Detuvieron en Cuba a una periodista opositora al régimen castrista que reclamó amnistía a los presos de las protestas del 11J

Lisbeth Moya González fue sorprendida al salir de su casa por miembros de Seguridad del Estado, la policía política del gobierno cubano

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La periodista había demandado que
La periodista había demandado que se libere a los presos políticos de las movilizaciones del 11J. Fotografía de archivo EFE/Ernesto Mastrascusa

En La Habana, Cuba, los taxis son vistosos desde lejos por su condición de autos antiguos, como si hubieran sido extraídos de una película de Hollywood de los años cincuenta con esos metálicos chasis poderosos. El miércoles 19 de abril la periodista Lisbeth Moya González salía de la casa familiar a reunirse con sus amigos y compañeros e iba a tomar un taxi, aunque ya le habían advertido a su madre que “ellos” iban a tratar de retenerla dentro de su casa para que no fuera “a la embajada estadounidense’'. “Ellos” eran los miembros de Seguridad del Estado, la policía política del gobierno de partido único, el Partido Comunista Cubano.

Lisbeth salió para encontrarse con sus amigos y pronto tenía a varios agentes alrededor. Vio un taxi, levantó la mano pero antes de poder entrar una agente amenazó al conductor diciéndole que la joven era una contrarrevolucionaria y que si la subía podría hasta perder su auto. El taxi partió. Lisbeth siguió con el grupo de agentes caminando a su alrededor y cuando pudo ingresó a otro taxi, también vistoso pero que no había sido percibido por los agentes, y le señaló dónde ir. La misma agente se subió al taxi. Otra vez pidió al taxista que detuviera la marcha y no llevara a la joven porque era una contrarrevolucionaria. El taxi siguió su ruta. Sin embargo, a las pocas cuadras una patrulla policial se le puso delante y lo obligó a parar. Entonces Lisbeth Moya González fue trasladada por la agente del taxi a la patrulla. Le indicaron que estaba detenida y la llevaron a una estación de la Policía. ¿Su crimen? Había demandado que se libere a los presos políticos de las movilizaciones del 11J.

Con estas siglas son conocidas las movilizaciones del 11 de julio de 2021, las más grandes protestas sociales realizadas en Cuba desde que la Revolución otorgara el poder a Fidel Castro y su Movimiento 26 de Julio en enero de 1959. La revuelta comenzó en San Antonio de los Baños y se extendió como un reguero de pólvora por toda la geografía cubana, incluso La Habana. Su rasgo más cargado de simbolismo fue el ataque a las tiendas con productos que sólo se pueden comprar en dólares. Patrulleros policiales también fueron atacados en distintos puntos del país. La consigna más coreada por las masas era “Patria y Vida”, una canción del dúo Gente de zona, que desde su lanzamiento se en febrero de 2021 se había convertido en un himno de oposición al régimen castrista.

Las protestas del 11J se produjeron en medio de reformas económicas estructurales que empeoraron las condiciones de vida de las mayorías populares que no tienen acceso a las divisas extranjeras y, por lo tanto, agrandaron el descontento social, ya agrietado por años de embargo comercial estadounidense. El ajuste económico del gobierno de Díaz Canel en el marco de la pandemia profundizó la consolidación de una casta privilegiada de funcionarios de gobierno y militares que gozan del privilegio de acumular en dólares o participar de los negocios y empresas que fueron blanqueados durante el tiempo de la actual reforma, que siguió a la reforma constitucional que abrió las puertas a una economía de carácter capitalista (según el modelo vietnamita) o mixta (con participación privada y estatal). Las revueltas del 11J tuvieron como saldo centenares de detenidos en toda Cuba. En marzo de este año se realizaron los juicios por los incidentes en La Habana, donde se condenó a 127 manifestantes hasta a 30 años de cárcel, y por los incidentes en San Antonio de los Baños, donde se condenó a 17 manifestantes con penas de hasta 17 años de prisión.

Las penas provocaron reclamos al gobierno de Díaz Canel en distintos lugares del mundo. Hasta Pablo Milanés, el cantautor referente de la Nueva Trova Cubana y quizás unos de los símbolos vivos de la revolución cubana, denunció públicamente la violencia represiva del gobierno. Hubo condenas a la justicia cubana por parte de la Unión Europea y adhesiones al gobierno de Díaz Canel ante un supuesto ataque del imperialismo que se esparció entre los partidos comunistas de diversas latitudes, el Foro de San Pablo o el PT brasileño, entre otros.

Activistas de izquierda cubanos (que defienden los logros de la revolución, condenan el ajuste económico oficial y el embargo estadounidense) se organizaron para lanzar un llamamiento por la amnistía a los presos políticos del 11J y lo hicieron circular de modo cuidadoso para poder obtener pronunciamientos a favor entre miembros del campo cultural, académico y laborioso cubanos. También lo hicieron llegar a diferentes personalidades del campo político y cultural del mundo. Los organizadores decidieron que el llamamiento no tuviera voceros oficiales para prevenir acciones represivas del Estado. Sin embargo, Lisbeth Moya González es una activista reconocida y era sabido que se trataba de una de las organizadoras del llamamiento. Por eso su detención.

