(Los Ángeles- Enviado especial) No es cierto que Cuba, Venezuela y Nicaragua no estén presentes en esta Cumbre de las Américas que se desarrolla en Los Ángeles. Los que no fueron invitados son los líderes totalitarios que las gobiernan, pero por aquí andan decenas de exiliados, dirigentes de la sociedad civil y otros que debieron huir de aquellos países por las persecuciones y que han venido a hacer oir su voz y pedir ayuda a los líderes del continente para que la democracia pueda retornar pronto a sus tierras.
Una de ellas es la antropóloga y socióloga nicaragüense Daisy George, oriunda de la costa del Caribe, la zona más pobre del país centroamericano, investigadora de las culturas indígenas de su tierra, activista de los derechos humanos y con una larga historia como consultora de las Naciones Unidas, que la llevó por Kosovo, Afganistán y Kenia.
Por su prestigio académico fue invitada por la Iglesia Católica a sumarse la mesa de diálogo que abrió el régimen de Daniel Ortega tras las enomes movilizaciones de protesta de 2018 que derivaron en decenas de muertos por la represión y centenares de presos políticos.
Cuando Daisy se sentó en aquella mesa para plantear las inequidades históricas que padecían los indígenas, comenzó su calvario, primero con una campaña de difamación en las redes sociales y en los medios de comunicación amigos del sandinismo y luego con el asedio de la policía y del ejército en su casa de Puerto Cabezas. No era la única. Pronto comprendió que la “mesa de diálogo” había sido una puesta en escena del régimen para ganar tiempo y todos los que allí esbozaron alguna crítica fueron acusados de terroristas y promover un golpe de estado, el argumento con el que meses más tarde comenzaron a caer presos.
Daisy se involucró en la campaña para lograr la liberación de los detenidos y, por primera vez en su vida se sumó a un movimiento político, el de la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, que buscaba organizar a la oposición de cara a las elecciones presidenciales de 2021. Fue entonces que la cacería recrudeció y fueron encarcelados 7 de los dirigentes opositores que asomaron como posibles contendientes de Daniel Ortega. Daisy, que había sonada como posible candidato a vicepresidente, recibió una citación judicial y luego una orden de captura.
En una travesía de 14 horas por el río y la selva logró escapar hacia Honduras y de allí a Alemania, donde vive una de sus hijas. Días después su casa fue allanada y durantr 5 días no supo nada de su hijo.
Este drama que viven miles de nicaragüenses que debieron partir al exilio y la situación aún peor de los 182 presos políticos actuales es que vino a contar aquí a Los Ángeles. Fue recibida por representantes diplomáticos de Estados Unidos, Canadá, la Unión Europea, República Dominicana, Panamá y en la noche de este martes compartirá una cena junto a otros dirigentes de organzaciones nicaragüenses con la canciller chilena Antonia Urrejola, en un nuevo gesto del gobierno de Gabriel Boric que se diferencia de otros como el mexicano Andrés Manuel López Obrador -quien se ausentó de la cumbre-, o el argentino Alberto Fernández, a quien Maduro encomendó como la voz de los regímenes excluidos del cónclave de jefes de estado.
Para Daisy, no hay dudas de por qué Ortega no puede estar aquí. “Si no eres democrático, si estas violando los derechos humanos a la vista del mundo, reprimes a tu pueblo y expulsas al nuncio católico, a embajadores como los de España y Colombia o el representante de la Cruz Roja y tomas la sede de la OEA, desarticulaste el Estado de derecho y convertiste a tu país en un lugar sin leyes, en una dictadura camino a una dinastía, ¿qué vas a hacer aquí?”, le dijo a Infobae.
“América Latina no puede retroceder en el tiempo”, insistió, y señaló su preocupación por una “nicaragüización” creciente de la región, al señalar las derivas autoritarias de El Salvador y Guatemala.
En el mismo sentido, dijo que le gustaría que el presidente argentino la recibiera junto al resto de los nicaragüenses aquí presentes para contarle la realidad de lo que ocurre en su país. “Necesitamos que todos los presidentes nos ayuden a restablecer la democracia en Nicaragua y se libere a los presos políticos. Es una pena que un presidente democrático le de apoyo a otro totalitario y termine como en la canción de Shakira, ciego, sordo y mudo cuando se está masacrando a un pueblo desarmado. Eso también abre un interrogante sobre cómo actuaría en su país si es capaz de tolerar estas cosas en otro lugar”.
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