La dirigente opositora nicaragüense Tamara Dávila, condenada por la dictadura de Daniel Ortega por delitos considerados “traición a la patria”, se encuentra deteriorada como consecuencia del aislamiento, incomunicación y torturas tras 13 meses en prisión, según denunció este lunes su familia.
Dávila, de 41 años, quien era una mujer fuerte, expresiva y que usaba el cabello corto, se observa en un dibujo divulgado por su familia de pelo largo, rostro demacrado, y con el cuello y hombros esqueléticos.
“Me ha impactado muchísimo. Tamara ha perdido unas 40 libras (18 kilos), a tal punto que su cuerpo se ve distorsionado”, dijo una joven que se identificó únicamente como prima de Dávila, en un video público.
“Ella dice que permanece con hambre, que muchas veces no le pasan las bebidas nutricionales que nuestra familia le lleva. Estamos angustiadas y alarmadas, y es por eso que compartimos con el mundo cómo se ve Tamara después de un año de torturas”, agregó.
Dávila, integrante de la opositora Unión Democrática Renovadora (Unamos, antiguo Movimiento Renovador Sandinista, MRS), también es dirigente de la Unidad Nacional Azul y Blanco, feminista, defensora de derechos humanos, y activista política.
Fue condenada en febrero pasado a ocho años de cárcel por el delito de conspiración para cometer menoscabo a la integridad nacional, ocho meses después de su captura.
“Fue secuestrada, agredida y su casa allanada arbitrariamente, frente a su hija de cinco años”, afirmó su familia en una declaración pública.
“Durante 80 días estuvo desaparecida y a la fecha lleva 394 días incomunicada y en aislamiento total. Durante ese tiempo no ha podido ver, ni comunicarse de ninguna forma con su hija, y ha recibido solamente ocho visitas de sus familiares”, continuó.
La familia aseguró además que Dávila “no ha tenido ninguna reunión con su abogada”.
Dichas condiciones ya han sido denunciadas por los familiares de otros “presos políticos”, con base en la información que obtienen de los convictos en la cárcel conocida como “Chipote”, que ha sido denunciada por los defensores de los derechos humanos en Nicaragua como un supuesto centro de torturas de la Policía Nacional.
Según los familiares, Dávila, psicóloga de profesión, y mujer “súper sociable”, que “le encanta leer, bailar, escuchar música, nadar, y es amante de la playa”, se vale de sus conocimientos académicos para enfrentar el encierro y aislamiento.
“Durante este año de incomunicación ha entrenado su mente para seguir cuerda y centrada: medita, reza, canta, y escribe cuentos para su hija en la cabeza, a falta de lápiz y papel, a los que no tiene acceso”, señalaron.
Dávila es una de los 190 reos en Nicaragua que son considerados “presos políticos” del dictador Ortega, quien ha tildado a los opositores encarcelados, juzgados y condenados de “traidores a la patria” e “hijos de perra de los imperialistas yanquis”.
Los familiares de los presos políticos han mostrado “retratos hablados” de los dirigentes opositores Félix Maradiaga, Juan Sebastián Chamorro, y del gerente del diario La Prensa, Juan Lorenzo Holmann, en los que se observaron deteriorados.
El Gobierno reaccionó mostrando imágenes de Maradiaga, en las que el líder opositor se notó más cercano a su “retrato hablado” que al hombre que era antes de ser capturado.
La mayoría de los “presos políticos” fueron encerrados en el contexto de la crisis sociopolítica de Nicaragua que inició en abril de 2018 con manifestaciones antigubernamentales que fueron reducidas con ataques que, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), dejaron al menos 355 muertos, de lo cuales Ortega ha reconocido 200.
La crisis se profundizó en las controvertidas elecciones de noviembre pasado, cuando Ortega fue reelegido en el cargo una vez más, con su esposa, Rosario Murillo, como vicepresidenta, y siete de sus posibles rivales en prisión más dos en el exilio.
Con información de EFE
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