La Policía nicaragüense ha impuesto una virtual “casa por cárcel” a los santos Jerónimo y Miguel de Arcángel, patronos de Masaya -ciudad localizada a 28 kilómetros de Managua- cuyas imágenes deberán permanecer recluidas en sus iglesias “por razones de seguridad pública”, según expone un comunicado de la Arquidiócesis de Managua divulgó el pasado sábado.
“La Arquidiócesis de Managua comunica que la Policía Nacional de la ciudad de Masaya ha informado a las Cofradías y Párrocos de las Parroquias de San Miguel Arcángel y San Jerónimo, que por razones de seguridad pública no estarán permitidas las procesiones en las festividades respectivas de esa ciudad”, señala el comunicado.
San Miguel de Arcángel y San Jerónimo son los principales protagonistas de las ruidosas y más extensas fiestas religiosas de Nicaragua. Los masaya decidieron hacer una sola fiesta para los dos santos que celebran sus días el 29 y 30 de septiembre, respectivamente.
En una tradición que tiene más de 200 años, Masaya celebra sus fiestas del 20 de septiembre al primer domingo de diciembre en honor a San Jerónimo, llamado “el doctor que cura sin medicina”. Estas fiestas religiosas de Nicaragua comprenden procesiones, bailes, carnavales, repartición de comidas, y mucha pólvora.
El 19 de septiembre se debía realizar la llamada “bajada del santo”, cuando “se baja” de su pedestal en la iglesia a San Miguel Arcángel y la población sale con él a las calles. Este santo “visita” a San Jerónimo en su iglesia y desde entonces se les ve juntos en todas las actividades.
Este año, sin embargo, la Policía prohibió las tradicionales procesiones con los santos de Masaya, en una espiral de persecución que el régimen de Daniel Ortega ha desatado contra la iglesia católica de Nicaragua.
La dictadura nicaragüense mantiene retenido desde hace un mes, en un régimen “casa por cárcel” de hecho, al obispo de Matagalpa, monseñor Rolado Álvarez, contra quien la Policía inició una investigación por “incitación al odio”, sin que exista hasta ahora proceso judicial alguno contra él.
Ocho religiosos que acompañaban a Álvarez, entre ellos cuatro sacerdotes, fueron llevados a la cárcel policial de El Chipote, un reconocido centro de tortura a donde el régimen envía a la mayoría de presos políticos. Otros dos sacerdotes han sido condenados por delitos comunes. A otro sacerdote nicaragüense le fue negado el ingreso a Nicaragua y al menos seis más han salido por rutas clandestinas al exilio, para proteger su vida y libertad.
Este lunes, los feligreses de Masaya celebraron dentro de la iglesia de San Miguel Arcángel el inició de las festividades, a pesar de la presencia policial que desde la víspera se apostó en los alrededores con propósitos intimidatorios.
A las cinco de la mañana del lunes 19, los pobladores comenzaron congregarse a los alrededores de la iglesia para realizar la diana en honor a San Miguel Arcángel con que despuntan las fiestas religiosas y por la tarde, ya con iglesia llena a reventar, entró al templo el comisionado policial Juan Valle para recordarle al sacerdote Ramón López que tenía prohibido sacar la imagen en procesión como ha ocurrido desde hace 200 años.
En un video aficionado que circula en redes sociales se observa cómo los feligreses abuchean al comisionado Valle cuando sale de la iglesia. Afuera, seis patrullas y decenas de policías mantenían vigilancia sobre el templo donde las imágenes de los santos permanecen recluidas.
“Una demostración de que el dictador conoce muy bien el rechazo de la inmensa mayoría de los nicaragüenses es la cancelación de las tradicionales festividades de San Jerónimo en Masaya… El colmo: ¡hasta San Jerónimo tiene ahora casa por cárcel!”, anotó en su cuenta de Twitter el economista Enrique Sáenz.
El periodista nicaragüense especializado en religión, señaló igualmente: “La dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo ha prohibido las fiestas religiosas más largas de Nicaragua, las de San Jerónimo, doctor de la iglesia y patrono de Masaya (suroriente del país). Esta ciudad es histórico bastión contra los autoritarismos del pasado y del presente”.
Para Eliseo Núñez, analista liberal originario de Masaya, la raíz de la prohibición del régimen está en el temor de que una muchedumbre se les salga de control. “Tienen pavor a la concentración. Están apostando a que no haya ningún tipo concentración, menos sabiendo que la población de Masaya los detesta. Ellos han logrado meter a la gente a sus casas a punta de matarlas, pero no tienen la capacidad de contener a la gente una vez afuera”.
Masaya fue prácticamente la capital de la rebelión contra Daniel Ortega en 2018, cuando la población salió masivamente a las calles a pedir la renuncia del dictador. La rebelión fue sofocada con fuerza militar y armas de guerra, dejando un saldo de 355 muertos en todo el país, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
Desde entonces, la iglesia san Rafael Arcángel se convirtió en un símbolo de la resistencia ciudadana, y sus actividades son permanentemente asediadas por policías y paramilitares. El anterior párroco de esa iglesia, sacerdote Edwin Román, se mantiene en el exilio desde agosto de 2021.
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