Javier López Moreno salió de Chinandega, a 138 kilómetros de Managua, con otros seis jóvenes más a las cuatro de la mañana en un vehículo rentado buscando el puesto fronterizo de El Guasaule, donde, del lado hondureño, se ha instalado un puesto de vacunación contra el covid-19 que atiende a nicaragüenses. Hora y media más tarde estaban en la frontera. Intentaron pasar con permiso de los oficiales de aduana de Nicaragua, pero no se los permitieron. Cruzaron entonces por un “punto ciego”, ilegalmente, y al llegar al puesto de vacunación hondureño supieron que no había forma de que pudieran vacunarse ahí ese día. “Eran miles de nicaragüenses lo que estaban ahí. Calculo que la fila era de unas 20 cuadras”, relata López Moreno.
Desde principios de octubre, miles de nicaragüenses están llegando a Honduras en busca de las vacunas contra el covid-19. Es un movimiento poblacional espontáneo. No oficial. Sobre todo, de jóvenes. Cruzan generalmente por pasos ilegales, a pie, en caballos, mototaxis y balsas. Al comienzo las filas eran pequeñas, y los tiempos de vacunación cortos, pero en la medida que comenzaron a llegar más nicaragüenses, los puestos fronterizos se abarrotaron y las dificultades aumentaron. Aun así, no dejan de llegar.
Según la Secretaría de Salud de Honduras, solo esta semana han vacunado a unos 35 mil nicaragüenses con la primera dosis de Pfizer y Moderna.
Precisamente el tipo de vacuna que se pone en Honduras parece ser la principal motivación para que tantos nicaragüenses busquen vacunarse en ese país vecino y no lo hagan en el suyo. “En Honduras nos aseguramos ser vacunados por Pfizer o por Moderna que son vacunas reconocidas por las instituciones mundiales y americanas como la OPS (Organización Panamericana de la Salud) o la OMS (Organización Mundial de la Salud)”, relata a Infobae, a condición de anonimato, un padre de familia que fue con sus hijos a vacunarse a Honduras. “Se necesita ser muy corto de inteligencia para permitir que nuestros menores sean vacunados con esas vacunas cubanas Soberana y no sé qué otra que no han sido aprobadas ni por la OMS ni por la OPS”.
El gobierno de Nicaragua ha comenzado esta semana la vacunación contra el covid en niños y adolescentes entre los 2 y los 17 años con las vacunas cubanas Soberana y Abdalá 1 y 2, y entre 18 y 30 años con la vacuna rusa Sputnik Light.
Médicos independientes organizados en la Asociación de Médicos Nicaragüenses en el Exilio (AMEN) advirtieron en un comunicado que las vacunas cubanas que está aplicando Ministerio de Salud (Minsa) aún están en fase experimental y no existe evidencia científica que avale su uso seguro y efecto comprobado. Consideran que su uso “se convierte en un experimento que viola las normas bioéticas”.
“En el caso de las vacunas rusas, al menos estas han publicado los estudios de investigación de fase III, no siendo este el caso de las vacunas cubanas, las cuales aún están en fase de experimentación”, añade el comunicado.
Además de la desconfianza médica, hay en casi todas las respuestas de los entrevistados, una razón práctica para vacunarse en Honduras: Estados Unidos y otros muchos países no aceptan por ahora las vacunas cubanas y rusas que se ponen en Nicaragua como el requisito exigido para entrar a esos países. “Las vacunas Pfizer y Moderna que ponen en Honduras son de las mejores del mundo y servirán para viajar”, explica un exdiputado que igualmente fue con su familia a vacunarse al país vecino.
Otra razón es que, hasta hace unos días, en Nicaragua solo podían vacunarse los mayores de 30 años. Es por eso que la mayoría de los nicaragüenses que se ven en la fila son jóvenes. “En mi caso, yo me fui a vacunar allá porque en ese momento se comunicó en nuestro país que no se iban a vacunar al sector menor a 30 años, a menos que fueran casos especiales, por eso decidí viajar a Honduras y solicitar mi vacuna en ese momento”, dice una joven que se identifica solo como Cynthia Milena.
