El obispo auxiliar de la arquidiócesis de Managua, Silvio Báez, instó este domingo a “pedir la libertad” de su colega nicaragüense Rolando Álvarez, arrestado el viernes por la Policía del régimen de Daniel Ortega, que lo acusa, sin ofrecer pruebas, de intentar “organizar grupos violentos”.
“Hay que pedir la libertad. No hay que negociar con la persona. Hay que pedir la libertad, porque son inocentes”, demandó Báez en una misa celebrada en la parroquia Santa Agatha, en Miami, Estados Unidos, que transmitió a través de sus redes sociales.
Álvarez, de 55 años, obispo de la diócesis de Matagalpa y administrador apostólico de la diócesis de Estelí, ambas en el norte de Nicaragua, fue sustraído arbitrariamente el viernes pasado por agentes policiales del palacio episcopal provincial junto con cuatro sacerdotes y tres seminaristas, después de haber estado 15 días confinados.
La Policía Nacional, que dirige Francisco Díaz, consuegro del dictador Ortega, confirmó que realizaron un operativo en la madrugada en la sede episcopal de Matagalpa en la que sacaron contra su voluntad a Álvarez y a sus colaboradores, y luego los trasladaron a Managua.
Álvarez, el primer obispo arrestado desde que Ortega retornó al poder en Nicaragua en 2007, se encuentra bajo “resguardo domiciliar” en Managua.
El papa Francisco expresó este domingo su preocupación y dolor por la situación en Nicaragua y pidió “un diálogo abierto y sincero” para que “se puedan encontrar la bases para una convivencia respetuosa y pacífica”, aunque, en su llamado al final del rezo del ángelus en la Plaza de San Pedro, no hizo referencia al arresto del obispo Álvarez.
“Sigo con cercanía con preocupación y dolor la situación que se ha creado en Nicaragua que afecta a personas e instituciones, quisiera expresar mi convicción y mi deseo de que por medio de un diálogo abierto y sincero se pueden encontrar la bases para una convivencia respetuosa y pacífica”, dijo el Papa, que hasta este domingo no había hablado de la situación en Nicaragua.
Por su lado, el obispo Báez, quien se encuentra fuera de Nicaragua desde hace 40 meses por decisión del papa Francisco por motivos de seguridad, abogó por Álvarez, los sacerdotes y los laicos detenidos, así como por los 190 presos políticos.
“Quiero que sepan que estoy sufriendo mucho y rezando mucho por ustedes, por Nicaragua y por nuestra Iglesia”, afirmó.
“Especialmente quiero saludar con cariño a nuestros hermanos y hermanas de la diócesis de Matagalpa y de Estelí que están siendo en este momento privados de la presencia física de su pastor y se que para ellos es un gran dolor”, continuó.
Asimismo, pidió a los nicaragüenses no perder la esperanza y confiar en el Señor.
El arresto del obispo nicaragüense Rolando Álvarez es el capítulo más reciente de un último año especialmente convulso para la Iglesia católica de Nicaragua con el régimen de Ortega, quien ha tildado de “golpistas” y “terroristas” a los jerarcas.
Este año, la dictadura sandinista expulsó del país al nuncio apostólico Waldemar Stanislaw Sommertag, y a 18 monjas de la orden Misioneras de la Caridad, fundada por la Madre Teresa de Calcuta. También han llevado a prisión a siete sacerdotes, cerrado ocho estaciones de radio católicas y sacado de la programación de la televisión por suscripción a tres canales católicos.
La Policía también ha ingresado por la fuerza y allanado una parroquia, impedido a los feligreses recibir la eucaristía dentro del templo y sitiado a otros sacerdotes en sus iglesias. Igualmente, prohibió a la arquidiócesis de Managua la procesión con la imagen peregrina de la virgen de Fátima.
Las relaciones entre los sandinistas y la Iglesia católica de Nicaragua han estado marcadas por roces y desconfianzas en los últimos 43 años.
La comunidad católica representa un 58,5% de los 6,6 millones de habitantes de Nicaragua, según el último censo nacional.
Con información de EFE
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