Cuatro mujeres cumplen ya más de seis meses de casi total aislamiento en las cárceles de Daniel Ortega. La Iniciativa Mesoamericana de Mujeres Defensoras de Derechos Humanos (IM-Defensoras) lanzó una alerta por la condición de “tortura” en que se encuentran Dora María Téllez, Tamara Dávila, Ana Margarita Vijil y Suyén Barahona, quienes son parte de los 171 presos políticos que Ortega mantiene en las cárceles. A diferencia del resto, estas cuatro mujeres permanecen en celdas en solitario.
“Según información que hemos podido verificar, las cuatro están recluidas desde hace más de seis meses en situación de casi absoluto aislamiento y enfrentando restricciones de visitas de sus familiares, que han implicado la imposibilidad de ver a sus hijos e hijas, constantes interrogatorios, privación de alimentos o alimentación carente de nutrientes, falta de atención adecuada a enfermedades crónicas, alteraciones sensoriales y falta de abrigo, entre otras vulneraciones a sus derechos”, señala IM-Defensoras.
Familiares, organizaciones políticas opositoras, colectivos feministas y personalidades como Bianca Jagger, la escritora Gioconda Belli y Paulo Abrau, ex secretario ejecutivo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), se han sumado a una campaña para que el régimen de Ortega saque a estas mujeres del aislamiento a que las ha sometido.
La escritora nicaragüense Gioconda Belli advierte que Naciones Unidas prohíbe el aislamiento prolongado a través de las llamadas “Reglas Nelson Mandela”. “Creo que hay un plan malévolo de quebrarlas sicológica y moralmente. El aislamiento fue usado en la KGB para demoler a los disidentes. Lo mismo hacen con la restricción de las comidas, el frío, la oscuridad o la luz prendida. Son formas de tortura prohibidas”, señala Belli.
“Por aislamiento se entenderá el aislamiento de reclusos durante un mínimo de 22 horas diarias sin contacto humano apreciable. Por aislamiento prolongado se entenderá el aislamiento que se extienda durante un período superior a 15 días consecutivos”, dice en una de sus partes las “Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para el Tratamiento de los Reclusos”.
“Hay torturas físicas para quebrar la moral de los prisioneros. Sin embargo, la peor de las torturas es dejar a un prisionero incomunicado, dejarlo solo, sin contacto humano, encerrado en una celda sin hablar con nadie o ver a nadie por largos períodos de tiempo”, señala la escritora.
Belli, quien integró el movimiento guerrillero Frente Sandinista, relata que un camarada que estuvo preso durante la dictadura le contaba lo difícil que es llevar el aislamiento. “Me decía que era tan desesperante que llegó a agradecer cuando lo llegaban a sacar para torturarlo porque aún eso era mejor que la soledad”.
“Imagínense estar 24 horas, día tras día, en una celda, sin hablar con nadie, sin tener nada que leer, sin la posibilidad de escribir, sin ver el sol, sin saber nada de tu familia, oyendo solo insultos y maltratos”, expresó Belli en su cuenta de Facebook para pedir “un grito colectivo” que lleve a las autoridades a que “saquen a estas presas del aislamiento”.
La organización IM-Defensoras destaca como “especialmente preocupante” la situación de la exguerrillera Dora María Téllez, “quien está presa en el pabellón de varones, lo que supone estar expuesta a un mayor riesgo. Ello es una clara muestra del ensañamiento de las autoridades nicaragüenses hacia su persona y hacia lo que ella representa, como emblemática comandanta de la revolución sandinista y luchadora por la igualdad social, los derechos de las mujeres y la diversidad sexual”.
Téllez, 66 años, es una antigua guerrillera que se integró a los 17 años al entonces clandestino Frente Sandinista. En agosto de 1978, con 22 años, fue tercera jefa de un comando guerrillero que se tomó el Palacio Nacional, sede del parlamento durante la dictadura de Anastasio Somoza, para negociar la libertad de los presos políticos sandinistas a cambio de la vida de los diputados que mantenían como rehenes. Durante la revolución fue ministra de Salud y diputada.