El movimiento de nicaragüenses buscando Honduras para vacunarse es tan evidente que han aparecido anuncios en redes sociales ofreciendo paquetes de viajes. “Nos fuimos a vacunar a Honduras”, anuncia uno que por 39 dólares ofrece el viaje en bus privado, ida y vuelta, un litro de agua, una barra nutricional, desayuno, una mascarilla y pastillas para combatir los efectos de la vacuna. Otros anuncios ofrecen el viaje hasta por 25 dólares.
Samantha Jirón, 21 años, residente de Managua, dice haber tomado un paquete así para vacunarse este jueves en Honduras. “Mi experiencia personal fue algo difícil, porque yo decidí irme en una excursión privada, por miedo a irme sola y transbordando, pero resulta que la persona encargada de esta excursión se aprovechó de la situación y la necesidad de vacunarnos de muchos, cobrando el triple del precio de otras excursiones. Me di cuenta hasta estar allá y tuvimos que aceptar el grupo las condiciones e incluso los malos tratos de esta persona”, relata.
La joven salió de Managua a las dos de la mañana. A las siete ya estaba en la frontera y caminó unos dos kilómetros para llegar al puesto de vacunación hondureño. “Llegando al puesto, estuve en una fila de unas mil personas aproximadamente, estaba en el puesto 600, porque nos dividieron en pequeños grupos de diez”.
Al final, calcula que gastó 40 dólares y unos 400 córdobas (12 dólares) en el viaje. A las 11 de la mañana ya estaba vacunada. “La atención por parte del personal de salud de Honduras fue excelente, muy cálida y rápida. Incluso yo participé como voluntaria llenando cartillas porque los médicos hondureños pasan por la fila preguntando quién puede vacunar y ayudar a asistir para terminar más rápido”.
“Decidí vacunarme en Honduras porque como yo hay miles de nicaragüenses que no confiamos en el sistema de salud de Nicaragua y sabemos que la decisión de aplicar la vacuna Sputnik Light, la Soberana y la Abdala no es por beneficio de la población, es por beneficio de relaciones de los únicos países que apoyan a la dictadura. Además de no contar obviamente con la aprobación de la OMS”, explica Jirón.
Según el portal Expediente Público, “entre mayo de 2020 y marzo de 2021, Nicaragua recibió siete préstamos de organismos multilaterales para combatir la pandemia de la Covid 19, por un monto total de 523.1 millones de dólares”. Esta cantidad no incluye otros 353,5 millones de dólares que el Fondo Monetario Internacional (FMI) desembolsó a Nicaragua “para hacer frente al impacto económico generado por la pandemia de la Covid 19 y para fortalecer sus reservas internacionales” en agosto pasado.
Un médico nicaragüense consultado por Infobae lamentó que el gobierno haya destinado gran parte del dinero recibido para comprar vacunas a Cuba y Rusia, “más por razones políticas que científicas”.
“A diferencia de otros países centroamericanos, el gobierno de Nicaragua no fue capaz de adquirir vacunas autorizadas por la OMS, a pesar de disponer de fondos de préstamo del BCIE (Banco Centroamericano de Integración Económica)”, señaló también el comunicado de la Asociación de Médicos Nicaragüenses en el Exilio (AMEN) hecho público el pasado 26 de octubre.
El grupo de Javier López Moreno y los otros seis jóvenes que salieron de Chinandega, decidieron internarse más en Honduras en busca de puestos de vacunación menos llenos que el de El Guasaule. Se fueron a la ciudad de Choluteca, a 36 kilómetros de la frontera con Nicaragua. Llegaron a las doce del día. Había fila, pero mucho menor que la de El Guasaule. A las tres de la tarde estaban vacunados y buscado el regreso a Nicaragua.
A las cinco y media de la tarde, cruzaron de nuevo hacia Nicaragua. A esa hora vieron, dice López Moreno, que todavía había una larga fila en el puesto de El Guasaule y se toparon con otros grupos de jóvenes que no se pudieron vacunar, regresaban a pie y buscaban dónde dormir en alguna comunidad cercana para volver a intentarlo al día siguiente.
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