El ex embajador de Nicaragua en la OEA dice que no puede “ni comer ni dormir”

Tras cinco meses en el cargo, Arturo McFields se rebeló el 23 de marzo contra Daniel Ortega y denunció la dictadura de su país

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Arturo McFields con Luis Almagro
Arturo McFields con Luis Almagro en la OEA

Arturo McFields, ex embajador de Nicaragua ante la Organización de los Estados Americanos (OEA), afirmó este lunes que no puede “comer ni dormir”, desde que se rebeló la semana pasada contra el Gobierno de Daniel Ortega, y lamentó haber recibido críticas de algunos sectores de la oposición nicaragüense.

Estoy en un proceso emocional muy fuerte y me duele mucho cuando personas que se llaman demócratas te dicen que no basta con lo que has hecho y que te tienes que arrastrar y pedir perdón. No saben por lo que estoy pasando”, contó a la agencia EFE en una entrevista telefónica.

Tras cinco meses como embajador ante la OEA, McFields se rebeló el 23 de marzo contra Ortega, denunció la “dictadura” de su país y exigió la liberación de los presos políticos, por lo que inmediatamente fue cesado del cargo.

McFields apuntó este lunes que su gesto ha recibido el respaldo de “la gran mayoría de nicaragüenses”, incluidas figuras como la poeta Gioconda Belli y la periodista Lucía Pineda, pero también ha sufrido una “campaña de desprestigio” de miembros de la oposición que no le perdonan haber formado parte del círculo de Ortega.

“No basta con el trauma psicológico y que no puedo ni comer ni dormir. Tiene uno que arrastrarse por el suelo para ser digno del perdón”, reprochó McFields, quien opinó que “la división ha sido la gran causante de que en Nicaragua exista una dictadura”.

A raíz de su decisión, el exembajador dijo haber puesto “en riesgo” su vida y la de su familia, haber dado un “salto sin paracaídas” y haber perdido el “seguro médico” en Estados Unidos.

A quienes desde el entorno de Ortega lo acusan de ser un vendido de la CIA, McFields respondió que el único apoyo económico que tiene es el del trabajo de su esposa y el de una iglesia afroamericana de Washington. “De lo que hice no me arrepiento ni un centímetro. Lo hice por mí mismo, ahora me siento libre, sin cadenas, pero todavía estoy conmocionado”, afirmó.

Aunque no desgranó sus planes de futuro, señaló que el Departamento de Estado de EEUU le está ayudando a regularizar su situación migratoria, mientras que Ecuador le ha hecho una “propuesta de asilo político”.

McFields, periodista de profesión, fue nombrado en octubre del año pasado como embajador ante la OEA y, aseguró, que por aquel entonces ya estaba “disconforme” con el Gobierno de Ortega, pero “no sabía cómo plantear esta disconformidad”.

“Desde el primer día que llegué quería hacer algo por mi país, porque llega un momento en que te cansas de repetir consignas, te cansas de ponerte la camiseta y defender lo indefendible”, remarcó el exembajador, quien sostiene que hay un gran descontento entre altos funcionarios nicaragüenses.

De hecho, el domingo el abogado Paul Reichler, que ha representado a Nicaragua ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) en varios litigios internacionales, renunció al cargo por “conciencia moral”, denunciando la manera en que Ortega dirige al país, días después de que McFields lo hiciera.

En su inesperado alegato durante una sesión del consejo permanente de la OEA, McFields dijo hablar “en nombre de más de 177 presos políticos y más de 350 personas que han perdido la vida” en su país desde 2018.

El exembajador explicó este lunes que los casos que lo impulsaron a dar un paso adelante fueron los arrestos de la activista Tamara Dávila y del periodista Miguel Mora; así como la muerte en prisión del exguerrillero sandinista Hugo Torres, a quien calificó de “héroe nacional”.

Desde que se rebeló contra Ortega, no responde “el teléfono a nadie” del Gobierno nicaragüense, ya que asegura que “las amenazas son usuales”.

(Con información de EFE)

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