus palabras y, refiriéndose a su rival Simone Tebet, declaró: “¿Cómo puede una mujer así responder a las necesidades de las mujeres? También somos víctimas de la explotación y la opresión de clase que ella representa”. Tebet, acusada por algunos candidatos de defender los intereses del lobby del agronegocio, en el último debate televisado por el canal de televisión SBT al que asistió Bolsonaro pero no Lula, salió con una frase desconcertante: “Estoy en contra del aborto. Soy católica, soy cristiana, pero también soy feminista”.
Aborto
De las cuatro candidatas, en definitiva, sólo Lúcia y Manzano defienden la legalización del aborto. Así, son principalmente las mujeres las que hunden un tema que es tabú incluso en la campaña electoral de los dos candidatos favoritos, no sólo Bolsonaro sino también Lula. De hecho, el ex presidente de los pobres se ha retractado de su declaración de los últimos meses de que “todo el mundo debería tener este derecho”. Ahora, incluso en su página web oficial aparece en letras grandes la frase “Lula no está a favor del aborto”.
Brasil pierde así otra oportunidad de abordar un problema que afecta al menos a un millón de mujeres, según datos presentados en una audiencia pública en el Supremo Tribunal Federal (STF) en 2018. Una mujer muere cada dos días a causa del aborto clandestino en el país. Las víctimas son por lo general mujeres de bajos ingresos y afrobrasileñas que no tienen acceso a la seguridad de las clínicas clandestinas utilizadas por las mujeres más ricas. En Brasil, sólo se puede abortar legalmente en caso de violación, riesgo para la vida de la madre o si el feto es acéfalo. En los demás casos, las mujeres se arriesgan a una pena de uno a tres años de cárcel. En junio, un documento sobre el aborto elaborado por la Secretaría de Atención Primaria del Ministerio de Salud causó polémica al afirmar que “no existe el aborto legal” en Brasil, contradiciendo lo que establece la legislación. El texto también hablaba de la posibilidad de investigar penalmente a las víctimas de violación y a las mujeres embarazadas que aborten en caso de riesgo de muerte.
Feminicidios
Otra cuestión en la que se ha hecho poco hincapié en esta campaña electoral es el feminicidio. En el gobierno de Bolsonaro, los fondos asignados al Ministerio de la Mujer, la Familia y los Derechos Humanos para la protección de las mujeres cayeron de 100,7 millones en 2020 a 30,6 millones el año pasado. En su programa, Lula destaca que el estado debe “garantizar la protección integral de la dignidad humana de las mujeres, así como desarrollar políticas públicas de prevención de la violencia”, pero no especifica ni la forma ni el coste.
Sin embargo, los datos del Foro de Seguridad Pública de Brasil son alarmantes. En 2021 se registró un feminicidio cada siete horas en Brasil. La mayoría de estos asesinatos se producen en el seno de la familia, pero la semana pasada ha conmocionado el caso de una joven de 26 años, Karina Bezerra, asesinada por el grupo criminal más importante de Brasil, el Primer Comando de la Capital, por negarse a besar a uno de sus traficantes.
Género
La igualdad de género, por otra parte, es un lema de esta campaña electoral. Mientras que Tebet quiere incentivar las políticas de igualdad salarial, Ciro Gomes, del Partido Democrático Laborista (PDT), propone la igualdad numérica en la ocupación de los puestos directivos de la administración pública federal. En cuanto a Bolsonaro, afirma en su programa que quiere reforzar los programas de emprendimiento femenino como Brasil para Elas (Brasil para Ellas) y Qualifica Mulher (Califica Mujer). También Lula declaró su compromiso con la “igualdad de derechos y salarios” y la “promoción de las mujeres en la ciencia, las artes, la representación política, la gestión pública y el espíritu empresarial”.
Por último, la gran noticia de estas elecciones ha sido la denuncia de violencia política contra las mujeres, que según la candidata Simone Tebet podría alejar a las posibles candidatas en el futuro. Tebet arremetió particularmente contra Bolsonaro, acusándolo de misoginia y de alimentar el odio político. Durante el primer y único debate televisado en el que aparecieron tanto Bolsonaro como Lula, el presidente había atacado a la periodista Vera Magalhaes tras una pregunta sobre el descenso de la cobertura de vacunación. “Eres una vergüenza para el periodismo brasileño” le había gritado, desatando indignación y protestas.
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