Los misterios de la cárcel más temida de Ecuador y la tenebrosa “celda de Lucifer” a la que está prohibido acceder

El penal García Moreno albergó a los peores criminales del país durante 139 años. Aunque hoy fue convertida en museo, el paseo aún es tenebroso

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Vista de los pasillos del
Vista de los pasillos del antiguo Penal Gabriel García Moreno. (Foto: Ministerio de Justicia).

El mismísimo Príncipe de las Tinieblas estuvo encerrado en una cárcel de Ecuador, así lo testifican quienes vieron de cerca los horrores y misterios del ex Penal García Moreno, la que fuera alguna vez la prisión que albergó a los criminales más atroces de la historia ecuatoriana.

El ex Penal García Moreno es una antigua prisión panóptica, inaugurada en 1875 y clausurada en 2014. Durante más de un siglo de funcionamiento, el ex penal recibió el nombre del expresidente ecuatoriano Gabriel García Moreno, quien ordenó la construcción de la cárcel diseñada por el danés Thomas Reed, quien se inspiró en la Prisión de la Santé de París.

La arquitectura carcelaria de tipo panóptico fue una obsesión instalada en la mentalidad de estadistas y filósofos de finales del siglo XVIII, que vieron nacer el Estado moderno y quisieron imponer el orden, incluso con sus enemigos políticos.

La estructura panóptica tiene por objetivo facilitar a los vigilantes penitenciarios observar desde una torre central a todos los prisioneros recluidos en celdas construidas alrededor de esa torre, así los presos no saben si son o no observados. El efecto más importante de esta estructura carcelaria es mantener a los prisioneros en un estado consciente de control y sometimiento.

Cuando García Moreno contactó a Reed, el arquitecto de la edificación, el exmandatario ecuatoriano impulsaba una reforma a la justicia y al control estatal del sistema carcelario. García Moreno, como los mandatarios de su época, estaba obsesionado con una prisión que concentrará a todos los presos. Algunos cuentan que García Moreno quería que las celdas fueran pintadas de negro, porque no quería que los presos tengan luz. En diciembre de 1869, se legalizó el contrato para la construcción del Penal con un presupuesto de 222.149 pesos y un plazo de cinco años.

Foto de archivo del Penal
Foto de archivo del Penal Gabriel García Moreno de Ecuador.

La obra fue entregada el 20 de agosto de 1874 y aunque fue concebida para 200 personas, llegó a albergar hasta 1.600 presos. Cada celda del Penal tiene 7.6 metros cuadrados de dimensión y capacidad para dos personas. Sin embargo, el hacinamiento provocó que en una sola celda vivieran 18 reclusos.

Luego de 139 años de funcionamiento, el Penal cerró y los presos fueron reubicados. Así la construcción de 1.5 hectáreas de terreno fue abierta al público en condición de museo que duró poco en tal condición.

Desde su cierre en abril de 2014, los guardias del Penal han declarado, más de una vez, que en la construcción que está en completo estado de ruindad, se escuchan alaridos y golpes e incluso se ha registrado la presencia de visitantes misteriosos.

Los criminales más famosos del Penal

Mientras funcionaba, la prisión estaba dividida en cinco pabellones que albergan a distintos tipos de criminales de acuerdo a su peligrosidad. En cada pabellón, los presos convivían entre riñas, amenazas e incluso festejos.

El pabellón A albergaba a políticos, a líderes del narcotráfico y banqueros. Esta sección de privilegiados tenía 28 celdas, además de biblioteca, gimnasio y otros beneficios. Los pabellones C, D y E estaban destinados a presos recluidos por crímenes menores, a drogadictos y a reclusos con estudios superiores o primaria incompleta.

Uno de los reclusos del pabellón A fue Óscar Caranqui, un famoso narcotraficante y que estaba recluido por este delito. Caranqui, en alguna ocasión, organizó una fiesta en honor al “Niño Jesús”. Para el festejo, el recluso contrató a artistas ecuatorianos célebres y, según cuentan los testigos, no faltó el alcohol, las drogas y las prostitutas.

La sección más peligrosa del Penal García Moreno era el pabellón B. Los peores violadores, asesinos y autores de otros delitos graves estaban recluidos en 114 celdas superpobladas con 15 o 20 personas por celda. En ese pabellón vivió Pedro Alonso López, también conocido como el “Monstruo de los Andes”, que confesó haber violado y matado a más de 300 niñas y jóvenes entre Colombia, Ecuador y Perú.

El colombiano Daniel Camargo Barbosa, condenado a 16 años de prisión, por ser culpable de más de 70 violaciones y asesinatos solo en Ecuador, también habitó las celdas del temido pabellón B. Camargo fue asesinado por uno de sus compañeros de encierro. El recluso Giovanny Arcesio Noguera Jaramillo, el 13 de noviembre de 1994, entró a la celda de Camargo, lo sometió y lo degolló. Noguera se identificó como pariente de una de las víctimas de Camargo. Como trofeo, Noguera le cortó una oreja al violador Camargo y la veló durante un año, según han contado antiguos guardianes de la prisión.

Ingreso al Pabellón B, considerado
Ingreso al Pabellón B, considerado el más peligros del Penal Gabriel García Moreno. (Foto: Gisela Veliz).

El estafador más famoso del Ecuador, conocido como el “Cuentero de Muisne” también pasó sus días en el Penal. El estafador que vendió la Torre del Reloj de Guayaquil y que se hizo pasar por el hijo del presidente de Costa Rica, se fugó de la prisión por la puerta grande en tres ocasiones, en una de estas se fue vestido de monja.

‘Lucifer’ tenía una celda en el Penal

Pero el pabellón B no era temido solamente por sus peligrosos huéspedes, sino por los misterios de una celda conocida por sus olores fétidos e inexplicables alaridos. Para muchos, esa era la ‘celda de Lucifer’.

En la primera planta del pabellón B se encuentra la célebre celda del ángel caído. A pesar de que la prisión se convirtió en un museo, los visitantes no pueden llegar hasta allí. Existen testimonios de visitantes que luego de subir hasta esta celda sufrieron vómitos sin razón.

La celda es oscura, sus paredes están rayadas y ennegrecidas. Apenas un haz de luz se cuela por una ventana vieja y dentro no hay rastros de ropa, objetos domésticos o de vida. Quienes conocieron el penal durante su funcionamiento, aseguran que allí se realizaban ritos satánicos y se usaba la ouija para invocar al Príncipe de las Tinieblas. En alguna ocasión, se encontraron a cinco presos que se sacudían tirados en el piso, escupiendo espuma por la boca. Ellos aseguraban que durante la celebración de una misa negra, Lucifer se presentó en forma espectral.

Quienes han ingresado al ex penal testifican la sensación de que el tiempo se detiene. Es como si llegarán al purgatorio o al mismísimo infierno, aseguran. Las celdas quedaron intactas después de que los presos fueran reubicados. La ropa, los juegos de mesa, los libros roídos por el tiempo e incluso los restos de sangre aún continúan en el edificio.

Algunos investigadores paranormales y otros curiosos han acudido al antiguo Penal para registrar entidades misteriosas. Sus testimonios coinciden en que habían sombras que se cruzaban delante de ellos sin explicación. Otros cuentan que hay celdas cuyas puertas no se abren aunque no tienen ningún tipo de seguro. Esas mismas puertas luego aparecen abiertas sin explicación cuando se realiza alguna visita. Los portazos en las celdas e incluso alaridos humanos han sido escuchados por los visitantes del ex penal en ruinas que intentó convertirse en un museo.

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