Desde que empezó la emergencia sanitaria en Uruguay, se perdieron más de 44.000 puestos de trabajo, teniendo en cuenta la recuperación, que ha ido avanzando. Entonces, según el informe elaborado por el Instituto Cuesta Duarte en conjunto con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el mercado de trabajo está lejos de recuperarse.
La pérdida se encuentra, sobre todo, en los trabajadores que no están registrados en seguridad social. El número de empleados que estaba en seguro de desempleo, ha disminuido, pero a un ritmo cada vez más lento. En julio de 2021, había 25.000 trabajadores más en seguro de paro que en 2019, el año previo a la pandemia.
El análisis por género deja entrever una brecha entre hombres y mujeres. La tasa de desocupación de las mujeres superó el 14% en 2020, mientras que a los hombres les corresponde un 8%.
Pero la diferencia más grande aparece en los jóvenes menores de 25 años. En este grupo etareo, sin tener en cuenta el género, la desocupación empezó a crecer desde que empezó la pandemia en Uruguay, en marzo de 2020.
Si la tasa de desempleo para mayores de 25 años es de 7%, la de menores de esa edad se ubica en un 35,5%. Y de todos ellos, el 69% percibe un sueldo inferior a los 25.000 pesos uruguayos. Traducido a dólares, la cifra es casi 600 USD. El informe del Instituto Cuesta Duarte concluye: “Es muy claro cómo el impacto de la crisis se concentró con mayor intensidad entre los trabajadores más jóvenes”.
En Uruguay, un país donde el salario mínimo neto en 2020 fue de 312 dólares americanos y en 2021 fue de 343 dólares, una canasta básica de una necesidad nutricional mínima en una persona adulta ocupa un 31% del sueldo.
Se observa en el estudio que la desocupación de jóvenes partía de niveles muy altos, casi que estaba en un nivel cinco veces más por encima que el resto de la población.
A este indicador, se le llama “salario sumergido” y, por él, se entienden los sueldos menores a 25.000 pesos uruguayos (600 USD) cobrados por trabajar 40 horas semanales. En total, más de 650.000 ocupados no llegaron a cobrar ese mínimo, representando un 42% de la población.
“El análisis muestra que los jóvenes no sólo enfrentan desempleo mucho más alto y niveles de informalidad significativamente mayores, sino que son quienes perciben remuneraciones más bajas, un resultado en principio esperable por su posible menor formación y capacitación, pero en una magnitud exageradamente alta que evidencia la inserción excesivamente precaria de este colectivo en el mercado laboral”, dice el informe.
Además, declara que “la llegada de la pandemia con su consiguiente crisis económica y social no hizo otra cosa que agudizar los problemas que ya venía arrastrando el mercado laboral”.
Agrega que “la matriz de protección social se convirtió en una herramienta central para sostener el ingreso de muchos hogares, amortiguar el aumento de la pobreza y la desigualdad y mantener muchos puestos de trabajo”. El seguro de desempleo fue la herramienta de cabecera que utilizó el Estado para ayudar a sus trabajadores en la crisis, según el estudio.
De hecho, Uruguay llegó a tener el mayor incremento de trabajadores en seguro de paro en la historia. En el segundo trimestre de 2020, la cantidad de de trabajadores percibiendo un subsidio superó los 180.000. En esas condiciones, los trabajadores cobran solamente un 50% de su sueldo nominal.
SEGUIR LEYENDO: