Hace más de un siglo y medio, en las elecciones australianas de 1858, el gobierno decidió modificar el modo de sufragar para garantizar que el voto sea secreto y evitar la manipulación electoral. Así nació “la boleta australiana” -hoy conocida como Boleta Única-, mediante la cual el Estado se hizo responsable de la impresión y distribución de una única papeleta por votante.
Este método de votación probó ser extremadamente exitoso frente a irregularidades del proceso electoral y pronto comenzó a expandirse en diferentes democracias de Occidente. Con los años, los países del mundo han ido virando casi de manera unánime al sistema de Boleta Única, y América Latina no ha sido la excepción.
Hay muchos tipos de boletas, incluidas las boletas de papel convencionales y las boletas para usar en máquinas de votación. Algunos sistemas electrónicos más nuevos no tienen boletas de papel; los votantes ven una pantalla y presionan un botón para registrar su elección en la memoria electrónica de la máquina.
Lo cierto es que las boletas partidarias son cosa del pasado en la región. O casi.
Uruguay y Argentina son los dos únicos países de América Latina que todavía no utilizan la Boleta Única en sus comicios.
Como explicaban ya en el 2009 Fernando Straface y Geraldine Oniszczuk en El camino hacia la boleta única. Análisis y recomendaciones para su posible utilización en la Argentina (publicado por CIPPEC), “los países latinoamericanos también modificaron progresivamente sus normativas electorales para introducir mayores garantías durante el proceso electoral. Algunos de ellos lo hicieron a través de la incorporación de la Boleta Única”, ya sea en papel o electrónica. “En América del Sur, los únicos países que continúan utilizando la papeleta partidaria son la Argentina y Uruguay”.
En el sistema de Boleta Múltiple que aún utilizan estos dos países, cada partido imprime boletas con los nombres de los candidatos que se proponen para cada categoría de cargos. El elector ingresa, con un sobre vacío que le entrega la autoridad de mesa, a un “cuarto oscuro” en el que se han depositado fajos de boletas de las agrupaciones políticas. Allí puede meter una boleta en el sobre, o cortar varias boletas de manera tal de formar una nueva opción con candidatos de distintas agrupaciones. Luego sale y lo mete en una urna.
En cambio, en el caso de la Boleta Única, el organismo electoral imprime boletas con todas las opciones para cada categoría y cargo. El elector recibe una boleta; se coloca detrás de un biombo o en una casilla de votación; marca la boleta; la pliega, y vuelve a la mesa para ingresarla en una urna.
“Uruguay no la incorporó porque no la requiere, debido a su alto nivel de integridad y confianza electoral”, analiza en diálogo con Infobae Daniel Zovatto, director regional para Latinoamérica de IDEA Internacional (Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral).
En los próximos días, el Congreso argentino podría comenzar a tratar una reforma electoral que incluye la implementación de la Boleta Única de Papel (BUP) para las elecciones del 2023, un debate que, para Zovatto, “llega muy, muy, muy tarde”. Décadas después que el resto de las democracias de la región.
“A veces estas cuestiones terminan en segundo plano cuando hay temas a solucionar como pobreza, inflación y seguridad, pero lo cierto es que fortaleciendo las instituciones democráticas es que se mejoran la calidad de representación y las políticas públicas para solucionar esos problemas”, reflexiona en diálogo con Infobae Lourdes Lodi, directora del Observatorio Político Electoral Universidad Nacional de Rosario.
Venezuela y Brasil cuentan con Boleta Única, pero electrónica, no de papel. “Venezuela la tenía antes, pero por una cuestión del chavismo, que hizo una alianza con una empresa privada, pasó a tener boleta electrónica. Brasil, en cambio, lo hizo a nivel Estado. Paraguay también comenzó con ese instrumento el año pasado, también por cuestiones comerciales”, cuenta Zovatto.
Lodi aclara que “en Paraguay se hicieron unas elecciones primarias municipales con el sistema electrónico, pero no se implementó todavía en elecciones nacionales, que serían en el 2023. Una cosa es implementarlo en elecciones municipales con un número de máquinas limitado y un acceso a electricidad y otro tema es a escala nacional, como en Brasil, que resulta eficiente pero que a mí entender el voto electrónico tiene vulnerabilidades que no tiene el papel, como el hackeo y la incertidumbre sobre si lo que vota el elector es realmente lo que se transmite″.
Uno de los impulsores del proyecto de la BUP en la Argentina es Alan Clutterbuck, presidente de la Fundación RAP (Red de Acción Política), ya que, como dice a Infobae, el actual es “un sistema que está probado que no funciona”.
