La imagen de un sonriente Mohsen Rezai (68 años) en la asunción de Daniel Ortega como jefe de estado de Nicaragua recorrió el mundo. No llamó la atención que el régimen que tiene bajo detención a decenas de líderes políticos tuviera entre sus invitados de honor a delegaciones alejadas de los valores democráticos como son Cuba y Venezuela, encabezadas por Miguel Díaz-Canel y Nicolás Maduro. Tampoco que en definitiva se sumara Irán a la fiesta. Sin embargo, sí fue una ofensa que entre los enviados por la teocracia figure nada menos que el ex líder de la Guardia Revolucionaria Islámica, un grupo terrorista señalado como el autor -junto a su brazo libanés Hezbollah- del ataque contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) en julio de 1994 donde fueron asesinadas 85 personas.
Rezai es uno de los iraníes buscados internacionalmente por la justicia argentina por aquel atentado cometido en la capital de la Argentina. Figura en el listado de personas buscadas por Interpol con alerta roja. Pese a las evidencias, la policía internacional hace poco para conseguir su detención, a pesar de sus viajes al exterior y su exposición pública.
“Homicidio calificado, doblemente agravado (por haber sido cometido por odio racial o religioso y por ser un medio idóneo para causar un peligro común) en perjuicio de 85 víctimas fatales, en concurso ideal con lesiones leves y lesiones graves calificadas, en forma reiterada y daños múltiples agravados por haber sido cometidos por odio racial o religioso”, es la leyenda que acompaña la descripción de este hombre en el organismo global comandado por Jürgen Stock.
Rezai se desempeñó desde 1997 como secretario del Consejo de Discernimiento de los Altos Intereses de Irán. Antes, fue uno de los jefes de la Guardia Revolucionaria durante 16 años, período que incluyó tanto el ataque a la AMIA como al de la embajada israelí en Argentina, este último en 1992. También fue implicado en este atentado -en el que 22 personas murieron y 242 resultaron heridas- por su propio hijo, Ahmad, quien en 1998 desertó a los Estados Unidos y pidió asilo político.
Actualmente es secretario del poderoso Consejo de Expedición de Irán y está considerado un político de primer orden y asesor del líder supremo, el ayatollah Alí Khamenei.
Fue el ex juez federal Rodolfo Canicoba Corral quien en 2006 ordenó la captura internacional de quienes consideraba los responsables intelectuales del caso, entre ellos Rezai. El listado incluía a: Ali Fallahijan, ex ministro de Inteligencia; Moshen Rabbani, ex agregado cultural en Argentina; Ahmad Asghari, ex secretario de la embajada de Irán en la Argentina; y en 2009 la de Samuel Salman El Reda.
En sus intervenciones públicas, Rezai no disimula su odio y su intención de masacrar a Israel. Si por él fuera se debería “arrasar con Tel Aviv” cuanto antes. Lo dijo luego de un golpe brutal que se asestó sobre la estructura terrorista internacional iraní: la muerte de Qassem Soleimani en los primeros días de enero de 2020. “No debería tener ninguna duda al respecto. Seguro que arrasaríamos Tel Aviv. Hemos estado buscando un pretexto así”, dijo en ese momento el ex oficial de la Guardia Revolucionaria.
Sus alocuciones suelen contener los mismos verbos que repiten los organismos de propaganda de la teocracia. Es uno de los cerebros actuales de Teherán y uno de los confidentes del Ayatollah. Su prédica contra Israel y Estados Unidos se repite en cada una de las intervenciones públicas que realiza, proclamando venganza y la destrucción de sus enemigos. “Naturalmente, tenemos información precisa, gracias a Alá. Todas las bases americanas están ahora bajo nuestra vigilancia. Todos los portaaviones estadounidenses están bajo nuestro control”, dijo hace dos años cuando la muerte de Soleimani había significado un duro golpe a la estructura militar y política del régimen.
En febrero de 2018 también sus amenazas mortales contra Israel habían encendido las alertas en todo el mundo. “Si Israel da el más mínimo paso, aniquilaremos Tel Aviv y arrasaremos con ello. Les daremos una lección que el propio (Benjamin) Netanyahu no tendrá ni oportunidad de escapar de la tierra ocupada”, lanzó involucrando al ex primer ministro israelí.
