Inversión con enfoque de género: cómo potenciar a emprendedoras de América Latina para beneficiar a toda la región

Desde microcréditos hasta capacitaciones, por qué es necesario formular mecanismos que alienten a financiar negocios liderados por y para las mujeres

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Gracias a un préstamo inicial de USD 168, Luisa pudo empezar su propio negocio
Gracias a un préstamo inicial de USD 168, Luisa pudo empezar su propio negocio

Luisa vendía sus artesanías de puerta en puerta armada solo con una pequeña maleta que llevaba a cuestas durante todo el día. De noche, tenía que volver a su casa caminando más de tres kilómetros con sus dos hijos pequeños. Y así trabajó durante años.

Vive en Ixmiquilpan, Hidalgo, una región mexicana conocida por su rica comunidad de artesanos que crean productos con el ixtle, una fibra de la planta de maguey. Los intermediarios suelen comprar estos productos a precios bajos y luego los revenden a un precio mayor, lo que deja a los que más trabajan con la menor cantidad de las ganancias.

“Nosotros somos los que nos matamos elaborándolos. Los intermediarios llegan y te pagan el mínimo, y decís, bueno, ¿por qué no nosotras? ¿Por qué nosotras mismas no podemos ser las productoras y las que podemos comercializar?”, se preguntaba Luisa.

El problema era que para las mujeres indígenas todo es más complicado. “Nadie te presta dinero; primero te dicen ‘dame la factura del carro, del terreno… Fue muy difícil. La mujer indígena es muy discriminada. No habla muy bien el español, pero también creo que tiene que ver con la vestimenta, pero son nuestros orígenes, no podemos olvidarlos”.

Pero un día un préstamo inicial de USD 168 le cambió la vida. Quizás para algunos parece poco, pero para Luisa fue un antes y un después. Aquel dinero, facilitado por la empresa social Pro Mujer, le permitió empezar su propio negocio en base al ixtle: hace joyería, artículos de baño y bolsos, entre otras artesanías, que también incorporan materiales reciclados y/o biodegradables.

En el mundo, de cada 100 créditos otorgados, sólo 6 son destinados a emprendimientos liderados por mujeres
En el mundo, de cada 100 créditos otorgados, sólo 6 son destinados a emprendimientos liderados por mujeres

Hoy vende sus artesanías directamente al público y 13 personas la ayudan en sus tres pequeñas empresas: una tienda de conveniencia, una tienda de ixtle y una cafetería en la carretera. Ya no tiene que caminar kilómetros y kilómetros diarios con su valija y sus dos hijos, con los peligros que eso implica. Además, en su pueblo de 1.200 habitantes, donde las mujeres tienen pocos derechos y aún menos oportunidades de empleo, Luisa reunió a un grupo de 31 artesanas para continuar con la producción, venta y distribución de kits de baño. “Sabemos que las manos productoras somos nosotras. Entonces formamos un equipo. No hay mayor satisfacción de saber que querer es poder”, dice entre sonrisas.

En el mundo, de cada 100 créditos otorgados, sólo 6 son destinados a emprendimientos liderados por mujeres, según datos del 2019 de la International Finance Corporation. Por su parte, un informe del Banco Mundial arrojó que el 70% de las mujeres carece de capital para comenzar su propio negocio.

En un estudio del 2017 de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), su secretaria ejecutiva, Alicia Bárcena, había escrito: “Los actuales retos en materia de igualdad de género son múltiples y complejos y demandan un compromiso sostenido y transversal del Estado con los derechos humanos de las mujeres y su autonomía. La región cuenta con una agenda de género que debe ser considerada en la discusión de los futuros planes de igualdad y, junto con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, debería configurarse como un marco de referencia para las propuestas y objetivos que se establezcan”.

Por eso, en medio de la crisis económica surgida por la pandemia, la inversión orientada a combatir la desigualdad de género se presenta como un desafío que ofrece grandes beneficios para el desarrollo regional en América Latina.

Pro Mujer es una empresa social fundada hace más de 30 años en El Alto, Bolivia, con el fin de mejorar las condiciones de vida de las mujeres latinoamericanas
Pro Mujer es una empresa social fundada hace más de 30 años en El Alto, Bolivia, con el fin de mejorar las condiciones de vida de las mujeres latinoamericanas

La inversión con enfoque de género (GLI, por sus siglas en inglés) es una práctica que se vuelve cada día más común. Se trata del proceso que permite incorporar un análisis de género a la hora de hacer una inversión para asegurar que el capital inyectado no solo genere retornos financieros sino también resultados positivos para las mujeres.

“Es tratar de acortar esas brechas de género que hoy existen”, cuenta a Infobae Carmen Correa, vicepresidenta senior y directora de Operaciones (COO) de Pro Mujer, una empresa social fundada hace más de 30 años en El Alto, Bolivia, por Lynne Paterson y Carmen Velasco, con el fin de mejorar las condiciones de vida de las mujeres latinoamericanas. “Es una herramienta súper poderosa y que también crea un efecto muy positivo en el retorno de la inversión, ya que las organizaciones que aplican políticas de género generan entre 44 y 47% más de ganancias que aquellas que no lo hacen”.

