Centroamérica no ha estado exenta de problemas, naturales o inducidos por el hombre, desde las transiciones políticas. Sin embargo, los sistemas políticos en general fueron capaces de lidiar con los problemas apremiantes del estancamiento económico, la violencia, la corrupción y la degradación ambiental sin un cuestionamiento sistemático de la democracia y el estado de derecho.
De todas maneras, la consolidación dictatorial del régimen de Ortega en Nicaragua, la deriva hacia el populismo autoritario en El Salvador y la implosión del sistema de justicia impulsada por las élites en Guatemala están sometiendo a la mayoría de los ciudadanos centroamericanos a un camino renovado de gobierno antidemocrático.
A 30 años de la firma del Acuerdo de Paz de El Salvador, ¿qué pasó? ¿Qué factores han posibilitado este proceso de regresión política actual en Centroamérica?
Para entender mejor la deriva autoritaria, es crucial reexaminar críticamente los aportes de los acuerdos de paz centroamericanos. ¿En qué medida las lecciones extraídas de los procesos políticos de la década de 1990 siguen siendo útiles para buscar respuestas a la crisis actual? ¿Siguen siendo relevantes los acuerdos de paz?
Para responder a estas preguntas, el Kimberly Green Latin American and Caribbean Center (LACC) de la Universidad Internacional de Florida (FIU) llevó a cabo este martes una conferencia para reexaminar la importancia de los acuerdos de paz de la década de 1990 en Guatemala y El Salvador, su vigencia después de dos décadas y las lecciones que se pueden sacar para hacer frente a las actuales crisis políticas en Centroamérica.
La primera sesión abordó el contexto de los acuerdos, bajo el título “Acuerdos de Paz Centroamericanos: Esperanzas y Dudas”. La moderación estuvo a cargo de Enrique Roig, Subsecretario de Seguridad Ciudadana, Democracia y Derechos Humanos, del Departamento de Estado de los Estados Unidos, y los panelistas fueron Cindy Arnson, Miembro Distinguido y ex Directora del programa de América Latina del Centro Wilson; Carmen Rosa de León, Directora de IEPADES Guatemala; Luis Guillermo Solís, Director Interino de LACC, UIF y ex Presidente de Costa Rica; William Stanley, Profesor y Rector Asociado para el Éxito Docente, Universidad de New México; Rubén Zamora, ex embajador salvadoreño en Estados Unidos.
La segunda parte de la jornada se encaró bajo el título “Lecciones para el Futuro ‘Actual’”, con la moderación de Matthew Steinhelfer, Subsecretario Adjunto de la Oficina de Conflictos y Operaciones de Estabilización (CSO) del Departamento de Estado norteamericano. Los oradores fueron Bernardo Arévalo de León, diputado del Congreso de la República de Guatemala; José Miguel Cruz, LACC Director de Investigación, UIF; Terry Karl, Profesor Gildred de Estudios Latinoamericanos y Profesor de Ciencias Políticas, Universidad Stanford; Ana María Méndez Dardón, Directora para Centroamérica, WOLA.
“Acuerdos de Paz Centroamericanos: Esperanzas y Dudas”
Carmen Rosa de León remarcó cuatro puntos principales. En primer lugar, recordó que los ex presidentes tomaron el control del proceso en el marco de la Guerra Fría. “Lo más importante fue tomar la decisión de tomar un camino propio por parte de los presidentes centroamericanos”. En segundo lugar, afirmó que el apoyo internacional que se recibió en ese entonces “fue clave para el acompañamiento”, no solo para los acuerdos de paz de Esquipulas, “sino para el diseño de los procesos de paz posteriores” en la región.
La Directora de IEPADES Guatemala apuntó, en tercer lugar, que estos acuerdos influyeron en la elaboración de tratados regionales, “por ejemplo en el tratado marco de seguridad, que fue parte de la contextualización de los acuerdos de paz, como el caso de Guatemala”. Y en cuarto lugar, destacó que el acuerdo de Esquipulas 2 “fue parte de las comisiones nacionales de reconciliación”: “En el caso de Guatemala la comisión es la que inicia el proceso de paz, basado en el modelo de Esquipulas. Fue base para los procesos de paz posteriores”.
Rubén Zamora consideró que la gran importancia que tuvieron los acuerdos de Esquipulas 2 y 3 es que “quebraron la ideología de cincuenta años de militarismo” en El Salvador. “Esquipulas era un marco de solución política, pero tenía la limitación de que tenía que ser firmado por cinco presidentes”.
“El problema que le veo a los acuerdos es que se firmaron entre cinco presidentes, y la guerra no era entre cinco presidentes. Resolver guerras, o se resuelven entre los que las hacen, o no se pueden resolver, y ahí está el problema fundamental, porque el mismo texto lleva a ese problema (...) El problema era que uno decía dialoguemos, y eso no lo resuelve. La única solución es negociando, ya que era cosa de presidentes, y ellos sabían que si negociaban les cortaban la cabeza, y quedó solo en diálogo”, explicó.
Otro problema que mencionó el ex embajador salvadoreño radica en la “amnistía”. Según indicó, las fuerzas armadas insistían en que tenía que ser absoluta, pero el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) se oponía: “Lo hicimos como una media amnistía”.
En esa línea, Luis Guillermo Solís, ex presidente de Costa Rica, consideró que “el tema de las víctimas fue uno de los puntos más sensibles de los acuerdos de paz”, y cuestionó el accionar de grupos paraestatales que continuaron violaciones los derechos humanos tras la firma de los acuerdos, “buscando destruir y socavar los entendimientos”.
