Ecuador vive una profunda crisis de violencia e inseguridad. Las matanzas en las cárceles, los sicariatos en las calles y los robos violentos son hechos que se reportan diariamente. La versión oficial sostiene que la ola de violencia es la respuesta a la guerra en contra del narcotráfico. Sin embargo, esta versión solo podría justificar las muertes por encargo y las exhibiciones de cadáveres, que según expertos son prácticas relacionadas a las mafias de la droga.
De acuerdo con la Policía Nacional, en Guayaquil, Durán y Samborondón, ciudades de la costa ecuatoriana y donde hay puertos marítimos donde se ha detectado el envío de droga camuflada en los contenedores, el 86 % de los crímenes sucede por las pugnas entre bandas que trafican drogas, el 8 % por violencia interpersonal y el 6 % por robo. A estos porcentajes se suman las víctimas colaterales que también mueren o resultan heridas por estar en los lugares donde sucede la violencia, como el menor que recibió una bala luego de un intento de asalto en el transporte escolar en el que se movilizaba.
El primer escenario, de los crímenes entre pandillas que responden al narcotráfico y que apoya la versión oficial, se evidencian actos macabros que no han sido vistos como los decapitados, los cadáveres colgados en puentes, los drones con explosivos y los coches bomba, el último de estos explotó la madrugada del domingo 29 de mayo frente a una unidad de policía.
Los casos de sicariato y homicidios intencionales incrementaron en los cinco primeros meses del 2022 en un 147 % en comparación con el año anterior. Hasta mayo se han contado 577 muertes intencionales. El 80 % de estos asesinatos se concentran en los barrios donde la Policía ha detectado la venta y transporte de droga, por lo que atribuyen los asesinatos a una lucha entre bandas o ajusticiamientos.
Incluso este año se han producido asesinatos en áreas donde estos crímenes no ocurrían, por ejemplo en Los Ceibos, al noroeste de Guayaquil. En esta zona residencial 4 personas han sido asesinadas hasta mayo de 2022, mientras que en el 2021, en los mismos meses, no hubo homicidios intencionales. En Samborondón, una zona de urbanizaciones privadas, las muertes intencionales se han duplicado.
El coronel en servicio pasivo de las Fuerzas Armadas, Alberto Molina, coincide con la versión gubernamental y dijo a El Universo que el incremento de asesinatos sucede al mismo tiempo que los decomisos de droga han aumentado. En lo que va del año, las autoridades han retenido 90 toneladas de droga, más del doble que en el 2021: “No solo son las de México, el incremento de los asesinatos se debe a la incautación de la droga. La reacción inmediata es crear terror, colgar los cadáveres. Son dos mensajes, uno a las bandas rivales y el otro a la ciudadanía y al Gobierno”, dice Molina.
De acuerdo con Molina, en el Ecuador hay bandas criminales como el cártel Jalisco Nueva Generación y el cártel de Sinaloa, además de las mafias italiana, albanesa y china.
Según múltiples investigaciones periodísticas, Guayaquil se ha vuelto el centro de confrontación entre las bandas albanesas que buscan controlar las líneas de tráfico de cocaína. En la última década ya son al menos seis los albaneses ejecutados al estilo sicariato –una forma de asesinato propia de las mafias. Todos ellos han sido relacionados con el narcotráfico. La última de estas ejecuciones sucedió en un restaurante de Guayaquil donde balearon al capo narco albanés Ergys Dashi.
De acuerdo con el medio Albanian Daily News, en la ciudad portuaria del ecuador existe una guerra entre los cárteles colombianos, mexicanos, albaneses y rusos que compiten por el lucrativo mercado europeo. Según el medio, las mafias de Albanía forman alianzas con el cártel de Sinaloa, al que también se ha vinculado a los Choneros, una banda delictiva ecuatoriana a la que se le atribuyen los baños de sangre en las prisiones del país.
La influencia de la mafia albanesa en América Latina se observa en el incremento de envíos a Durres, una ciudad portuaria en el occidente de Albania, en donde se han incautado más de una tonelada de coaína oculta en cajas de plátanos. La droga que parte desde Guayaquil, según la información de las autoridades, suele ocultarse en contenedores. Ecuador es uno de los mayores exportadores de plátano y banano del mundo.
Según varios portales informativos, la llegada de los albaneses en Ecuador se remonta a principios de la década de 2010. La mayoría de ellos vive en Guayaquil con identidades falsas para evitar la persecución en Albania. Se cree que los albaneses y la mafia balcánica han ganado influencia en el tráfico internacional de drogas. Esto coincide con una investigación realizada por el medio digital Plan V de Ecuador, que en el 2019 ya reveló el funcionamiento de la mafia albanesa en el país.
De acuerdo con la investigación periodística, los grupos delictivos albaneses llegaron al país entre 2014 y 2015. Los atrajo la oportunidad de establecer contactos directos con los carteles de Colombia, Bolivia, Venezuela, entre otros. Además, Ecuador ha sido considerado como un país vulnerable y atravesado por la corrupción, lo que permite que los miembros de estas mafias puedan comprar documentos fraudulentos, como cédulas y pasaportes.
Según dijo Molina a El Universo, estas organizaciones delictivas llevan al menos 15 años operando en el país y se han instalado en el Ecuador al observar la impunidad alrededor a los crímenes que cometen.
Ecuador ha sido identificado como un país atractivo al narcotráfico por las rutas para el envío de la droga a Norteamérica, Centroamérica y Europa. Una de las rutas, según Molina, empieza en el departamento colombiano de Nariño, en la frontera norte de Ecuador, y recorre Esmeraldas, Manabí y Guayas, las tres provincias que ahora están en estado de excepción.
Los puertos de Guayaquil y Manta son los preferidos por los narcos para enviar la droga oculta en los contenedores que se exportan desde allí: “El 85 % de la droga se envía por mar”, asegura Molina.
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