Esta semana, la familia Granera Sandino tocó las campanas de alarma por la salud de su madre, la presa política Violeta Granera. En un comunicado familiar difundido a través de medios de comunicación y redes sociales aseguran estar “sumamente alarmados por su condición física, nuestra madre tiene 70 años, múltiples problemas de salud crónicos, el deterioro es evidente después de estos 10 meses de prisión”.
Violeta Granera es una dirigente de la organización opositora Azul y Blanco y fue detenida el 8 de junio de 2021 por el régimen de Daniel Ortega, en el inició de una ola represiva que buscaba desbaratar a la oposición política de Nicaragua y eliminar a los potenciales candidatos que podrían competir contra Daniel Ortega en las elecciones de noviembre de ese año. Unos 150 opositores, periodistas, empresarios y críticos del régimen han sido detenidos desde mayo del año pasado. Granera fue condenada a ocho años de cárcel en febrero por el delito de traición a la patria.
La presa política es socióloga graduada en Niza, Francia, y desciende de una familia tradicional liberal de Nicaragua. Su padre, Ramiro Granera, fue senador durante la dictadura somocista y fue asesinado por la guerrilla sandinista en 1978, un año antes de que tomara el poder en Nicaragua. Granera, y su familia, se fue entonces al exilio y solo regresó en 1990 tras el triunfo de doña Violeta Barrios de Chamorro.
Para las elecciones presidenciales de 2016, Violeta Granera fue candidata a la vicepresidencia por el Partido Liberal Independiente (PLI), pero no pudo competir cuando el régimen de Daniel Ortega, a través de la Corte Suprema de Justicia, despojó de la representación legal a quienes dirigían ese partido y se la entregó a un político desconocido que desapareció después de las elecciones de ese año.
El 28 de abril, la familia Granera Sandino pudo visitar por séptima vez en más de diez meses a su madre presa en la cárcel El Chipote, donde el régimen ha recluido en condiciones de aislamiento a la mayoría de los presos políticos.
“Nos llamó la atención que tenía manchas blancas por todo el cuerpo. Un médico le dijo que posiblemente le está iniciando vitíligo, y también lunares rojos por todos lados”, dice un miembro de la familia que conversó con Infobae y que pidió no se mencionara su nombre. “En la última visita, hace cinco semanas, la habíamos encontrado bien en términos generales de salud, presión arterial, no había seguido bajando de peso, es una mujer fuerte y con carácter, pero esta vez nos alarmó”.
La familia dice que además los problemas crónicos de presión arterial y diabetes que padece, les preocupan las manchas en todo su cuerpo y una debilidad física extrema que hasta la última visita no reportaba. “Ella dijo que sentía muy débil, y que hay mañanas en que le cuesta levantarse desde el punto de vista físico. Por su carácter ella siempre ha estado firme pero esta vez sí reconoció que se sentía mal”.
Según relató en la última visita, los médicos que ocasionalmente la atienden le preguntaron si en su familia había antecedentes de cáncer. “Nos asustó eso. ¿Por qué le van a preguntar a ella si tiene antecedentes de cáncer en su familia? No sabemos que están viendo ellos que ni ella ni nosotros podemos ver o simplemente es un asunto de descartar por qué le están saliendo esas manchas o por qué se está debilitando ella”, dice uno de sus hijos.
“Nos da angustia lo que pueda pasarle. Tememos por su vida. Sabemos que cualquier decisión no está en manos de nadie más que de ellos. Nos da temor porque ha habido antecedentes”, añade.
El 12 de febrero de este año murió en prisión el general en retiro Hugo Torres, disidente del sandinismo, y antiguo guerrillero. Paradójicamente Torres fue uno de los guerrilleros del comando que en diciembre de 1974 realizó una toma de rehenes para exigir y lograr la liberación de los presos políticos de entonces, entre ellos Daniel Ortega.
Hasta ahora, nueve reos políticos, la gran mayoría de la tercera edad, se mantienen bajo régimen de arresto domiciliar. Ellos son: Cristiana Chamorro, 68 años; Noel Vidaurre, 67 años; Jaime Arellano, 62 años; María Fernanda Flores, 53 años; Arturo Cruz, 68 años; José Pallais, 68 años; Mauricio Dávila, 71 años; Edgard Parrales, 80 años; y Pedro Joaquín Chamorro Barrios, 70 años. Los seis últimos fueron enviados a sus casas después de la muerte de Hugo Torres.
“Mi mamá les dijo a los policías, a los comisionados, a sus interrogadores, que ella podía ser la segunda que muera ahí adentro, y que, si ellos quieren hacer eso que lo hagan, que ella ya dio toda su vida luchando por Nicaragua y que ella está lista. Que, si ellos quieren que muera ahí, ella va a morir ahí”, relata uno de los hijos de Violeta Granera.
En esta ronda de visitas que permitió el régimen, los presos políticos les comentaron a sus familiares que en las últimas semanas el régimen carcelario en El Chipote se ha recrudecido. La custodia policial fue cambiada para evitar que desarrollen empatía con los presos políticos.
“Les cambiaron a los policías, porque los policías que estaban ahí ya estaban adaptados y algunos con cierta empatía y les mandaron unos policías que son de lo peor que hay, malcriados. La tortura psicológica se ha incrementado”, explicó un familiar que también pidió anonimato.
Dejaron de pesar semanalmente a los presos para evitar que informen a sus familiares de sus alarmantes pérdidas de peso, y redujeron considerablemente las raciones de comidas que les reparten.
La familia de Violeta Granera espera que el régimen cambie su situación carcelaria antes de que suceda una desgracia. “Pedimos que le cambien el régimen y que la manden a su casa, para que pueda ser atendida. No sabemos si van a dejar que la vean los médicos, pero por los menos que esté mejor atendida y que se recupere”, señala.
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