Policías bolivianos a cargo de frenar el avance de los cocaleros y narcos de Evo Morales pidieron auxilio. Su mensaje fue que necesitan protección, porque son superados en número y en poder de fuego.
Ni siquiera se ha pensado pedir ayuda al ejército boliviano, porque sus comandantes, serviles del partido de gobierno, autorizaron a soldados y suboficiales a infiltrar y hacer provocaciones violentas en marchas de los opositores.
Las fuerzas del narco lograron hasta ahora tomar control de 8.000 hectáreas en la provincia Guarayos de Santa Cruz y se han propuesto llegar a 26.500, una extensión similar a la de Chapare, el reino de la coca y la droga que controla Morales.
El comando de la policía ha decidido movilizar a 200 oficiales para enfrentar a los narcos en la población de Pailitas, también en Guarayos.
Mientras tanto, el gobierno de Luis Arce decidió admitir que el territorio boliviano es usado por mafias internacionales para operar un “puente aéreo”.
La versión del viceministro de Asistencia Social, Jaime Mamani, es que cientos de avionetas del narcotráfico sirven para traer a Bolivia droga peruana, buscar precursores y llevar el producto terminado a Brasil, Paraguay y Argentina.
Más de mil pistas de aterrizaje clandestinas, decenas de aeródromos, además de los puestos de venta de combustible serán controlados, dice el gobierno, mientras Morales se entretiene organizando un torneo de fútbol sub-17 que lleva su nombre y que recibe el apoyo de países amigos, como el de Argentina, de donde vendrán equipos de Boca Juniors y River Plate.
No se sabe qué relación tiene el cocalero con el fútbol, aparte de haber propinado un rodillazo a un rival en un partido “amistoso” cuando era presidente de Bolivia, como se puede observar todavía ahora en YouTube.
Es la primera vez que un gobierno boliviano admite la existencia de un puente aéreo en el territorio. La última alusión la hizo Leonardo Coutihno en su libro sobre Hugo Chávez, cuando reveló que aviones militares bolivianos y venezolanos llevaban droga desde el aeropuerto de Chimoré (Chapare) a Venezuela y Cuba.
Según el diario El Deber, para enfrentar al ejército del narcotráfico se han movilizado todas las instituciones del sector, como Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico, la Dirección General de Sustancias Controladas, la Dirección General de Aeronáutica Civil, la empresa de Navegación Aérea y Aeropuertos Bolivianos, la Agencia Nacional de Hidrocarburos, la Asociación Nacional de Pilotos Aviadores de Bolivia, y la estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos-Aviación.
Pero las fuerzas del narcotráfico siguen adelante. Han decidido consolidar el dominio de un verdadero corredor que cruza de Oeste a Este el departamento de Santa Cruz, hasta la frontera con Brasil, para lo que controlan poblaciones enteras.
El ejército, aparte de prestarse a hacer tareas sucias para el gobierno, está muy ocupado controlando puestos de aduana. Mientras el ejército se dedica a esas tareas, los parques nacionales del Amazonas y del Plata han sido ocupados por los cocaleros y los narcos.
Aquello de hacer que los comandantes se ocupen de puestos fronterizos es un método que Alfredo Stroessner usó durante 32 años en Paraguay. Y los mantenía muy contentos.
En la población boliviana crece una actitud de bronca, porque el consumo de droga también está creciendo, además de los hechos de violencia que se dan en el país, incluso de choques entre mafias brasileñas: el PCC enfrentado al Comando Vermelho.
En Cochabamba los vecinos echaron a gritos a militantes del partido de gobierno. Y en Santa Cruz crece un fuerte rechazo a. los narcos y al gobierno.
La coca y la cocaína están dividiendo a Bolivia.
Por el momento, la oposición está exigiendo que las autoridades electorales eliminen los factores de fraude detectados en 2019 por la OEA.
Una encuesta publicada por Página Siete dice que el voto negativo de Evo Morales llega a 76%, pero si no se elimina la maquinaria del fraude, podría ser que gane con 55% en 2025.
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