La educación finlandesa es reconocida por su calidad a nivel mundial debido a la alta valoración que se tiene a los docentes en el país. Según Erkki Aho, autor del libro “100 innovaciones sociales de Finlandia”, los cambios no llegaron de un día para el otro y se conectan desde “el desarrollo político, cultural y económico de la sociedad”.
Hay un hecho que aporta en un grado altísimo a esto: se pueden cursar en forma gratuita todos los niveles de educación y esto es un diferencial frente a otros países en Europa. Emilia Ahvenjärvi, representante de Team Finland Knowledge, una organización finlandesa que busca generar alianzas con otros países en materia de educación superior e investigación, la educación pública y su valor por ella es un punto en común entre Finlandia y Uruguay, informó La Diaria.
Al igual que en el país nórdico, según Ahvenjärvi, Uruguay pone énfasis en la formación docente, dándole peso a las tutorías y a la práctica docente. En Finlandia, los docentes contratados pasan por una serie de pasos que generan mucha selectividad y eso es parte de las razones por las que la educación allí es tan exitosa.
También aparece como punto en común la universidad gratuita y autónoma. Mientras que Uruguay presenta educación gratuita en primaria, secundaria y a nivel universitario, en Finlandia las universidades se financian con fondos públicos y su funcionamiento está regulado por la ley. En Uruguay, además, las universidades públicas tienen un sistema de aporte de egresados obligatorio, como si fuera un impuesto, que les permite seguir funcionando.
En ambos países las universidades funcionan con autonomía y son quienes definen sus propios planes de estudio, teniendo en cuenta las necesidades sociales y económicas de sus poblaciones. “El desarrollo educativo tiene que reflejarse en lo que sucede en las facultades de educación o en los programas de formación docente”, agregó Ahvenjärvi con respecto a lo que sucede en su país.
Cómo lo hizo Finlandia
A finales de la década de 1960 Finlandia tenía una gran necesidad de que sus empresas fueran competitivas a nivel internacional. Eso, y la construcción de un Estado de bienestar llevaron a una transformación educativa, según explicó Erkki Aho en su libro, quien también fue director del Consejo Nacional de Educación entre 1973 y 1991.
Con el objetivo de aumentar la igualdad social en el país, la izquierda finlandesa recibió apoyo político para desarrollar una educación básica, uniforme, de calidad y para todos durante nueve años. Lo que no podía importar, y no lo hizo, era la la condición o lugar de referencia del niño que quisiera ser estudiante.
Hasta ese entonces, había una ley vigente que se había aprobado en 1968 que hacía que la educación común fuera únicamente de cuatro años y que luego las líneas de formación se dividieran entre educación popular, educación media y bachillerato.
Aho explica en su libro que la clave del éxito estuvo en complementar la reforma educativa con una modificación en la formación de maestros. La misma se trasladó a las universidades y se desarrolló a nivel maestría. También hubo un cambio en cuanto a las administraciones de escuelas públicas que, si bien siguen directivas gestadas a nivel nacional, las mismas se administran dentro de los municipios en los que se encuentran, facilitando la adaptación a las realidades locales y las integraciones de los círculos familiares de los alumnos.
Después de la educación básica, orientada a la cultura general, los adolescentes optan entre seguir estudiando en instituciones gratuitas de educación secundaria o de formación profesional. Los datos indican que en 2009, el 92% de los finlandeses eligió continuar sus estudios de alguna de las dos formas.
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