“Sólo 16 países del mundo siguen sin incorporar el sistema de Boleta Única”, continúa. La Boleta Única de Papel tiene cuatro grandes beneficios. En primer lugar, te garantiza el derecho a votar, ya que siempre vamos a poder elegir a la persona o al partido que queramos, por más chiquito que sea; nunca más vamos a volver a escuchar que faltan boletas en el cuarto oscuro. Segundo, garantiza el derecho a ser elegido: brinda equidad y posibilita que partidos grandes y chicos puedan competir de una forma mucho más transparente y justa. Tercero, es más económico, ya que reduce la necesidad de imprimir varios padrones electorales. Y cuarto, es más sustentable y ayuda a reducir la huella de carbono al disminuir sustancialmente el uso de papel”.
Con esta metodología, según Clutterbuck, se mejora la transparencia y es más equitativo. Además, es más fácil y más barato.
Lodi aporta que el cambio de la boleta partidaria a la BUP supone un cambio de paradigma en términos de la fiscalizacion: “Mientras que el sistema partidario supone la presencia del fiscal desde la primera hora controlando permanentemente y garantizando que estén las boletas en el cuarto oscuro, estando alerta a posibilidades de roturas, de desaparición y robo, con la BUP la fiscalización pasa a un segundo plano, porque toda fuerza política, incluso la más pequeña que no tenga fiscales en todas las escuelas, tiene la garantía de que su candidato y su lista van a estar presentes como opción electoral”.
Para evaluar qué tan exitosamente se ha implementado la BUP en diferentes lugares “lo importante es ver qué tan eficiente es el sistema, qué tan aceptado socialmente es y qué tan legitimado está en términos de funcionamiento politico”, asegura Loidi. “En ese sentido, me parece que los casos más eficientes y exitosos son los de Chile y Costa Rica, pero también está totalmente aceptado en México. Se utiliza en Paraguay, Colombia y Ecuador, por nombrar algunos”.
Chile desde 1958 tiene la Cédula Única de votación, “situación que vino a solucionar ciertas prácticas que no son muy buenas en materia electoral y que pueden opacar los procesos electorales”, contó en un Webinar realizado el 6 de diciembre de 2021 por IDEAS, Elizabeth Cabrera, subdirectora de Registro, Inscripciones y Acto Electoral del Servicio Electoral de Chile. “Yo diría que nuestra Cédula Única tiene una aceptación generalizada desde hace mucho tiempo. No se cuestiona en absoluto y hay un control minucioso”.
El caso de Costa Rica también es emblemático. Héctor Fernández Masis, director general de Registro Electoral y de Financiamiento de Partidos Políticos del TSE, dijo que en Costa Rica “siempre han tenido la papeleta única”. “En la Constitución del 49 se crea un tribunal supremo de elecciones, totalmente independiente del poder político. Además se establece una serie de controles a nivel constitucional y legal para garantizar la transparencia del sufragio. Y en aras de esa transparencia está todo lo relativo a la emisión de las papeletas únicas de votación. Se manda la cantidad de boletas exactas para el número de votantes. Entonces si son 500 votantes, pero fueron sólo 300, tienen que sobrar 200″.
En Costa Rica se incorporó en el Código del 2009 la posibilidad de sustituir la papeleta por dispositivo electrónico, con la condición de que sean seguros y confiables. “Hicimos pruebas pero la desconfianza hace que muchos actores del proceso no quieran sustituir la papeleta física”.
México también tiene una Boleta Única de Papel. Ciro Murayama Rendón, consejero Electoral del Instituto Nacional Electoral, reveló que hay criterios muy precisos establecidos para el diseño de las papeletas, y destacó las medidas de seguridad para que las boletas oficiales no pudieran ser reproducidas ni robadas.
En Perú, el modelo de la Cédula Única de sufragio se estableció en 1963. “Nuestra Boleta Única nos funciona muy bien”, dijo Piero Corvetto Salinas, jefe de la Oficina Nacional de Procesos Electorales de ese país. “Es una herramienta que permite un mejor acceso a la competencia, facilita el trabajo de los miembros de cada mesa durante el escrutinio y también la experiencia de los electores para hallar a sus candidatos”.
“Hay una particularidad que tienen los sistema de BU en América Latina (como el de México, Chile, entre otros) y es que utilizan el sistema de Boleta Única por categoría, y no única por sufragio, que es el modelo que se está proponiendo hoy como prioritario en la Argentina a nivel nacional”, aclara Lodi. “Me parece que en Argentina podemos pensar en un diseño que responda a nuestro sistema de partidos, a nuestro método de selección de candidatos, a cómo se organizan los sistemas electorales”.
“Todos los casos de implementación de BUP son exitosos”, reflexiona Zovatto. “Sólo se perjudica a quien tiene una clara intencionalidad que le sirva de manera dolosa a sus poderes políticos”.
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