El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef por sus siglas en inglés) advierte que la pandemia ha causado efectos negativos frente a los avances que se han logrado para la niñez.
El informe Evitemos una década perdida: Hay que actuar ya para revertir los efectos de la COVID-19 sobre la infancia y la juventud muestra como la aparición y propagación del nuevo virus ha puesto en peligro décadas de progreso en áreas fundamentales para los niños, como la pobreza, la salud, el acceso a la educación, la nutrición, la protección de la infancia y el bienestar mental. El informe del organismo internacional también advierte que, casi dos años después del inicio de la pandemia, los efectos generalizados del coronavirus siguen agravándose, mientras aumenta la pobreza, se arraiga la desigualdad y se ponen en peligro los derechos de los niños en unos niveles que no se habían visto antes.
El informe indica que en menos de dos años, 100 millones de niños más se han sumido en la pobreza, lo que representa un aumento del 10% desde 2019. Además, Unicef estima que, en el mejor escenario, se necesitarán entre siete y ocho años para recuperar lo perdido y volver a los niveles de progreso anteriores a la crisis. Para el organismo especializado en la niñez, “la profunda disparidad en la recuperación de la pandemia está ampliando la brecha entre los países más ricos y los más pobres”. Esto porque los países “más pobres se han endeudado en exceso y los avances en materia de desarrollo son cada vez más escasos. La tasa de pobreza sigue aumentando en los países de ingresos bajos y en los países menos adelantados”, mientras que los países más ricos han encontrado mecanismos para recuperarse de los efectos de la pandemia.
En el caso de Ecuador –considerado un país de ingreso alto-, la pobreza por ingresos retrocedió los mismos niveles del 2010, es decir que 3 de cada 10 ecuatorianos deben sobrevivir con menos de USD 84,7 mensualmente. La propia Unicef ya advirtió en uno de sus informes que los ingresos de los hogares ecuatorianos se han visto afectados por la pandemia. La falta de ingresos fijos genera problemas para, por ejemplo, acceder a una mejor alimentación, lo que acrecienta los niveles de desnutrición. “Ocho de cada 10 hogares con niños han visto reducidos sus ingresos y están experimentando mayor dificultad para acceder a alimentos nutritivos”, explica la Unicef sobre el caso de Ecuador.
El último estudio de Unicef determina que el porcentaje de niños y niñas que viven en una situación de pobreza multidimensional ha aumentado del 46% al 48% antes de la pandemia a cerca del 52% en 2021, lo que supone un aumento de 100 millones de niños más en esta situación. Además, se estima que el porcentaje de niños en hogares con pobreza monetaria haya aumentado del 32% en 2019 al 35% en 2021, lo que supone más de 60 millones de niños más que antes de la pandemia.
En cuanto al acceso a una alimentación de calidad, el informe alerta que 50 millones de niños padecen emaciación, la forma de malnutrición más letal. Esta cifra, explica Unicef, podría aumentar en 9 millones para 2022 debido a los efectos de la pandemia.
En Ecuador, la desnutrición crónica infantil es considerado uno de los principales problemas de salud pública, porque 3 de cada 10 niños menores de 2 años la padecen. El país es el segundo con mayor proporción de América Latina y el Caribe, después de Guatemala. “Un niño con desnutrición crónica tiene una talla inferior a la estándar para su edad, por ejemplo, puede tener 4 años, pero parecer de 2, lo cual dificulta su detección y puede permanecer invisibilizada. Una vez que el retraso en el crecimiento es diagnosticado, no hay marcha atrás”, indica Unicef.
El retroceso en la alimentación, según Unicef, se refleja en que “sólo el 29% de los niños de 6 a 23 meses recibe una alimentación mínimamente variada y sólo el 52% recibe una frecuencia mínima de comidas, sin que haya habido cambios notables en los últimos 10 años”. Además, el documento indica que “la pandemia ha empeorado aún más la alimentación de los niños”.
Otro de los problemas que detectó Unicef fue que en 2020, más de 23 millones de niños dejaron de recibir las vacunas esenciales,la cifra más alta desde 2009. En el caso de Ecuador, las interrupciones en los servicios esenciales de salud afectaron particularmente a los niños menores de 5 años, según el organismo, ya que en el 14% de hogares no se siguió el esquema de vacunación infantil, principalmente por la escasez de vacunas en los hospitales.
Para la Unicef es necesario que los gobiernos inviertan en protección social, capital humano y gasto público para lograr una recuperación resiliente que incluya a todos y cuyo eje principal sea la niñez. Además, es necesario “poner fin a la pandemia y revertir el alarmante retroceso que se ha producido en la salud y la nutrición de la infancia, aprovechando, entre otras cosas, el papel fundamental que desempeña UNICEF en la distribución de la vacuna contra la COVID-19″, indica el estudio. Para el organismo es necesario garantizar una educación de calidad, también la protección y buena salud mental para todos los niños y niñas, “aplicando entre otras cosas nuevos enfoques para acabar con las hambrunas, proteger a los niños del cambio climático y reimaginar el gasto que se destina a paliar los desastres”.
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