El debate de la eutanasia llegó al Parlamento uruguayo con la presentación del proyecto de ley “Eutanasia y suicidio médicamente asistido” que elaboró el diputado por el Partido Colorado, Ope Pasquet. Desde entonces, la discusión ha cobrado importancia en el vínculo entre la política y la religión.
La máxima autoridad eclesiástica en Uruguay, el arzobispo de Montevideo, Daniel Sturla, dijo que la eutanasia, junto a la ley de interrupción involuntaria del embarazo (ley de la despenalización del aborto) “llevan a una cultura de la muerte o una cultura del descarte”, informó el Semanario Búsqueda. Sin embargo, existen en el Parlamento más de un legislador católico que votaría a favor de la ley.
“El que siendo católico va contra un principio fundamental de la Iglesia Católica se autoexcluye”, pero “no es que va a salir un decreto de excomunión”, agregó Sturla.
Estas declaraciones llegaron directamente a la diputada, también del Partido Colorado, María Eugenia Roselló. “Soy católica, firmé el proyecto de Ope Pasquet de eutanasia y voy a votarlo con convicción. No por eso me autoexcluiré de la Iglesia Católica”, afirmó desde su cuenta de Twitter.
El argumento de Sturla, desde un punto de vista católico, es la “defensa de la vida”, como uno de los elementos fuertes para la institución religiosa.
Según Miguel Pastorino, docente de Filosofía y de Ciencias de la Religión en la Universidad Católica de Uruguay, la Iglesia Católica define su postura bajo la defensa de que “no hay vidas menos dignas que otras. La dignidad es inherente a todo ser humano, que justamente por ser humano tiene derechos humanos, y aunque quieras renunciar a ellos no podés”. Aliviar el sufrimiento, uno de los principales argumentos de quienes están a favor de la eutanasia, también se contradice con esta percepción, ya que “está tan mal alargar la vida como acortársela”, explicó a La Diaria.
Por su parte, el ex secretario de Derechos Humanos de Presidencia de la República, Nelson Villarreal, docente universitario de religión y política, planteó que hoy la Iglesia tiene que entender que “si quiere volver a ser cristiandad, es decir poder político e institucional, o si quiere ser fermento de una sociedad mucho más humanista. Una articula más con un mundo del futuro y otra queda en el conservadurismo y la reacción”.
Villareal cree que es un error dividir posturas sobre el proyecto de ley porque, “si en conciencia un político es católico, no sólo representa a los católicos, sino que representa a quienes lo votaron. Si la mayoría lo considera a favor, va a apoyar no necesariamente porque esté de acuerdo”, dijo. Agregó que “es un problema ético, por ende, requiere respuestas políticas sociales, no sólo morales”.
Sebastián Andujar, un diputado del Partido Nacional (el partido al que pertenece el presidente Luis Lacalle Pou) con formación católica, dijo a un medio uruguayo que intenta no mezclar las decisiones políticas y gubernamentales con la iglesia (…) creo que la laicidad es muy importante y no creo que tengamos que decidir en base a ese tipo de concepciones. Tengo que decidir lo que es mejor para la gente”.
Por su parte, Gerardo Amarilla, el subsecretario del Ministerio de Ambiente, también perteneciente al Partido Nacional, es cristiano y evangélico y declaró que que “cualquier cristiano que sigue los principios de Jesús y se rige por lo que rige la Biblia, debería estar en contra de la eutanasia”. También se refirió al “derecho de la vida” porque, según él, “no puede estar en manos de otra persona ni aun de sí mismo”.
Otro legislador religioso en Uruguay, actualmente, es el diputado del Partido Nacional Rodrigo Goñi. Para él se trata de ética, “lo que afirmo es que la eutanasia contradice la ética fundamental que rige la humanidad” y que, por eso, la eutanasia “atenta contra la vida, principio básico fundamental”, razón por la que Sturla debe recordarlo.
Finalmente, la diputada del Partido Colorado, María Eugenia Roselló, en el marco de la laicidad uruguaya , “no debería de entrometerse en ciertas cosas que son del gobierno”. Afirmó que su fe viene por otro lado, por ser dueña de su propio cuerpo. Según la diputada, ser católico no es algo que “obligue a atravesar situaciones como “dejar un enfermo hasta la última etapa final, o en estado vegetal porque son hiper católicos y no quieren dejarlo ir, cuando se le podría dar paz”.
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