El expresidente Evo Morales tiene un sentido del humor sui generis. En la inauguración de la “Copa Evo” de fútbol sub-17, exhibió un gran letrero: “No a las drogas, sí al deporte”. El torneo, también con equipos extranjeros, se realiza en Chapare, la región donde se produce 90% de la droga boliviana, y de donde él es dirigente vitalicio.
Elon Musk no recomendaría descartar los automóviles eléctricos, ni siquiera en broma, pero Morales lanzó el mensaje para responder, con especial ironía, a quienes llaman al torneo “Narco Copa”.
En la inauguración del torneo se entonó una canción que, por supuesto, desaconseja el uso de las drogas.
Una campaña contra el consumo de las drogas había sido diseñada por el ministro de gobierno, Eduardo del Castillo, pero Morales dijo que se trataba de una derechización del gobierno y un mensaje dictado por el “imperio”.
Ahora algo ha cambiado en la actitud del cocalero. Había dicho que la campaña contra el consumo de las drogas estaba inspirada en la que lanzó Nancy Reagan en Estados Unidos, y que eso era indignante para un país antiimperialista. Ahora ha decidido cambiar de táctica de manera radical. Es que su ambición principal es presentarse como candidato en las elecciones de 2025, lo que explicaría esta contorsión ideológica.
Mientras el cocalero mayor se burla de sus críticos, bandas de agentes de su partido avasallan tierras de Santa Cruz para convertirlas en nuevos Chapares.
El propósito, copiado de los mensajes del Che Guevara para que existan dos o más Vietnams en Sudamérica, es que en Bolivia existan no dos, sino muchos Chapares.
La policía había enviado a 200 efectivos a Las Pailitas, en la provincia Guarayos de Santa Cruz, donde han sido tomadas 8.000 hectáreas, pero los asaltantes ahuyentaron a los policías. Ahora, la policía dice que lanzará un gran ataque a los invasores, que aspiran a controlar 26.500 hectáreas, pero los grupos de asaltante se están reforzando también. Es una guerra de la que no se informa en el exterior.
Después de admitir que en Bolivia funciona en “puente aéreo” de la cocaína, el gobierno ordenó la destrucción de algunas pistas clandestinas, de las 1.000 que existen. Pero todavía no ha autorizado a la Fuerza Aérea a bombardear esas pistas, como hacía la fuerza aérea peruana antes de la llegada de Pedro Castillo al gobierno de ese país.
El departamento más afectado por este avance de los cocaleros y los narcos es Santa Cruz, donde ha surgido ahora una corriente ciudadana que se propone frenar al partido del cocalero.
Los cruceños están decididos a proponer al país una alternativa al narcotráfico. Le llaman el “modelo cruceño” de desarrollo, que produce 70% de los alimentos que consumen los bolivianos. La intención es defender la propiedad privada y proteger a los empresarios dedicados a la producción, mientras el gobierno está empeñado en estatizar la economía.
Por ahora, los cruceños exigen al gobierno que el censo de población se realice lo antes posible no solamente para comprobar que Santa Cruz es el departamento más poblado de Bolivia, sino también para que quede demostrado que el padrón electoral está inflado en más de un millón de personas ficticias.
Estos votantes fueron inventados por una delegación de venezolanos que llegó en septiembre de 2009 y en dos semanas inscribió a esa cantidad de electores.
Pero el MAS tiene control del aparato electoral y no acepta que se modifiquen las bases de ese aparato, que contienen los elementos de fraude que fueron detectados por la OEA en 2019 y provocaron la renuncia y la fuga de Morales.
Para las elecciones de 2025 se preparan Morales y Luis Arce, aunque todavía no han decidido cuál de ellos irá primero, para presidente. Han logrado excluir a David Choquehuanca, el aimara que ahora hace de vicepresidente.
Pero en la ciudad de El Alto se está armando un frente político que cuenta con el apoyo de los cocaleros de los Yungas de La Paz, donde se produce la coca de uso tradicional.
La coca domina la economía y la política de los bolivianos.
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