Entre los firmantes cubanos se destacan la artista Tania Bruguera, el periodista y escritor Jorge Fernández Era, la cineasta Carla Valdés León, la artista visual y performer Cirenaica Moreira Díaz y un amplio abanico de personalidades académicas, en distintas disciplinas. En el plano internacional el filósofo francés Etienne Balibar, el historiador inglés Alex Callinicos, el pensador francés Michael Lowy, el escritor y ensayista español Santiago Alba Rico forman parte de una larga lista que incluye, en el capítulo argentino, al jurista Roberto Gargarella, el escritor Marcelo Birmajer y los dirigentes de Política Obrera Jorge Altamira y Marcelo Ramal, y el sindicalista Pollo Sobrero, entre otros. Política Obrera había realizado una manifestación en la embajada cubana en enero reclamando la libertad de los presos del 11J, mientras militantes del Partido Comunista Argentino controlaban la seguridad de la sede diplomática. El embajador cubano no recibió a los representantes de ese partido.

Al interior del partido cubano gobernante el ex ministro de Cultura Abel Prieto (actual director de Casa de las Américas, mayor institución cultural de la Isla) manifestó en sus redes sociales personales: “En los últimos días, se ha estado moviendo una ‘carta abierta’, supuestamente elaborada desde la izquierda, que repite todos los tópicos de la versión yanqui en torno a los hechos del 11 y el 12 de julio y al proceso donde los tribunales cubanos han venido juzgando a los responsables directos de la violencia. La única pincelada “izquierdista” del texto tiene que ver con una rápida mención al bloqueo de los EEUU contra nuestro país. Todo lo demás es una contribución vergonzosa a la imagen de Cuba que están imponiendo los medios hegemónicos y las redes sociales. Junto a nombres que no significan nada, han reunido algunas firmas de figuras valiosas del pensamiento de la emancipación. Sabemos cómo se trabajan estas declaraciones y con cuánta ligereza se obtienen algunas firmas. Pero colocarse hoy del lado del Imperio para atacar a Cuba es un acto contra natura en toda persona digna, sobre todo si cree en la posibilidad de construir un mundo alternativo al reino del dinero y la barbarie”. De un modo más brutal se refirió al llamamiento el embajador cubano en Costa Rica Jorge Rodríguez: “El documento es una infamia, la CIA no pudo haberlo escrito mejor, si es que no fue ella quien lo redactó. Los firmantes de Costa Rica son los trotskistas funcionales a la derecha y el imperialismo, engendros de la CIA en todos lados”. Luego sobrevino el arresto de la activista Lisbeth Moya González.

En la comisaría la citaron oficialmente para una audiencia el miércoles 20 a las 21. Mientras Infobae se comunicaba con organizadores del llamamiento por la libertad de los presos políticos del 11J, adelantaron la audiencia de Lisbeth a las 18 horas. Después de una espera lenta, tuvo lugar la audiencia. Lisbeth Moya relató en sus redes sociales: “Hoy tuve una citación oficial para advertirme que debía tener buena conducta social y no salir el 1ro de mayo. Pueden estar tranquilos que detesto el tumulto y la gritería y el 1ro de mayo en Cuba no tiene el significado que yo defiendo: exigir y reivindicar derechos laborales. El 1ro de mayo debería tratarse de sindicatos libres y no de reivindicación del estado. Ayer fui secuestrada por los agentes Yordan e Isabel. La intención era al parecer que no saliera de mi casa y me negué. Fui perseguida y luego arrestada. Luego interrogada como siempre con alusiones familiares, machistas e intentos por vulnerarme física y emocionalmente. Como siempre fue puesta en tela de juicio mi condición de persona de izquierda porque la izquierda es de ellos y está en su bolsillo y se me advirtió de mil formas que ser periodista independiente, opinar en redes y reclamar la libertad de los presos es ser una contrarrevolucionaria. El llamamiento @solidaridad11j les preocupa sobremanera. Yo ratifico mi compromiso con la verdad y con los oprimidos. Mi condición de subalternidad, mi feminismo, mi profesión y mi corazón, no me permiten otra cosa. #Solidaridad11J #AmnistíaYa #SocialismoSíRepresiónNo”.

Hoy los presos del 11J permanecen libres. Lisbeth recuperó su libertad, a la vez que se le prohibió salir de su casa el 1ro de Mayo, Día Internacional de los Trabajadores. La situación cubana parece sumar descontentos a diestra y siniestra con una salida gubernamental que parece enfocarse en la represión. El llamamiento sigue siendo firmado. La pregunta es: ¿hasta cuándo?

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