La organización en el exilio Directorio Democrático Cubano y opositores y activistas en la isla exigieron este lunes a la dictadura cubana una fe de vida del opositor preso en una cárcel José Daniel Ferrer, del que no tienen noticias, dijeron, desde hace 47 días.
“Tras 47 días sin saber de él absolutamente nada,1 ni siquiera su voz, activistas de la oposición en Baracoa (este de Cuba) exigimos al régimen de La Habana fe de vida para José Daniel Ferrer”, pidieron miembros de la Unión Patriótica de Cuba (Unpacu), de la que es coordinador, Ferrer, según recogió el Directorio en un comunicado.
Ferrer es considerado como uno de los líderes más visibles de la oposición cubana. Encarcelado durante la ola represiva de 2003 conocida como “Primavera Negra”, tras quedar libre continuó su activismo y fue arrestado de nuevo en 2021 por su participación en las protestas pacíficas contra el régimen de julio de 2021 (11J).
Varios activistas de la Unpacu expresaron en un video su alarma por la suerte del líder opositor, “quien aparentemente está confiando en la prisión Mar Verde”, en la provincia de Santiago de Cuba, pero al que “no le permiten llamadas telefónicas” ni ha recibido la última visita de familiares que le correspondía el pasado 26 de agosto, denunciaron.
El Directorio Democrático Cubano se sumó a la denuncia de la Unpacu y “exige al régimen castrista fe de vida de este valioso opositor cubano, así como su inmediata e incondicional liberación y la todos los presos políticos cubanos”.
La Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH) lanzó a finales de diciembre pasado una iniciativa para urgir a las autoridades cubanas a que pongan fin a los malos tratos que afirma que está sufriendo Ferrer, para el que reclamó la liberación inmediata.
De acuerdo con estas organizaciones defensoras de los derechos humanos, el estado de salud del opositor se había deteriorado “gravemente” ya en esos meses que llevaba privado de libertad.
El preso informó a su familia a primeros de diciembre pasado que estaba recluido en una celda de aislamiento sin ventanas ni contacto con el resto de los internos, y que recibía alimentos en estado de descomposición, además de que está obligado a ir vestido solo con ropa interior.
Justo antes de que quedara incomunicado, el 4 de junio pasado, había anunciado que realizaría un ayuno durante los días de la Cumbre de Las Américas en Los Ángeles, en protesta ante la posición de presidentes como el mexicano y argentino que pretendían que los dictadores de Cuba, Venezuela y Nicaragua participaran del evento. “Eso es lo que molestó tanto, esa fue la última comunicación que tuve con mi esposo. Todo es una tortura para él y para nosotros”, dijo Nelva Ismaray Ortega Tamayo, esposa de Ferrer.
El disidente lleva una vida de lucha contra la dictadura castrista: fue encarcelado como parte del Grupo de los 75, durante la Primavera Negra de 2003 y pasó 8 años en los calabozos del régimen.
Tras las gestiones internacionales que permitieron la libertad para presos de conciencia decidió seguir en la isla pero fue detenido el 1 de octubre de 2019 y en febrero de 2020 condenado a prisión tras un juicio a puertas cerradas por un supuesto delito de lesiones a otro hombre, cargo que sus familiares y colaboradores niegan.
Luego de seis meses encerrado, y en medio de fuertes presiones internacionales, en abril de 2020 se le conmutó la pena por una sanción de cuatro años y medio de detención domiciliaria pero en julio pasado la dictadura temía que cobrara un rol protagónico en la jornada espontánea del 11 de julio y lo volvió a encarcelar: desde entonces comenzó el último capítulo de la pesadilla de Ferrer y su familia.
(Con información de EFE)
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