El presidente de Paraguay, Mario Abdo Benítez, reconoció el último jueves una resolución aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU en la que se clasifica por primera vez a los rebeldes hutíes de Yemen como “grupo terrorista”.
Así lo informó la Presidencia paraguaya, que señaló que la designación está contenida en la Resolución 2624 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
La medida, adoptada el pasado 28 de febrero, prorroga las sanciones que estaban en vigor contra los líderes rebeldes por la guerra en Yemen y las extiende a todo el grupo.
El Consejo de Seguridad aprobó con once votos a favor y cuatro abstenciones (Irlanda, México, Brasil y Noruega) la decisión, que además prorroga el resto de sanciones que estaban en vigor con motivo de la guerra en Yemen.
El conflicto armado comenzó en Yemen en 2014, cuando los rebeldes hutíes se alzaron en armas contra el Gobierno del presidente Abdo Rabu Mansur Hadi y tomaron la capital, Saná. En marzo de 2015, la coalición liderada por Arabia Saudí inició su intervención militar en apoyo de Hadi.
(El decreto paraguayo)
A pesar del embargo de armas impuesto por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, se sospecha desde hace tiempo que Irán transfiere fusiles, granadas propulsadas por cohetes, misiles y otro tipo de armamento a los hutíes. Irán niega haber armado a los hutíes, pero expertos independientes, naciones occidentales y expertos de la ONU han rastreado los componentes hasta Irán.
“El apoyo de Irán a los hutíes ha aumentado constantemente a lo largo de los años, especialmente desde 2015. No sabemos cuál es la naturaleza exacta de este respaldo, pero basándonos en los informes disponibles, podemos decir que incluye armas pequeñas, municiones, misiles y partes de misiles y drones, así como asistencia técnica para el mantenimiento y la utilización de este equipamiento. Irán también proporciona a los hutíes inteligencia y entrenamiento, directamente y a través de los oficiales de Hezbollah”, explicaba a Infobae Thomas Juneau, profesor de relaciones internacionales de la Universidad de Ottawa.
Los hutíes llevan el nombre de una tribu yemení que predica el zaydismo, una de las ramas del islam, que algunos analistas vinculan con el chiísmo que es dominante en Irán, aunque otros afirman que son completamente diferentes. Pero no son un grupo étnico ni una tribu en sí misma, sino un movimiento político religioso, cuyo verdadero nombre es Ansar Allah (“Partidarios de Dios”).
El movimiento se fundó a principios de la década de 1990 en la región de Sa’dah, en el norte del país. Se los empezó a llamar hutíes en gran medida por su líder, que pertenecía a la comunidad indígena homónima y se llamaba Hussein Badreddin al-Houthi.
A partir de 2003, como muchas otras organizaciones de la región, comenzaron con un proceso de radicalización y adoptaron un nuevo lema: “Dios es grande, muerte a los Estados Unidos, muerte a Israel, maldición a los judíos y victoria para el Islam”.
Tras una serie de ataques contra blancos gubernamentales, los hutíes empezaron a ser perseguidos con mayor ahínco. En 2004 fue asesinado Hussein al-Houthi y el liderazgo pasó a su hermano Abdul-Malik al-Houthi, aunque el movimiento se volvió más descentralizado. Tras varios años de perfil bajo, reaparecieron en el marco de la Primavera Árabe.
Los hutíes se expandieron y lograron controlar cerca de un tercio del territorio yemení, el extremo oeste. Crearon un Consejo Político Supremo como órgano de gobierno, pero no obtuvieron reconocimiento internacional.
“Irán y los hutíes desarrollaron vínculos más estrechos a lo largo de los años —explicó Juneau—. En los 90, los contactos eran ocasionales. Los lazos significativos comenzaron después de la lucha entre los hutíes y el gobierno central yemení en 2004, pero en 2011 eran todavía muy limitados. Los hutíes recibían muy poco apoyo material de Irán, y no hay indicios de que Irán ejerciera ningún tipo de influencia sobre ellos. Las relaciones se profundizaron luego de que las protestas de 2011 condujeran al derrocamiento de Saleh. Con el caos que surgió, Irán vio una ventana de oportunidad para penetrar en un Estado débil, fronterizo de su rival saudita. Sin embargo, lo que más ha hecho para acercar a los hutíes con Teherán desde 2015 fue la decisión de Arabia Saudita de intervenir en Yemen”.
Años de combates han desembocado en un sangriento estancamiento y han llevado a la nación más pobre del mundo árabe al borde de la hambruna.
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