En 1995 fundó, junto al escritor Sergio Ramírez, el partido Movimiento Renovador Sandinista (MRS), una agrupación disidente que criticaba el control autoritario con que Daniel Ortega manejaba al Frente Sandinista. A principios de este año, el antiguo y ya proscrito partido MRS se cambió el nombre a Unión Democrática Renovadora (Unamos).
Las cuatro mujeres en condición de aislamiento pertenecen al movimiento político Unamos. Todas ellas fueron capturadas entre la noche del sábado 12 de junio y el domingo 13 en una redada que la policía ejecutó contra dirigentes de esa agrupación, incluyendo a otros dos exguerrilleros sandinistas: Hugo Torres y Víctor Hugo Tinoco.
Una opositora que por seguridad pidió no se mencionara su nombre, dijo que hay particular saña del régimen de Daniel Ortega contra estas mujeres, en parte porque provienen del sandinismo, pero, principalmente, porque eran las más activas en las protestas. “Si te fijás en las fotos de las marchas y platones, ahí siempre veras las caras de la Suyén, la Tamara y la Ana Margarita”, señala.
Belli destaca “la firmeza” como una cualidad que comparten las cuatro presas políticas. “Tienen una formación ideológica más fuerte, más desarrollada que muchas otras personas que están en el movimiento azul y blanco o en la oposición, y eso les da esa consistencia y coherencia. Son personas que crecieron, en el caso de Dora María y Ana Margarita, en el sandinismo”.
De Dora María Téllez, dice la escritora, “es un atropello sin nombre que la hayan encarcelado, porque es una mujer que dio su vida entera a la lucha contra la dictadura de Somoza. Se gano la admiración del mundo entero por su valentía. Fue la jefa guerrillera de la primera ciudad liberada de Nicaragua. Gracias a que Dora María y su tropa que liberó la ciudad de León pudieron aterrizar desde Costa Rica, el 17 de julio, Rosario Murillo y Daniel Ortega. Ella fue la que les abrió la puerta a Nicaragua poco antes del triunfo de la revolución para que pudieran recibir la victoria”.
“Desde el punto de vista humano, representa una muestra de la degradación moral a la que han llegado Daniel Ortega y Rosario Murillo al voltearse contra personas a las que le deben tanto. En el caso de Hugo Torres, por ejemplo, participó en una acción que liberó a Daniel Ortega en el 74″, agrega. “Son actitudes que demuestran que han perdido la humanidad, la capacidad de reconocer la importancia que estas personas tuvieron en sus vidas”.
Tamara Dávila, 40 años, es hija de un oficial del Ejército ya fallecido. Su situación es “particularmente preocupante” aseguran sus familiares. Permanece solitaria en una celda de castigo, con puerta de hierro, sin barrotes, y sellada con pernos.
Las celdas de Dora María Téllez, Ana Margarita Vijil y Suyén Barahona si tienen barrotes que permiten ver los pasillos, pero están sometidas a luz de bombillos eléctricos las 24 horas del día, sin saber cuándo es de noche y cuándo de día. Ana Margarita Vijil logra dormir tapándose los ojos con su sostén y abrigándose las manos con un par de calcetines, relata su madre, Josefina Gurdián, quien también es abuela de Dávila.
Dice que en los más de seis meses que llevan presas solo se ha permitido tres visitas familiares y no les han avisado si podrán verlas antes de Navidad. “No nos han permitido para ellas ningún tipo de ropa para cobijarse, menos una colcha, a pesar del frío que está haciendo. Nada de libros, ni lápiz, ni papel. Luz permanentemente encendida”, dice.
Guardián estos días ha recaído de un cáncer contra el que lucha desde hace varios años. “Por supuesto, la situación de ellas no me ayuda. Estoy muy preocupada porque no hay termino, ni juicio, y solo se escucha a Daniel (Ortega) decir que son delincuentes y no presos y presas políticas”.
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