Los investigadores estudian las rutas y los métodos que utiliza el crimen organizado para contrabandear droga desde América del Sur, pero todavía hay una parte de la logística que se ignora: los puertos. Eso plantean Carolina Sampó, del Instituto de Relaciones Internacionales (IRI) de la Universidad Nacional de La Plata y de la Universidad de Buenos Aires, y Valeska Troncoso, del Centro de Estudios de Crimen Organizado Trasnacional del IRI.
Realizaron un estudio bajo el nombre “Tráfico de cocaína desde puertos no tradicionales: examinando los casos de Argentina, Chile y Uruguay” que fue publicado en la revista internacional Trends in Organized Crime. Aunque se le preste atención a los puertos como parte de la logística del contrabando de drogas, se analizan muchísimo más de dónde la droga entra que de dónde sale.
Se estudian, principalmente, los puertos europeos, mientras que “los puertos de salida de cocaína localizados en América del Sur han sido escasamente estudiados”.
En junio de 2021 se interceptó en el puerto de Barcelona (España) una tonelada de cocaína en un contenedor que viajó en un barco que venía desde Montevideo. En noviembre de ese mismo año, más de cuatro toneladas viajaron desde Uruguay hasta Rotterdam y fueron detectadas una vez en Holanda. En marzo se incautó otra tonelada de cocaína, parte adentro del puerto de Montevideo y parte afuera. La droga se dirigía hacia algún puerto europeo.
Las autoras declaran que Sudamérica es “la región del mundo donde se cultiva la gran mayoría del arbusto de coca y se produce la cocaína, y Colombia, Perú y Bolivia, en ese orden, tienen casi el monopolio de esa producción”.
La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc) reportó que la producción de cocaína en estos tres países pasó de 869 toneladas de cocaína con 100% de pureza en 2014 a 1.723 toneladas en 2018.
Países como Uruguay, que no generan producciones de coca ni cocaína, quedan en “un efecto derrame más allá de los países productores”. Además, advierten, “la oferta y la demanda del norte global han crecido no sólo en Europa, sino también en nuevos mercados como China, Australia y Nueva Zelanda, así como en América del Sur”.
¿Por qué el crimen organizado elige puertos como Montevideo, Buenos Aires o San Antonio en Chile? Porque “se aprovechan del control más débil que existe en sus puertos”, dice el estudio.
Al parecer, estos puertos del Cono Sur son de particular interés porque son países considerados de “baja penetración” del crimen organizado y bajos niveles de violencia pública, por lo que quedan fuera del radar de las autoridades internacionales. Es por eso que se utilizan estos tipos de puertos para la reexportación de cocaína.
Reexportar es, según las autoras, la “estrategia de utilizar puertos y rutas no típicamente asociadas con el narcotráfico para lavar y disfrazar el origen de las drogas”.
El estudio da cuenta del testimonio de un oficial brasileño que estimó que traficar droga por las rutas tradicionales o típicas implica una pérdida estimada de 20% de las ganancias. “Al usar rutas alternativas, amplifican la ganancia de todo el negocio, porque en las alternativas las posibilidades de incautación son mucho menores”, dijo el oficial.
Por puertos “no tradicionales” se entiende a aquellos que no están localizados en los países productores de coca” y aquellos que se identifican como “como áreas de tránsito limpias”.
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