El Espíritu, Copán. Hay algo de idílico en este pueblecito hondureño, que no es más que una calle central rodeada de casonas de concreto y coronada por un templo católico de arquitectura colonial española. Hasta aquí se llega por caminos estrechos que serpentean montaña arriba en busca de veredas que atraviesan bosques de pino. Hay calma ahora. Pero este lugar guarda secretos. Terribles.
Una de las historias que aún se oye en este pueblo y sus alrededores es la de los días en que por aquí acampaba de Joaquín Archibaldo Guzmán Loera, el temible Chapo, otrora líder del Cartel de Sinaloa y asiduo visitante a las montañas de Copán. Es una historia que se cuenta aún en voz baja en los montes y ríos que hacen frontera con la vecina Guatemala y en los caminos que llegan a La Entrada, la ciudad comercial 40 kilómetros al sur desde la que estos territorios del occidente hondureño se abren al resto del país.
Lo que esa historia cuenta es que, al despuntar el siglo XXI, el Chapo afianzó personalmente los negocios que Sinaloa tenía en Honduras, por donde ya para entonces corría la porción más relevante de la ruta centroamericana de la cocaína. Ahí, en Copán, el de Badiraguato encontró a sus mejores socios en los hermanos Luis y Miguel Arnulfo Valle, líderes del clan de Los Valle, y en Alexander Ardón, un influyente alcalde local que sirvió de nexo al narco en los pasillos de la política hondureña.
Desde 2019, Infobae ha hablado en Honduras con una docena de personas que conocieron de primera mano de los viajes y estadías del Chapo en Honduras, entre ellos dos altos mandos policiales que hicieron labor de inteligencia a principios de la década pasada, un obispo y un sacerdote que sirvieron en la diócesis de Copán y un extrabajador municipal que conoció personalmente a Los Valle y al exalcalde Ardón.
Todas esas fuentes coinciden en que el Chapo Guzmán encontró en el occidente hondureño, además de un buen lugar para hacer negocios, un cómodo refugio de retaguardia para huir de los policías mexicanos y estadounidenses que ya para principios de siglo llevaban dos décadas siguiéndolo.
Después de que se entregó a las autoridades estadounidenses en marzo de 2019 en Ciudad de Guatemala, el exalcalde Ardón, socio de Los Valle y el Chapo, explicó en detalle a los agentes federales y fiscales del Departamento de Justicia la relación entre el mexicano y los narcos hondureños. Uno de los detalles más relevantes que aportó Ardón a los policías fue la confirmación de que Juan Antonio “Tony” Hernández era, en 2013 y 2014, el nexo entre su hermano, el recién ascendido presidente Juan Orlando Hernández, y el hampa del narco en Honduras, incluida la sociedad con Sinaloa.
Luego, cuando Tony Hernández fue juzgado en Estados Unidos, en octubre de 2019, Ardón explicó que él había estado en una reunión en 2013 en que el Chapo le entregó a Tony un millón de dólares para financiar la campaña de Juan Orlando. Era una inversión a futuro del mexicano para poner ficha en otro clan, el de los Hernández, que estaba por convertirse en el rector del crimen organizado en Honduras, según confirmarían años después decenas de investigaciones judiciales y periodísticas y, a la postre, la captura, en febrero pasado, del expresidente, quien espera en una celda en Tegucigalpa ser extraditado para responder por cargos de narcotráfico en una corte de Nueva York.
Parece, sin embargo, que esta solo es la punta de un enorme témpano que terminará de conocerse durante un eventual juicio al expresidente Hernández en Estados Unidos. Así lo advirtió hace poco el general Ramón Sabillón, ministro de seguridad en el recién ascendido gobierno de la presidenta Xiomara Castro.
Sabillón reveló este domingo 20 de marzo, en una entrevista con una televisora hondureña, que fue el Chapo quien, haciendo uso de la influencia que ya tenía con el gobierno de Hernández, forzó que el presidente lo destituyera.
En 2014, Sabillón, quien entonces era jefe de la policía, había desarrollado, con apoyo de la Agencia de Control Antidrogas (DEA) de Estados Unidos investigaciones a Los Valle, Ardón y Los Cachiros y dirigió el operativo que terminó con la captura de los primeros. Desconfiando ya de las posibles relaciones entre el hampa y el naciente poder político de su país, Sabillón no informó de la captura de Los Valle a su jefe, el presidente Juan Orlando Hernández, hasta que esta había ocurrido. Luego vino el despido.
Durante la entrevista del domingo anterior, Sabillón dijo que aquella captura fue la razón de que el entonces ministro de seguridad, Arturo Corrales, lo diera de baja. “Había temas de fondo como la captura de los señores extraditables… Esa creo que fue la causa, ya que las instituciones públicas comenzaron a ser permeadas por el crimen organizado y el narcotráfico”, dijo el general.
El ministro no dudó al señalar al hombre que movió los hilos para que los hombres de Juan Orlando Hernández lo destituyeran. “Fue una situación que vino de Guzmán Loera, alias el Chapo, por les estaba afectando y decidieron quitarme del cargo”.
Sabillón sabe de lo que habla. Cuando en 2014 capturó a los hermanos Valle los llevó a las celdas de la unidad especial de la Policía Nacional conocida como Los Cobra, donde interrogó a los capos y supo, de primera mano, que Tony Hernández y su hermano Juan Orlando se habían consolidado en lo más alto de la pirámide del narcotráfico que movía, sobre todo, la droga de Sinaloa.