Cindy Arnson y William Stanley, en tanto, destacaron la intervención de organismos internacionales como la ONU y la OEA. La ex directora del programa de América Latina del Centro Wilson recordó que la ONU “entró al campo para verificar el respeto a los derechos humanos” en El Salvador, mientras que la OEA llevó adelante una verificación del proceso de paz.
“El papel de Naciones Unidas fue clave en El Salvador y Guatemala, de maneras distintas. Debemos diferenciar el papel de la mediación y el de la verificación. Participaron de todo tipo de actividades de prevención (...) Naciones Unidas fue la conciencia del proceso de paz, clave para el cumplimiento de los acuerdos”, agregó Stanley.
Enrique Roig, moderador y funcionario del Departamento de Estado norteamericano, afirmó que “sigue firme” el apoyo de Estados Unidos a los países centroamericanos a hacer frente a sus problemas migratorios y de inestabilidad. Asimismo, advirtió que “el auge del populismo en El Salvador y en Nicaragua siguen siendo un desafío para el sistema democrático”.
“Lecciones para el Futuro ‘Actual’”
En la segunda parte de la conferencia, Ana María Méndez Dardón hizo hincapié en dos elementos a tener en cuenta. En primer lugar, sostuvo que se debe “hablar de la dinámica de la guerra y sus consecuencias”. Según indicó, poco se ha hablado de las violaciones a los derechos humanos cometidas tanto en Guatemala y El Salvador. Además, indicó que en el contexto actual hay que analizar qué modelo de paz se construyó.
“Esa agenda de paz se construyó bajo un modelo que se denominó como ‘justicia transicional’, que buscó conocer los responsables, reparación de las víctimas, y principalmente, sobre las medidas de no repetición”, opinó la directora de Centroamérica para WOLA. Y agregó: “La agenda y el modelo de paz fracasaron en cierta medida porque muchos de los actores involucrados detuvieron esa agenda”.
Durante su intervención, el diputado guatemalteco Bernardo Arévalo de León consideró que el punto fundamental no es lo que se acordó, sino la capacidad posterior de llevarlo a la práctica: “Ahí es donde estamos fallando, tenemos elites no comprometidas e instituciones debilitadas”.
“El gran fracaso de los acuerdos fue el fracaso de la clase política; no tenemos una democracia, sino partidos políticos (...) Los acuerdos de paz son momentos en la transformación de un Estado. Nuestras políticas tienen que pensarse como estrategias de largo alcance”, aseveró.
Todos los oradores coincidieron en que, pese a los acuerdos alcanzados en la década de los 80, muchos de los problemas aún persisten como la creciente penetración del crimen organizado, la violencia, la impunidad de los gobiernos y la tendencia autoritaria. Terry Karl, de la Universidad de Stanford, aclaró que “los acuerdos de paz concluyen la guerra, pero no traen la paz, ni la democracia, ni avances económicos”.
Méndez Dardón alertó que en en los últimos tiempos Guatemala atravesó una “ola de retroceso autoritario”. Por eso, consideró que los diferentes actores de la sociedad deben “repensar cómo conseguir que los acuerdos funcionen”, al tiempo que pidió una intervención de Naciones Unidas: “Nos preocupa porque no hemos visto una declaración contundente como la hemos visto con Nicaragua, aunque sea un caso diferente. Pero no queremos caer en lo que cayó Nicaragua. Estamos viviendo una regresión democrática que debemos detener”.
Méndez Dardón y Arévalo de León aseguraron que la profundización de este retroceso tras la firma de los acuerdos se registró durante el gobierno del ex presidente Otto Pérez Molina (2012-2015).
El diputado guatemalteco denunció que el Estado “fue cooptado por el crimen organizado”, que ha tomado tribunales y partidos políticos. “El gobierno de Guatemala es un gobierno descontrolado, que ha cooptado las instituciones del estado, sacrifica el estado de derecho, condena a la sociedad a un futuro muy oscuro si esa tendencia continúa. ¿hasta donde estas instituciones están dispuestas a proceder ante un gobierno impostor? Es un momento muy crítico, en el que hay contextos internacionales muy distintos a los que había en los tiempos de los acuerdos de paz”.
Terry Karl sostuvo que Guatemala todavía no llegó a un punto tan crítico como el de El Salvador, donde, según opinó, gobierna “un líder autoritario que usa su poder para manipular el estado de derecho”. “La situación en Guatemala es mejor. Temo mucho por El Salvador, a diferencia de lo que temo por Guatemala. Lo que temo es que, habiendo estado ahí en el 79 y 80, percibo lo mismo de aquella época. No existe estado de derecho, no hay juicios, realmente no sabemos si son integrantes de los maras o no…”.
Denunció, además, que el presidente Nayib Bukele impuso un “golpe judicial”, y auguró que este contexto del país llevará a un aumento de la migración y de la violencia contra las mujeres.
Pese a los grandes desafíos y dificultades que enfrentan ambos países, José Miguel Cruz afirmó: “Hace 40 años, El Salvador y Guatemala no tenían una experiencia con instituciones democráticas. Hoy en día, aún con limitaciones, ambos países han tenido experiencia democrática”.
Por último, Matthew Steinhelfer consideró que debe haber “inclusión” para que los procesos de paz sean exitosos: “Los acuerdos de paz y la puesta en práctica es igual de importante que el texto en sí. El avance no es lineal, algunas veces las cosas se quedan varadas”.
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