La Justicia en Uruguay condenó a un cura en la ciudad de Minas, al sur del país, a ocho años de prisión por abusar de dos niñas. El hombre, que actualmente tiene más de 70 años, llevaba dieciséis años de amistad con la madre, quien durante la causa apoyó su inocencia, pero se negó a declarar.
Según la sentencia, el cura comenzó a concurrir a la casa de la familia luego de que la madre le pidiera auxilio económico por el 2014, informó La Diaria. Él llevaba alimento y bebidas alcohólicas. Durante esas visitas realizó “tocamientos sexuales” a las dos hijas menores de edad de la mujer, en aquel momento de nueve y trece años. Incluso, se metió en la habitación de una de las dos niñas para abusarla sexualmente.
La denuncia se presentó en 2019 cuando uno de los hermanos de las niñas se enteró de lo sucedido. Tiempo después, una de las víctimas ingresó a una emergencia médica por tener pensamientos suicidas. Allí volvió a relatar los abusos a un médico y a una psiquiatra.
Los delitos que decretó la jueza penal de Lavalleja (departamento donde se sitúa la ciudad) de primer turno, Natalia Alessandre, fueron “atentado violento al pudor, abuso sexual y abuso sexual especialmente agravado”, según informaron desde Fiscalía.
También se definió una sanción de un pago de 12 meses de salario mínimo, en caso de no contar con ingresos, y la inhabilitación durante diez años para ejercer funciones que tengan vínculo directo con menores de edad, personas con discapacidad y mayores en situación de dependencia.
Fuentes allegadas a la investigación valoraron la sentencia ya que la jueza concedió todo lo que fue pedido por la acusación de quien entonces era fiscal de Lavalleja de primer turno, Tania Vidal.
Por parte del abogado defensor se comentó que van a apelar a la sentencia de primera instancia, para lo cual todavía hay un plazo de quince días. Si la sentencia se mantiene firme, el hombre pasará a ser parte del Registro Nacional de Violadores y Abusadores Sexuales por el artículo 104 de la Ley de Urgente Consideración.
El juicio que determinó la responsabilidad del cura de la Catedral de la Inmaculada Concepción de Minas se realizó entre el 13 y el 17 de diciembre pasados. Se contó con las declaraciones anticipadas de las víctimas, de los peritos que recolectaron evidencia y testigos que propusieron los demandantes y los defensores.
En su defensa, el cura negó el abuso y llevó trece testimonios de personas que declararon tener vínculos de varios años con él sin haber tenido ningún problema. Explicó que la situación era una maniobra del padre de las niñas víctimas de abuso, para separarlas de su madre. Uno de los hijos estuvo de acuerdo con esta versión y dijo frente a la jueza que su padre era un hombre celoso y que “se la agarró con quien nos ayudó”.
Del lado demandante, Fiscalía llevó la declaración de cuatro mujeres que confesaron haber sufrido abusos sexuales por parte del cura cuando eran niñas. No pudieron declarar en calidad de víctimas porque el delito ya estaba prescrito. Se presentaron, además, pericias que constatan los daños sufridos por las mujeres y se encontró consistencia en sus declaraciones.
Se hizo énfasis en las similitudes de los cuatro testimonios con las víctimas de la causa actual. “La cercanía del imputado a las víctimas, a su entorno familiar, por ser un referente de la iglesia, los tocamientos realizados por debajo de la ropa, las víctimas-niñas no entendieron lo ocurrido y no pudieron contarlo en su momento, las edades de las víctimas, todas niñas, y las graves consecuencias en su vida que aún persisten”, dijo la Fiscal.
Agregó que “no se trata de valor absoluto a la declaración de las víctimas, sino que se ha ponderado su declaración en base a las pautas que establece la doctrina. No se utiliza un estándar probatorio diferente, ni se ha flexibilizado el mismo, sino que se cuenta con basta cantidad de indicios que se suma a las declaraciones de las víctimas”, y que “no hay otra hipótesis plausible” que la planteada por Fiscalía.
Por otra parte, el Instituto Técnico Forense evaluó al hombre imputado y declaró que se evidencia en él “capacidad de querer y entender sus actos y consecuencias”, además de una “tendencia al consumo excesivo de alcohol que puede exponerlo a mantener conductas desinhibidas”. También encontraron un “gran sentido de autoconfianza y autoimportancia, tendiendo a satisfacer sus necesidades personales”.
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