El Chapo ayudó a consolidar la red hondureña
Lo que el Chapo ayudó a formar en los albores del siglo fue una red de narcos y políticos que funcionó sin problemas durante una década en Honduras
Del testimonio del exalcalde Ardón, aliado de Guzmán Loera, los Valle y los Hernández y de otros relatos contenidos en expedientes judiciales se concluye que el dinero del Chapo sirvió en parte para aceitar una máquina capaz de recibir toneladas de cocaína en el noreste hondureño, controlado por el clan de Los Cachiros, quienes, protegidos por convoyes policiales y militares, movían la droga por carretera hasta San Pedro Sula y Puerto Cortés o incluso hasta La Entrada, en Copán, donde la entregaban a Los Valle para que este clan sacara la droga hacia Guatemala.
En otro expediente judicial, el abierto a Fabio Lobo, hijo del expresidente hondureño Porfirio “Pepe” Lobo (2010-2014), hay pruebas de cómo el Cartel de Sinaloa, de la mano del Chapo Guzmán, logró articular el buen funcionamiento de los dos grandes clanes narco de Honduras y a la autoridad política y la fuerza pública para garantizar que la ruta hondureña funcionara sin obstáculos.
Fue Devis Leonel Rivera Maradiaga, líder del clan Los Cachiros que también se entregó a Estados Unidos, quien narró cómo funcionaba la red.
El Cachiro contó, por ejemplo, que se reunió con Fabio Lobo un día de noviembre de 2012, cerca de una pista aérea en Tocoa, en el norteño departamento de Colón. Estaban ahí para hacerse cargo de un envío de una tonelada de cocaína que venía en avioneta desde Apure, en Venezuela, y debía llegar a México. La droga era del Cartel de Sinaloa.
A petición de Rivera Maradiaga, Lobo hijo había llegado a Tocoa, uno de los centros de operaciones de Los Cachiros, para escoltar el convoy que llevaría la carga hasta La Entrada, en el departamento de Copán, frontera con Guatemala. En algún punto entre Tocoa y San Pedro Sula, un retén militar detuvo el convoy. Fabio Lobo habló con el oficial a cargo y la droga siguió su camino.
Unas horas después, la caravana llegó a La Entrada. Ahí, Rivera Maradiaga pidió a Fabio que lo esperara un el carro mientras él entregaba la droga a sus socios. La cocaína quedó en manos de Digna Valle, cerebro financiero de la familia Valle.
Por esa operación, Fabio Lobo recibió US$50.000 de Rivera Maradiaga. Cuando Lobo fue arrestado en mayo de 2015, ya los Hernández hacían gestiones para hacerse con las rutas de occidente.
Un refugio en las montañas
Ya para finales de la primera década del 2000, el Chapo solía pasar importantes temporadas en El Espíritu, en Copán, cuando las cosas en México se complicaban demasiado.
Un alto jefe policial que siguió los pasos de los Valle y sus socios en Honduras confirmó que Guzmán “se movía por Copán” en los días previos al 22 de febrero de 2014, la segunda vez que las autoridades mexicanas los capturaron en Mazatlán, Sinaloa.
En Santa Rosa de Copán, la coqueta ciudad colonial que es capital de provincia, un sacerdote que conoció a Los Valle y a Ardón e incluso tuvo interacciones con ellos “por razones de la iglesia”, cuenta en voz baja que en a principios de la década pasada, allá por 2012, Luis Valle solía ordenar el cierre de las calles de la ciudad las noches en que el clan celebraba la presencia del Chapo en Copán.
“Hacían desorden en la calle. Ellos (Los Valle) eran discretos y el Chapo no se dejaba ver, pero los guardaespaldas hacían relajos…”, contó a Infobae un sacerdote que conoció a Ardón y a los Valle y quien habló en 2021 bajo condición de anonimato por seguridad. El religioso asegura que recibió denuncias de que, en el clímax de esas fiestas, guardaespaldas de los narcos incluso habían violado a jóvenes copanecas.
Este sacerdote confirmó algo que ya un alto jefe policial, responsable de inteligencia en los años que Los Valle fueron capturados, había dicho a Infobae: El Chapo solía pasar largas temporadas en El Espíritu, desde donde se movía a la vecina Guatemala a caballo cuando era necesario.
El pueblo de Los Valle era una especie de centro de operaciones del mexicano durante sus visitas a Honduras; dicen estas fuentes que, desde las montañas copanecas, el Chapo también se desplazaba a San Pedro Sula, a unas 4 horas en carro, para afianzar sus negocios en el corredor hondureño.
Fue en una finca ganadera de Miguel Arnulfo Valle, en las afueras de El Espíritu, que el Chapo Guzmán se reunió con Tony Hernández en 2013 para entregarle el millón de dólares que luego, según los testimonios recogidos por agentes estadounidenses, sirvieron para la campaña presidencial de Juan Orlando Hernández.
El Chapo Guzmán dejó de ir a Honduras en 2013, según ha confirmado el general Sabillón. En febrero de 2014, la marina mexicana volvía a capturar al jefe de Sinaloa en México. Meses después, en noviembre, Sabillón y los suyos detenían a los Valle en los caminos que unen El Espíritu con la frontera guatemalteca. Era el fin de una era.
De las visitas a El Chapo quedaron los testimonios, algunos convertidos en leyenda, que aún circulan por Copán. Y quedaron los testimonios que, a la postre, llevaron a Tony Hernández a una cárcel de Estados Unidos y tienen a su hermano Juan Orlando a un paso de la extradición.
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