Según explica Correa, lo que se está buscando no es sólo empresas que estén lideradas por mujeres, “que es muchas veces lo que prima, sino también identificar aquellas donde se fomenta la equidad de género, donde de alguna manera se incorporan también mujeres en posiciones de liderazgo. Es también invertir en aquellas empresas que promueven que haya más mujeres en sus cadenas de valores, o aquellas que están desarrollando productos o servicios que van a mejorar la vida de la mujer”.

Pionera en trabajar por la igualdad de género en América Latina, Pro Mujer actualmente opera en Argentina, Bolivia, Guatemala, México, Nicaragua y Perú, y busca impulsar la autonomía de las mujeres de la región con la ayuda de herramientas de inclusión financiera como microcréditos; capacitaciones de liderazgo, de recursos financieros y tecnología; y cuidados médicos preventivos como mamografías, citologías, tamizajes o ecografías. Se financia a través de los aportes de distintos aliados norteamericanos.

La organización se comprometió a llegar a tres millones de personas en el Triángulo Norte
La organización se comprometió a llegar a tres millones de personas en el Triángulo Norte

“En la parte de servicio financiero nosotros operamos con diferentes metodologías”, señala. “Tenemos tanto lo que es la metodología de banca comunal, y estos son grupos de por ejemplo 14 mujeres que en forma conjunta acceden a un crédito a través de una garantía solidaria, es decir, el mismo grupo sale de garantía. Y después tenemos los créditos individuales”.

En mayo de 2021, esta empresa social asumió compromisos en el Partnership for Central America y firmó junto a la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, un llamado a la acción destinado a mejorar las condiciones de vida de las comunidades del Triángulo Norte -El Salvador, Guatemala y Honduras-.

“La vicepresidenta de los Estados Unidos nos invitó a formar parte de esta alianza de 12 organizaciones para enviar un mensaje de aliento a la zona de Triángulo Norte, donde hay mucha población que termina migrando por la falta de oportunidades que hay a nivel local para insertarse en el mercado laboral”, dice Correa. “Justamente se busca crear oportunidades a nivel local, a través del desarrollo económico, para que la gente no se vea forzada a tener que irse de sus países”.

La organización se comprometió a llegar a tres millones de personas en el Triángulo Norte llevando de manera directa a comunidades vulnerables, incluidas familias de bajos ingresos y poblaciones rurales e indígenas, acceso a finanzas, servicios de salud, apoyo al emprendimiento e inclusión digital.

“El llamado a la acción es reunir a estos líderes y a otros para que podamos hacer lo que creo que podemos hacer mejor, que es comprometernos a hacer algo y luego llevarlo a cabo, entendiendo que dar esperanza no se trata solo de tener un sueño de dar esperanza, sino de una acción que resulte en un beneficio tangible que le dé a las personas un sentido de lo que es posible para ellos mismos y para sus familias”, había dicho Harris en aquella ocasión.

Pro Mujer asumió compromisos en el "Partnership for Central America" y firmó junto a la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, un llamado a la acción destinado a mejorar las condiciones de vida de las comunidades del Triángulo Norte (REUTERS/Carlos Barria)
Pro Mujer asumió compromisos en el "Partnership for Central America" y firmó junto a la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, un llamado a la acción destinado a mejorar las condiciones de vida de las comunidades del Triángulo Norte (REUTERS/Carlos Barria)

Además, con el objetivo de posicionar el tema, Pro Mujer organiza el foro GLI LATAM, un evento gratuito que se llevará a cabo de manera virtual los días 9,10 y 11 de noviembre, con la presencia de más de 40 oradores, entre los que se encuentran reconocidos representantes del mundo inversor, emprendedor y académico, tanto de Estados Unidos como de América Latina.

Acortar la brecha de género se vuelve cada vez más necesario. Hoy, más que nunca, ya que durante la pandemia quienes más se vieron impactadas han sido las mujeres. “En principio, porque son las que están primeras en la línea de acción en los servicios de salud”, enumera Correa. “Segundo, se vieron recargadas con mucho trabajo no remunerado de cuidado de los niños que no iban a la escuela, del adulto mayor y las tareas del hogar. Por otro lado, fueron las que primero perdieron sus puestos de trabajo porque en algunos casos incluso se vieron forzadas a tener que dejarlos para hacerse cargo de sus familias”.

A su vez, la mujer es la que más trabaja en el mercado informal: “Tenemos que pensar que más de la mitad de la población en América Latina trabaja en el mercado informal, y de esa población, el 75% son mujeres. Eso genera que no tengan acceso a salud, ni a beneficios sociales si pierden el empleo. Además, el informal fue el sector más afectado durante las cuarentenas porque no podían salir a generar el ingreso necesario para llevar alimento a sus casas”.

“Pero, a su vez, la mujer es muy resiliente”, reafirma Correa. “Ella es quien de alguna manera buscó la forma de reinventarse para poder seguir generando ese ingreso que requiere para su familia. Por lo tanto, no hay duda de que las mujeres son actores claves en la reconversión y en la reconstrucción de la economía regional post pandemia”.

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