Está convencido de que Estados Unidos es una nación débil y que Teherán podría terminar con el poderío militar de Washington si se lo propusiera. “Luego del colapso de la Unión Soviética, los estadounidenses pensaron que eran el único poderío en el mundo. Hoy día, sin embargo, ante los eventos que tuvieron lugar en las administraciones Bush, Obama y Trump, creemos que no solo Estados Unidos no ha incrementado su poderío, sino que se ha debilitado. Hoy, Israel está pasando por el peor momento de su existencia como país”, enfatizó en otra oportunidad en declaraciones a la cadena MEMRI.
Otro concepto de uno de los cerebros del ataque terrorista a la AMIA: “Desde Teherán hasta Gaza, la resistencia está en su apogeo. Los israelíes no tienen el coraje de atacar. Si alguna vez se atrevieran a llevar a cabo algún acto estúpido, verán el tipo de aniquilación que les espera”.
En 2009, cuando fue candidato presidencial, negó que hubiera iraníes implicados en atentados terroristas y sugirió en cambio que Israel había financiado algunos ataques. “Esos señores, ese país, cuyo nombre no quiero mencionar – sus ciudadanos son los que han sido atrapados en varios actos de terrorismo. A veces, incluso el dinero viene de ese país, pero no obstante, este mantiene su lugar en el mundo, considerando que nosotros – aunque ningún iraní ha estado nunca involucrado – todavía se nos acusa de terrorismo”, subrayó.
“Nuestra revolución fue racional. No actuamos de una manera aventurera o emocional”, comentó en otro tramo a una entrevista dada aquel año a MEMRI.
En 2006, ya promocionaba un choque entre el grupo terrorista Hezbollah -también acusado del atentado a la AMIA- e Israel. “Si la paciencia del Hezbullah se agota y entra en una nueva fase, la guerra cambiará dramáticamente. En primer lugar, habrá caos en Tel Aviv, así como también en muchas ciudades entre Haifa y Tel Aviv. Existen arsenales atómicos y químicos justo entre Haifa y Tel Aviv, y podría haber problemas allí. Una situación inesperada podría desarrollarse”.
Ese mismo año, en otra entrevista, dijo: “América parece enorme, pero de hecho es como un tigre de papel – incluso el temblor más ligero podría fácilmente hacerle colapsar y desaparecer. Por eso la fuerza de América depende del mantener su hegemonía”.
Malestar en la Argentina
La figura de Rezai en la asunción de Ortega generó malestar en la comunidad judía argentina y entre la oposición, quien cuestionó que el embajador en Managua Daniel Capitanich, avalara con su asistencia y permanencia en el acto la presencia del acusado de un atentado contra el pueblo argentino. Por tal motivo, fuerzas opositoras al gobierno de Alberto Fernández pidieron que el canciller Santiago Cafiero dé explicaciones ante el parlamento.
“Capitanich no es un diplomático, ni de carrera ni político. Es un delegado incierto que ha cometido un delito. No haber denunciado a Interpol y a la Justicia de nuestro país la presencia de un terrorista con alerta roja imputado de la comisión del atentado al edificio de la AMIA-DAIA. Daniel Capitanich no puede ser tachado de ignorante. La impericia es la sospecha, de mínima”, señaló Jorge Knoblovits, presidente de la institución argentina.
“Ante la presencia cómplice de nuestra cancillería en el acto en el que se encontraba presente oficialmente el acusado por nuestra justicia por el atentado a la AMIA con pedido de captura internacional, estaremos presentando un pedido de interpelación urgente al canciller Santiago Cafiero”, anunció en sus redes sociales el diputado del PRO, Waldo Wolff.
En la misma línea, la titular del PRO, Patricia Bullrich, eligió la red social Twitter donde señaló: “¡El precio de apoyar dictaduras! Capitanich, en la asunción de Ortega en Nicaragua, junto a un acusado iraní por el atentado a la AMIA, con alerta roja de INTERPOL. Luchamos 4 años para mantener esas alertas y ahora las ignoran. El Memorándum fue una herramienta de impunidad”.
Desde la Coalición Cívica también mostraron su repudio y mediante un comunicado que lleva la firma de su presidente, Maximiliano Ferraro, señalaron que “la presencia del embajador argentino en Nicaragua, Daniel Capitanich, en aval del dictador Ortega, junto a un acusado del ataque terrorista a la AMIA, constituye un hecho de enorme gravedad”.
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