Cada vez son más los ucranianos que viven en América Latina que se ofrecen como voluntarios para repeler a las fuerzas de Vladimir Putin. Taras y Nazar Kuzmin son dos de ellos que viven en la Argentina. Uno ya retornó a Ucrania para luchar contra los rusos. El otro está a la espera, listo para unirse a su hermano para pelear por las raíces familiares. Taras, el mayor de ellos -42 años- se reencontró en Odessa con su padre Leonid este jueves, después de un largo y agotador viaje. El padre de la familia -que vivió durante más de dos décadas en la Patagonia- retornó a su país hace cuatro años tras sufrir un accidente cerebro vascular. El objetivo de los hermanos es trasladarlo cuanto antes a Polonia para ponerlo a resguardo. Y quedarse allí para defender a su nación.
Taras está ansioso, a la espera de poder entrar en batalla con los soldados rusos. Odessa -ciudad asediada en la que está ahora- se halla a unos 500 kilómetros de Kiev, la capital ucraniana que resiste firme los acosos de las tropas de Vladimir Putin. Odessa es un un lugar estratégico para las fuerzas rusas dada su condición portuaria. Es una de las más grandes de Ucrania y la toma de este puerto figura entre las prioridades de Moscú. Allí ya está el mayor de los hermanos, para defenderla como voluntario. Son miles los ucranianos que llegan de todas partes del mundo para resistir.
El menor de la familia -Nazar, de 32 años- espera poder viajar los primeros días de abril para combatir. Para eso está reuniendo dinero en El Calafate, donde trabaja en el sector turístico.
El desembarco de los Kuzmin en la Argentina fue hace más de dos décadas atrás, a mediados de los 90, a partir de la iniciativa de sus padres que buscaban un nuevo destino para sus hijos. Leonid y Taras fueron los primeros en llegar. Su primer destino fue Buenos Aires, para luego de algunos años y experiencias decidieron radicarse en el sur patagónico, del cual se enamoraron en un viaje familiar.
Ahora, fueron otros coterráneos ucranianos quienes terminaron de convencer a la familia para retornar y pelear, afirma Nazar, cuya familia está compuesta de sus padres y su hermano, y dice no arrepentirse de la elección de defender a su patria.
Su hermano, desde la campiña ucraniana, nos indica que la decisión de viajar ocurrió al segundo día de la invasión rusa, previamente consultado con su familia. Sargento de reserva, Taras afirma que tiene motivos de sobra para dar pelea a las tropas rusas: “Mi familia está mal. Mi abuela de 90 años, sobreviviente de la Segunda Guerra Mundial, hoy no puede bajar al sótano sola. Mi deber como hombre, ciudadano y patriota es estar aquí”, afirma.
Taras habla del miedo, algo natural en un contexto de guerra. “Miedo en general no. En la guerra se trata de un sentido de sobrevivencia, si se tiene miedo es natural, solamente gente loca no tiene miedo”, explica. “Siempre los ucranianos fuimos diferentes de los rusos, y siempre queríamos ser libres. Cuando tuvimos por fin la libertad, nos están atacando otra vez”, cuenta desde Odessa.
El deseo de libertad es lo que lo motivó a Nazar viajar a Ucrania para estar junto a su hermano y su papá para ir a defender el país, a quien pretenden trasladar a Polonia a raíz de su problema de salud. “Esto no es una guerra porque ya bombardean todo. Esto es un crimen”, agrega desde El Calafate.
Ante la invasión rusa que lleva un mes, el hombre de 32 años -quien no cuenta con formación militar, pero asegura tener dominio de armas de guerra- decidió enlistarse a la defensa de la ciudad de Odessa y afirma con total certeza estar dispuesto a dar la vida por su Ucrania. Su deseo es lograr la paz para aquel país y que el pueblo pueda vivir tranquilo con su libertad, junto a su hermano y su padre quien además se desempeñó durante 21 años en la fuerza policial de Ucrania.
Los ucranianos que viven en América Latina y están dispuestos a viajar a Ucrania -o ya lo hicieron- pueden contarse de a cientos. Además de Argentina, se sumaron voluntarios de Uruguay, Paraguay, Chile y Brasil. Por cuestiones de seguridad la mayoría no se anima a dar sus identidades.
Nazar afirma: “No tengo dudas. Si empiezo a dudar es peor, porque te hace mal en la cabeza”, señala el menor de la familia Kuzmin. Por su parte, Taras dice que no se puede explicar lo que está ocurriendo y responde que “esto es peor que el nazismo, esto es rusismo. Bombardean un hospital con mujeres embarazadas con la excusa de que allí había personas nazis o militares”.
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